Capítulo 2. Primeras impresiones.

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El sol comenzaba a elevarse, se posaron tras el viejo roble en el que se habían recostado tan sólo unos minutos atrás, esperaban que las largas ramas junto con las espesas hojas que caían desde el inicio de estas, pudieran ocultarlos de cualquier ojo curioso que llegase a distinguirlos. Allí la brisa agitaba las hojas de un verde tan bonito como los limones maduros, el viento era muy fresco, digno de una mañana de inicios de verano. Freddy se encontraba bajo los pies de los humanos, recostado sobre el irregular césped, atento a lo que Vanessa pillara en Gregory. Sus orejas se agitaban ansiosamente, tratando de captar un sonido o quejido del niño.

—Bien, no te muevas. Abre un poco más la boca...— pidió Vanessa mientras con sus dedos sostenía la quijada del chico y con la otra estiraba su mejilla. Gregory estaba irritado por la posición en la que ella tomaba su boca, estaba cansándose de levantar mucho la cabeza. Quiso acomodarse para despejar un poco el pesado calambre que nacía en su cuello. Se movió muy rápido y Vanessa terminó por tocar por accidente su diente adolorido.

—¡Ayyyy¡ —se quejó cubriendo su mejilla con su palma, sentía que miles de picos se encajaban en su encía. Gregory se apartó inmediatamente de ella —¡Vanessa!

Freddy quiso hacer más zoom hacia el niño, pero debido a que Gregory no dejaba de moverse y la muchacha trataba de acercarse a él le fue imposible hacerlo. Tratando de calmarse exclamó asustado pidiendo que le dejaran ver que estaba sucediendo. Pero ninguno escuchó lo que él animatronico pedía.

—Lo siento —le dice Vanessa en un hilo de voz, culpándose porque el dolor que sentía había incrementado por su culpa —Solo deja de moverte Gregory, así no puedo ver bien que es lo que tienes —Gregory aún se mantenía alejado de ella, muy cerca del tronco del árbol apoyándose en este, mirando temeroso a la rubia que le ofrecía una mano para acercarse.

Cuando el muchacho se alejó más, Freddy pudo ver con mejor claridad que ella trataba de ayudarlo.— Gregory, acércate por favor. Vanessa quiere ayudarte y estoy seguro que no quiso lastimarte a propósito. —dijo el con su grave voz robótica. Gregory pasó su mirada de ella a él, lo miró como si esperara una aprobación para acercarse, pero al ver que él no dejaba de desconfiar de la rubia, posó sus ojos azules como el zafiro en la mirada verde de ella. De inmediato entendió lo que tenía que hacer cuando el oso animatronico agitaba sus orejas al tiempo que le sonreía.

Vanessa asintió lentamente para que Gregory no notara la complicidad entre ellos. Era un alivio que el animatronico estuviera programado con gestos amistosos para los niños, porque estaba segura que si ella fuera una niña hubiera confiado inmediatamente en el. —¿Por favor? —Vanessa esbozó una cálida sonrisa al chico para intentar de nuevo que se acercara, esperanzada a que él pudiera ver un gesto transparente en sus facciones delicadas. Gregory abrió la mano que tenía apretada en su camisa y la dirigió hacia ella.

El niño volvió a respirar en paz de nuevo. Luego de esa madrugada, cualquier movimiento hostil lo veía como un gesto de emergencia para alejarse muy rápido, temiendo por su vida. Su cuerpo estaba muy cansado después de toda la adrenalina vivida al máximo en cada ocasión que se le presentaba.

Ya estando cerca de ella, Vanessa sacó su teléfono móvil para activar la linterna de este, la luz del sol no bastaba para alumbrar todos los espacios escondidos de la pequeña boca del chico. Gregory se colocó en la misma posición en la que estaba antes de alejarse, subiendo su cabeza lo más que podía. Ella reflexionó sobre su error. Estaba obligándolo a que él se fastidiara por mandarlo así. Con sumo cuidado, tomó su barbilla y la bajó hasta que sus ojos miraban hacia el frente y ella se puso de rodillas. Acercó la lamparita para buscar la molestia escondida entre sus dientes y encías. Mientras ella buscaba Gregory trato de bajar sus ojos hacia Freddy para apoyarse en sus ojos gentiles, pero desgraciadamente se posó mucho junto a él y era imposible verlo de esa manera. Deseaba en ese momento que tuviera todo su cuerpo para aferrarse a su brazo. Se le hacía eterno el tiempo que ella tomaba para ver sus dientes, le daba pena. El teléfono que ella tenía no se veía muy lujoso a simple vista, no debía ganar mucho como guardia de seguridad y era extraño por que la cadena Fazbear and friends era exageradamente conocida por dos razones. El prestigio y los misterios que oculta.

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