EPÍLOGO

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Esto no empieza como una historia normal, no empieza como cualquier romance que hayáis leído antes, así que solo relájate y prepárate para lo que se viene.


Me estoy dirigiendo hacía un encuentro que me ha mandado mi padre. No será muy importante si me ha mandado a mi solo, sé que él tiene muchas cosas que hacer, es un hombre ocupado. Pero la verdad, me da muchísima pereza.

Llegamos con dos coches Mercedes-Benz Clase G negros, obviamente no iba a ir solo, tenia mis guardaspaldas.

Caian ligeras gotas de agua cuando salí del coche. Los tipos con los que me iba a reunir no estaban solos, ellos llevaban unos tres o cuatro guardaspaldas, todos vestidos con traje negro y camisa.

Cada uno de los guardaespaldas llevaba una metralleta consigo. Esto me aburre.

—Vamos a ir a por faena, yo te entrego el dinero y tú me entregas la droga, rápido y sencillo.

El tipo levantó la mano y dió una señal con los dedos, indicando que sacaran la mercancía del coche, y así lo hicieron los hombres que estaban detrás de él. Justo cuando empezaron a descargar todo de los maleteros noté otra presencia que no se había presentado antes y se que iba con ellos. Esa presencia cayó de un tejado de las casas abandonadas de los alrededores y al aterrizar empezó a disparar a mis hombres.

Yo intenté esconderme detrás de una de las puertas de los Mercedes, ya que estas estaban blindadas, cogí la pistola automática que llevaba en los riñones, cogida con el cinturón, localicé el objetivo mientras él se defendía de mis guardas, que también le estaban disparando. Cuando se quedó quieto sin saber dónde estaba yo y cubriéndose de las balas, conseguí apuntar y disparar, le dí, no le disparé solo a él, también al tipo con el que me había reunido. Él me había traicionado, quería quedarse con el dinero y quitarnos del mapa a mi y a mi padre, así que eso no se iba a quedar así.


Conseguí dispararle a él también entonces se montaron como pudieron en los coches y se marcharon, pero de lo que no eran conscientes es que se habían dejado 50 kg de heroína y cocaína a mi disposición y sin llevarse ellos el dinero. Al final les salió el tiro por la culata.


Cuando ellos parecieron desaparecer de nuestra vista nosotros cargamos toda aquella droga en nuestros coches.

Al acabar ya nos estábamos montando en el coche y justo al abrir la puerta noté un pinchazo en la pierna derecha, caí al suelo y me giré para ver quién era, y si, era el tipo con el que me había reunido, volvieron a pasar con el coche y me disparó. Empecé a ver borroso, no podía mantenerme de pie, el dolor me estaba matando y finalmente vi todo negro."Esto no quedará así." Pensé.

Con el tiempo de por medio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora