Capítulo 3. No ignores las señales; si por ingenuo duermes, por ingenuo morirás

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El distante firmamento, piel de la desencarnada existencia aún permanecía dormido mientras que las estrellas cantarinas, titilantes de soberbia pura adornaban su encaje nocturno que pronto se dispersará cuando el alba haga su acto de presencia, asustando a la tímida luna quien, avergonzada, buscaría ocultarse.

Eran las 04:00 am. Jun Wu se había despertado temprano. A decir verdad, aún no se acostumbraba a despertarse a las 08:30 am y, en realidad, era casi incómodo hacerlo. Sentía que perdía demasiado tiempo valioso al prolongar más su tiempo de sueño. Así que hoy decidió volver a su rutina de siempre.

Con languidez se levantó de la cama; posó su mirar en el ropero y se dirigió hasta ahí. Abrió los cajones y la puerta principal del ropero y, con detenimiento eligió las prendas que ocuparía el día de hoy. Teniendo listo esto, se dirigió al baño para tomar una ducha.

Las gotas de agua empaparon todo su rostro y su bien formado cuerpo desnudo. El agua fría recorrió cada parte de su aterciopelada piel, acariciando su coraza mortal, el cascarón en el cual alberga su diurna alma soñadora. Mantuvo los ojos cerrados mientras intentaba relajarse en ese lapso.

Entonces a su mente volvió ese fragmento grabado de la última vez que estuvo en la infame junta. La voz fantasma del presidente de la MAD Architects resonó en su cabeza.

Esa voz que por su apacible calma infundía una abrumadora inquietud, rompió el silencio que estaba sofocando la paz dentro de la oficina. Con sutil vergüenza, dijo: —Sé que te sientes agravado, que estás muy enojado por esto. Y que no has tenido buenos momentos últimamente...

—...

Aún sin verle a la cara, Jun Wu escuchó como el hombre canoso de porte gentil se levantó de su asiento y se acercó a donde yacía mirando desde la ventana el exterior en silencio. El honorable líder, casi estando emotivo, afirmó: —Sé que eres inocente y creo firmemente en que lo eres. Quiero decir, yo te vi crecer como profesional.

Soltando una sutil risita, el mayor prosiguió: —Me acuerdo cuando en el 91 nos conocimos en la conferencia de verano de arquitectura moderna. Tú propusiste ideas que para la mayoría no eran factibles, pero para mí fueron muy interesantes. Todo un genio incomprendido.

—Sí... Y usted me ofreció ser parte de su firma lo cual me abrió muchas puertas que por mi cuenta nunca hubiera podido y, por ello, le estaré sumamente agradecido.

—Mientras esté aquí, nadie va a venir a intimidarte. Y sobre la noticia que ellos dijeron a la prensa, de eso me estoy encargando con los abogados.

Sin poderlo evitar, apartó su mirar del exterior para centrarlo en la persona que estaba a su lado en ese momento.

—¿Por qué cree en mí? –inquirió con seriedad Jun Wu.

Para Jun Wu, no era suficiente el decir que por "verlo crecer profesionalmente" ya fuese una moneda de paga segura. La verdad es que, desde hace un tiempo, sentía que había algo que no cuadraba, pero no sabía exactamente qué era eso. Aun así, esperó por la nula respuesta del viejo.

—Eres muy sensato, de carácter firme; no te pavoneas con lo que tienes. A la gente de corazón humilde... —le miró con firmeza— los admiro. En un mundo en donde todo se rige por el poder y el dinero... Hace más gente como tú, digna de confiar.

Sintió una fuerte punzada en el corazón. Quería decir algo, pero simplemente las palabras se mantuvieron cobardemente atoradas en su garganta. Lo único que pudo hacer fue fruncir los labios, deseando querer decir algo sin tener éxito, limitándose a mirarlo de frente.

—Después de mi amigo y mi hijo, tú eres en quien también confío. Y si tuviera que dejarle a alguien la batuta de esta firma, sin duda tú serías ese alguien.

Un colibrí ronda sobre tu jardín: tienes un mensaje (Fanfic JunLian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora