Capitulo VII

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No resultaría  sencillo que Kankuro se adaptase a su nueva vida.
A simple vista sabía que debería  soportar muchas carencias, si bien la  comida jamás  escaseaba, él, nunca   había tenido que trabajar para ganársela. Miro el plato de comida, estofado otra vez pensó, quizás era el único menu que una niña y un médico borracho sabian  hacer; de seguro en el palacio sus hermanos tendrían un plato de comida  exicito, Kankuro imaginaba que esos platos tampoco sabrían bien, ellos estaban  acostumbrados a almorzar juntos,  ahora él y sus padres no estaba, no podían tener una conversación en familia, una de esas que le da un sabor especial a las comidas, ellos también estarian sufriendo.
Miro de punta a punta a la niña que se convertiría en su hermana, mal vestida, él también vestería con ropa vieja, no habría más seda y algodón solo lino y lana, pensó en los muebles viejos que tenia esa rústica casa, no dormiría más en una cómoda cama arropado con sabanas de puro algodón, se le anudo el estómago imaginando que más de una vez deberia compartir la habitación con el samaritano o el médico borracho; tampoco se bañaría seguido y cuando lo haria no serian como los que él estaba acostumbrado, por último vio al hombre que oficiaria de padre, tío o patrón, de ese hombre que le enseñaría su oficio, un oficio que dudaba de ser un simple y honesto comerciante. Fuese cuál fuese su trabajo lo usaría para  su conveniencia, para llegar a Suna.
Tendría que acostumbrarse a responder a otro nombre y apellido, hacerse nuevos amigos, hacerse una nueva personalidad.
Tenía más que  claro que   nadie debía  saber que él estaba vivo.
Si quería volver a ver a sus hermanos  tendría que dejar de quejarse, de nada serviria escaparse o cometer alguna estupidez, por las noticias de ese tal Yiraiya era seguro que lo matarian ni bien llegase a Suna, debería esperar, se juro mentalmente que volveria, si, pero volveria más sabio de lo que se fue.
Volvería y junto con sus hermanos se vengaria  de los que le hicieron esto.

Micoshi lo arrebato de sus tribulaciones para preguntarle sobre el trato propuesto.

--Acepto-- dijo con voz ronca- me quedaré aquí y trabajaré para usted hasta que pueda volver con mis hermanos.

---Bien. Desde este momento  tu nombre será Hanai, Hanai Fukoda.-- dijo alcanzando un papel lacrado que acreditaba su nueva identidad.

A Kankuro le pareció que el nuevo nombre no iba con él, pero era mejor así.

Mikoshi sonrió preocupado ese muchacho aceptaba todo sin protestar.

                                ✓

En Suna Matsuri mataba  la lentitud del tiempo con la rutina impuesta por las deudas de su padre. Se despertaba con el amanecer,  compartía su desayuno  con su  padre, aquel padre que a pesar de todo no podía llegar a  odiar. Llegaba temprano al palacio, junto a otras doncellas preparaban la ropa de la princesa y  la del principe,  aguardaba que ambos desayunaran  para luego matar el tiempo con ellos.

Los príncipes no hacían nada  fácil el trabajo de espia  a la joven doncella,  no  porque se dieran cuenta de eso,  sino porque cada día agregaban una hilera más de ladrillos al inmenso muro que construían para  aislarse  de la gente, no hablaban con nadie y si alguien se acercaba  los espantaban con una grosería o con una mirada asesina, esa  era su forma de sobrellevar tan doloroso penar.  Matsuri  no los culpaba, al contrario los entendia.

La poca información   que recaudaba no servía para nada a Bushido. Matsuri sabía que ese hombre se desquitaba con su padre dándole  miserables  descuentos en la deuda.
Pero, qué podría hacer ella, era pequeña para pagar una deuda, era pequeña para pensar con claridad, y eso su padre lo entendía muy bien.

Un día,  antes de llegar a su casa Matsuri  desvío su camino al cementerio, ahí lloro desconsoladamente arrodillada sobre la tumba de su madre, estaba agotada por la situación,   pregunto  a la fría lápida  qué era lo qué  tenía que hacer, cómo  tenia que proceder, tantas preguntas sin responder,  ella presentia que algo tenia que hacer pero  qué, los pocos recuerdos de su madre invadieron su mente,  recordo la bella historia que su madre le contaba  sobre  como un hombre bueno y trabajador conquisto  a la dulce   hija del panadero

.... Siempre hacía algo para llamar mi atención, para diferenciarse del resto, para hacerme reír, fue así que poco a poco llegué a  enamorárme de tu padre...

Matsuri ya no lloraba de tristeza sino de alivio, en aquel lugubre lugar encontro la solución,  ella se diferenciaria de los demás, si todos decían si ella diría no. Haría todo lo contrario de los demás. Haría como si Kankuro  estuviera vivo, y  con respecto a los reyes, ya nada podía hacerse,  estaban descansando en sus tumbas.
Si a su padre actuar asi le funcionó, ella  también correría con  la misma suerte.
Rozo con su mano izquierda  las inscripciones

... recuerda con cariño tu amado esposo e hija...

Pidió perdón a su padre pues  a pesar de no tener todo claro, no tenía dudas  que decirle toda la verdad a Bushido  sobre lo que sucedía   en el palacio  no  favorecería a Suna.
Desde ese mismo instante sintió el aire menos denso.
Y con una sonrisa llegó a su casa.

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⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

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