El humo de cigarrillos prendidos embelesaba el panorama del burdel más prestigioso y secreto de Tokio, las luces tenues resplandecían en la pista principal, misma que retumbaba con la fuerte música sensual y el chico encargado del micrófono vociferaba la llegada de la próxima bailarina.
El diamante de Senju House: Sakura Haruno.
Los altos tacones, del mismo color de su larga cabellera rosa, hacían eco al caminar sobre la pista. Chiflidos, gritos y miradas lascivas la siguieron hasta llegar al tubo, sus piernas lo rodearon con tal destreza, como si fuera su talento innato. Su cabello caía a la vez que su espalda se arqueaba. Vestía una corta falda negra junto con un top del mismo tono. Sus medias hacían relucir sus largas piernas. Ella no era alta, pero sus tacones sumamente altos lograban reflejar lo contrario.
—¿Quieren que se quite la ropa?—vociferó el chico del micrófono, cuyo nombre la pelirrosa no podía recordar.
Cada mes era uno nuevo, ya que si permitían que alguien se quedara como empleado mucho tiempo en el burdel, se convertiría en una persona con demasiada información y tendría que deshacerse de él. Senju House no podía tener más cadáveres en su terreno. Si algún día la policía consiguiera una orden de restricción, estarían acabadas. En especial la dueña del lugar: Tsunade Senju. Alma y jefa de la mansión.
Hombres importantes que no deberían estar en un lugar como tal gritaban alentando a que el diamante rosado se quitara sus prendas. Pobres ilusos, ella jamás se desnudaba por completo y nunca aceptaba privados, a menos que fuera conveniente.
—Voten sí en la tableta que la preciosa mesera les facilitó al llegar... ¡Cada prenda equivale a 500 dólares!
Después de muchos clics y una mirada aprobatoria del gerente, Sakura se deshizo de su top. Hoy era sábado, las nueve de la noche: el día que más comensales tenían. Podía reconocer a jueces, ministros y demás políticos. Daban pena, ¿500 dólares por solo ver un escote? Así de patético debe estar su matrimonio, posiblemente arreglado, pensó Sakura, pero mejor para ella...
—¿Adiós esa falda?—incitó el animador de la noche.— Denle otros 500 dólares a nuestra diamante.
Sakura bajó del tubo con dirección a sus espectadores, se dio la vuelta y bajó su falda con lentitud. Ella sabía el poder que tenía su culo. Aventó su minifalda a un fiscal que siempre le daba propina extra y éste le sonrió.
Sin embargo, sintió una mirada pesada sobre ella y antes de bajarse de la tarima, estudió el burdel. En el segundo piso, en un palco, pudo sentir cómo unos ojos la seguían. Sintió escalofrío, sin duda, quien sea el hombre, debe tener presencia.
—¡Un aplauso para nuestro cerezo!
Ella sonrió encantadora y un empleado del burdel ya le tenía preparada su bata para cubrirse. Era su rutina. Ir al burdel y después atender negocios más importantes. Ella ya no necesitaba tener que desnudarse para los hombres por necesidad de dinero como antes, pero, ¿quién negaría dólares extras?
—Oye, ¿sabes quién está en el palco tres?—le cuestionó la pelirrosa tomando una copa de vino al empleado.
—No lo sabemos. Vinieron a hablar con Tsunade sobre un asunto de... Ya Sabes... Mercancía.
—¡Sakura! Ven acá, nena—el fiscal Sasori la llamó. Era su favorito, no solamente porque era apuesto, él era siempre muy generoso con ella, incluso le regaló su primer auto.
Todo por ella. Se había convertido en su obsesión cuando la conoció pero después Sakura hizo lo que siempre: ofrecerle la perdición en una jeringa.
Sakura caminó hacia él y se sentó sobre sus piernas, el pelirrojo lucía decaído y ella misma sabía la causa: la heroína.
—Hace mucho que no te veía por aquí, guapo. ¿Me extrañaste?
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Sangre de Cerezo
FanficSakura Haruno es el diamante de la Senju House, hipnotiza a los hombres para ofrecerles la perdición: heroína. Se hacían adictos a ella, y después a las drogas. Por obras del destino (¿o no?), se tiene que hacer cargo de la operación adentrándose al...