En esos periodos vivimos días y días abrazados permanentemente a la persona amada y no solo no tenemos en cuenta las relaciones sexuales y su duración, sino que cada mirada, cada contacto, cada pensamiento dirigido al amado tiene
Una intensidad erótica 100,000 veces superior a la de una relación sexual común.En esos momentos toda nuestra vida física y sensorial se dilata, se hace más intensa; sentimos olores que no sentíamos, percibimos colores luces que no veíamos habitualmente, y también se amplia nuestra vida intelectual porque descubrimos relaciones que antes creíamos opacas.
Una gesto, una mirada, un movimiento de la persona amada nos habla en profundidad, nos habla de ella, de su pasado de cuando era un niño o niña; comprendemos sus sentimientos, comprendemos los nuestros, en los otros y en nosotros mismos intuimos de pronto lo sincero y lo que no lo es y sólo porque nos hemos vuelto sinceros. Pero sabemos crear un Universo de fantasía en el que nunca nos cansamos de reencontrar a nuestro ser amado. y la sexualidad que irrumpe el deseo de placer y dar placer invade todo lo que proviene del amado, del que amamos todo, hasta el interior de su cuerpo, sus órganos sus entrañas.
La relación sexual se convierte entonces en un deseo de estar en el cuerpo del otro, un vivirse y un ser vivido por el en una fusión corpórea pero que se prolonga Cómo ternura por las debilidades del amado, sus ingenuidades, sus defectos sus imperfecciones.
Entonces logramos amar hasta una herida de El transfigurada por la dulzura.
Pero todo esto se dirige a una persona sola y solo a ella.
en el fondo no importa quién sea, sino que con el enamoramiento Nace una fuerza terrible que tiende a nuestra fusión y hace a cada uno de nosotros insustituible, único para el otro.
El otro, el amado, se convierte en aquel que no puede ser sino él, el absolutamente especial.
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si tuviera al menos
PoetryEn posadas míseras, en navíos vagabundos y al calor de amo- rosos contactos se fue urdiendo -bien que mal- esta versión del sublime Enloquecido. DAÑERO