Capítulo V

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La mayoría de los involucrados consideraban al plan todo un éxito, algunos,  hasta se victoreaban en silencio; pero Bushido no pertenecía a esa clase de gente, él era más precavido que el resto. Si tan solo se confirmara el fallecimiento del primogénito varón podría declararse vencedor y  por fin alabarse,  él se consideraba un hombre inteligente, superior a los demás, por lo que decidió esperar hasta la llegada de un tal joven soldado llamado Ittetsu, El solo hecho de tener que esperar a alguien de tan bajo rango alteraban sus nervios, pero se autoconvenció de  ser paciente y esperar.

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La cuadrilla liderada por Ittetsu tardo más tiempo de lo acordado, habían registrado minuciosamente cada rincón, cada cueva con la esperanza de encontrar con vida al príncipe, pero todo se diluyó  cuando al revisar un recoveco del camino se toparon con un gran  manchón de sangre que teñía de rojo  el camino, a un costado  pedazos de ropas  arañadas y un sendero de  pisadas de animales salvajes. 
Todo junto  y unido  al perfume fétido de la muerte y los  moscardones zumbando,  hizo    fácil llegar a la terrible conclusión de que algún animal se había llevado el cuerpo del  principe para devorarlo.
La afligida cuadrilla llegó  a Suna y con mucho pesar  volcaron  la terrible noticia en un minucioso  informe, sus superiores  leían una y mil veces aquel maldito papel.
El concejo para desligarse de ser el portador de malas noticias aseguraron   que el mejor capacitado para ser el mensajero era el capitan Baki;  con las manos temblando  y sin valor para mediar palabras se acercó hasta los hermanos y les tendió el penoso informe.
Ya no había más esperanza para los dos hermanos.

Después de  tan dolorosa confirmación Bushido llamo a una placentera reunión.
Bellas bailarinas danzaban alrededor de los comensales, moviendo las caderas en sintonía con la música, el dulzor del vino y el exquisito olor de las especies sobre la carne asada daba la bienvenida a una época de buenaventura para ellos, pero  en las afuera de esa mansión el aire se convertía en una pesada carga para los aldeanos.
Ya no había esperanza para Suna.

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Juntos a otros comerciantes Micoshi y el samaritano se encontraban descansando a los alrededores  de Suna. Habían decidido evitar el ardiente sol del mediodia, por los que armaron un campamento, a las sombras  una tiendas sentados esperando el tiempo pasar un viejo hablador comenzó a narrar la delicada situación en la que atravesaba ese país. El viejo aseguraba que los  reyes habían sido asesinados y que el mismo consejo era  el responsable. Micoshi y  el samaritano  prestaban atención a los dichos del hablador aunque fingían no creerle.
Ya a la tardecita cuando  el campamento se levantó para seguir su destino los dos comerciantes decidieron desviarse del camino escusandose  que las  mejores épocas  para hacer dinero eran las inciertas.
Fue así que  Micoshi y el samaritano dejaron las carretas en un lugar seguro y se  adentraron en la ciudad hasta llegar al prostíbulo más cercano, se sentaron en una mesa apartada de las demás;  una vieja prostituta los atendió de mala manera sirviendo  una jarra de cerveza y dos platos de comida caliente.

Desde lejos los dos comerciantes podían escuchar a un señor de larga cabellera  blanca  protestando por el pésimo servicio.

-- Es que las mayoría de las putas están ocupadas en una fiesta privada.

--¡ Y se puede saber el nombre de tal infame responsable qué se ha llevado lo más bonito de este lugar! -+ preguntó el viejo dejando unas cuantas monedas de oro ante el mostrador.

-- Bushido-- refunfuño el cantinero cogiendo rápidamente las monedas. El viejo arrugo la frente ante la respuesta.  Al salir vio a los dos extranjeros que le hacían señas de que los acompañe.

--Señor, siéntese con nosotros-- dijo Micoshi  amablemente al desconocido, aparto la silla libre indicando  que se sentará,  hizo seña al cantinero para que traigas una jarra  de cerveza y un plato de estofado.

---Y se puede saber a qué se debe tan amable invitación.-- El cantinero colocó lo orden de comida justo al frente del viejo y se retiro a la cocina.

-- Somos comerciantes, vivimos en una aldea al norte de la frontera de Suna ...oímos algunos  rumores y queremos saber si son ciertos. Además buscamos ampliar nuestro  negocio. Ya sabe que  éstas épocas son las mejores.

---Aja,. Asi que son del norte. ¿cómo es que dicen allá?  Que cuando el aire está viciado...

--Es aire de rebelión.

El viejo pensó un buen rato

---A si, si  de rebelión. Acá se dice otra cosa. ¿Qué quieren saber?

---Todo.

El viejo que se presentó como Yiraiya un comerciante sin importancia, detallo cuidadosamente la situación y sus teorías. Micoshi y el samaritano escuchaban con atención.

---Y ahora, se puede saber ¿porqué están tan interesados en este condenado país?

--Tengo una mercancía, una muy grande y al parecer valiosa, muy valiosa,  quería saber que es lo mejor para él.

Yiraiya quedó adivinando a qué se refería, hasta que reaccionó, miro a  esos dos  hombres que  inspiraban confianza, ambos  eran personas  pensantes. Aparecer en un burdel para averiguar cosas era lo más inteligente que había visto. Un hombre común iría al centro de la ciudad y no sacaría nada de provecho. Pero en los burdeles si que se obtenía todo lo que uno necesitaba saber.

--Acepte que le dé un consejo. quédese con la mercancía por un largo tiempo, si la trae antes esa mercancía se dañará ni bien ponga un pie en  Suna. Y le aseguro que será peor de lo que ya será.  Yo me quedaré unos días. Pero busqueme dentro de un año. Ya saben cómo encontrarme.

Micoshi,  el samaritano y Yiraiya se despidieron con la promesa de volverse a ver.
Pagaron la cuenta y tomaron destinos diferentes.

Venganza de HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora