Capítulo I

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1830.. Frontera entre Suna y Konoha.

Al ver que el río que servia de frontera entre ambos paises se paseaba manso en su curzo; hizo que el corazón de Baki empezara a latir de manera feroz, el pulso cada vez más acelerado y la duda que empezaba a asomarse. Sus ojos parecían salir de sus cuencas. No podía creer lo que veía. Se esperaba un panorama desolador lleno de muerte, putrefacción,
con el ruido incesante de los moscardones zumbar cerca de sus oídos, los cuerpos desmembrados y la destrucción de los puentes que deberían de interrumpir la calma de las aguas. Pero en su lugar no había nada, no hubo rebeldes, no hubo enfrentamientos, no hubo muertes, no hubo destrucción no hubo nada.
Solo el rugir del viento.
Se desmontó del caballo y recorrió el supuesto campo de batalla con la incertidumbre de la primera conclusión "el lugar equivocado" pero no. Designó unas cuantas cuadrillas para explorar los alrededores, pero a medida que llegaban solo confirmaban que tampoco hubo enfrentamientos en otros lugares, los pocos aldeanos que transitaban por el camino juraban miedosos no haber visto nada.
Baki aún con el pulso acelerado emprendió rápido su regreso a Suna, todavía se sentía confundido por lo encontrado, se preguntaba el motivo de su envío a un lugar donde nada habia ocurrido, confiaba plenamente en su rey, en el consejo de ancianos, en su ejercito. Se preguntaba cuál era el motivo de sacarlo fuera de Suna.
Mientras cabalgaba por el desierto sintió el viento más espeso que de costumbre, recordó cuando su padre le contaba viejas historias de antiguos dioses; cuando ellos enrarecian los vientos, era el presagio de la llegada de malos tiempos.
Su caballo empezó a cabalgar más rápido.

Su mente lo trasladaba a su infancia, se veía en el patio de su casa jugando con una katana hecha de madera matando a enemigos imaginarios. Su padre y su tío lo observaban mientras fumaban y su madre hacia los labores de la casa. Terminada su misión imaginaria el pequeño Baki se acercó a su padre para descansar.

----Ven hijo-- indico su padre--respira profundo, siente el aire ¿Cómo lo sientes niño?

El niño obedeció la orden y contestó.

--Es...como.... caliente con arena, como... si pesara.

El padre afirmo los dichos del pequeño.

---Eso querido hijo, es un don que dan los dioses, eso, nos indican que algo malo sucederá.

El pequeño tapo su cara con ambas manos empezando sollozar.

----No es para preocuparse, acá esta tu familia para protegerte.

Cuando Baki reaccionó se encontró clavando la espuela con mayor intensidad a la pobre bestia que empezaba a sangrar, pero ella comprendia la situación reaccionando a cada golpe con mayor velocidad; al instante se dió cuenta que se habia apartado del grupo y que ya se encontraba a corta distancia de Suna.

Con la mitad de los guardias recién salidos de la ciudad; los presentes habían expuesto su voto.
El excrutiño fue el siguiente. La mayor de los hermanos tendría un matrimonio arreglado con algún jerarca lo más lejano posible. El mayor de los varones desaparecería la madrugada siguiente junto con sus padres y el más pequeño de la familia quedaría gobernando en una soledad absoluta, influenciado por ellos.
Así votaron así habría de suceder.

Karura despertó al mayor de los varones con dulzura, pero el pesado sueño del muchacho hizo que su mal genio apareciera. No estaba planeado hacer una cita para un compromiso, menos planear un matrimonio, aun así de imprevisto salieron.
Karura temía que su hijo declarase una guerra al enterarse el motivo por el cual era interrumpido su pesado sueño; por lo que dispuso de toda su paciencia para realizar tan terrible misión, quiso presentar sus objeciones, pero al ver a su esposo Raza más callado y nervioso de lo normal, decidió mantenerse callada. El carruaje llevaba más armas de lo previsto, salir sin su fiel Guardia le daba un espinazo de desconfianza.

La luna iluminaba los caminos pero no era lo suficientemente potente para que los escoltas advirtiera el peligro que los aguardaba.
En una de las tantas intersecciones el carruaje fue emboscado, no hubo tiempo para reaccionar, y aunque hasta el rey salió a defender a su familia no quedó sobreviviente alguno.
La última imágen que vio Raza fue una flecha atravesando el corazón de su esposa.
Su hijo con katana en mano podía apenas defenderse, entre cuatro malvivientes lo acorralaron, hasta que un paso en falso lo deslizó por el barranco dándolo así por muerto.

Venganza de HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora