Amor de Cacahuate 💕

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—Quiero un bolillo... —

Es lo que pienso ahora mismo, y creo que todos los mexicanos pensarían lo mismo si estuvieran en mi lugar, aunque no es del todo por miedo, es entre una rara combinación de miedo con nervios.
Pero creo para calmarlos necesitaré más de uno, creo un kilo, mi madre que iba al lado mío, vio como estaba pálida, jugueteando con las manos y con mi cabello de los nervios.

 
—Cariño, sé que estás bastante nerviosa, pero es el día de tu boda y no creo que esa no sea una expresión para una novia en su gran día. ¡Y ya déjate el pelo en paz! Vas a llegar toda despeinada—.

 Me terminó por regañar para luego acomodar un mechón de cabello que se me salió por andar jugando con este.

Sí, mis nervios son por qué el día de hoy,24 de abril, me casó. Quizás como en otras historias debo presentarme, mi nombre es María Guadalupe, pero la mayoría me llaman "Mari" o "Lupe", lo sé... un nombre ya nada común en este país. Como dije antes, la razón de mis nervios es por mi boda, simplemente no puedo describir lo que siento, solo me limité a ver a través de la venta del auto adornado que rentamos para el día de hoy, viendo las calles que pasamos, no puedo evitar recordar como inició todo... todo por unos cacahuates japoneses o ¿debería decir mexicanos? A fin de cuentas, cacahuates.
Es una historia un tanto larga par el camino tan corto que me queda, pero daré mi mejor esfuerzo en contarte mi historia de amor, por esos tiempos éramos un par de estudiantes de bachillerato de 17 años, yo era bastante friki para ser sincera.
Era esa chica que le gustaba todo lo que estuviera relacionado con la cultura japonesa, que estaba en un rincón del salón sola y callada, físicamente... bueno, dudo mucho que considerarías bonita a una chica bajita, sin nada de figura, con varios granos en la frente, para rematar los brackets no me ayudaban cuando sonreía. Esa era yo en mis días como estudiante, el día que lo conocí ahora es un recuerdo bastante chistoso, pero en su momento no lo fue.
Bueno ese día solo había escuchado que iba a llegar un estudiante de intercambio a mi salón, pero yo no le presté atención ya que estaba semidormida en mi pupitre, solo lo había visto llegar y cuando apenas iba a abrir la boca para presentarse, me acurruqué en mi mesabanco para quedarme dormida encima de mis brazos.
Solo sentí un golpecito en la cabeza, cuando levanté mi rostro, me topé con que era el profesor que me había dado el golpecito en la cabeza con su libro.

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