CAPÍTULO 0

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Fue algo torpe y molesto (para ser honestos).

Después de derramar mi café en su blusa en el cruce de peatones simplemente pasaron los días y, hasta que pasó una semana note como mientras transcurrían los días me encontraba esperando volverla a ver en aquel cruce.

Cada ves me hacía más conciente de mi alrededor y, con ello notaba cada ves su ausencia más a mi alrededor.

Es realmente estúpida la manera en la que la ví por primera ves pero es aún más estúpida la manera en la que eso fue suficiente para no poder sacarla de mi cabeza.

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Casi como si lo hubiera dicho en voz alta y el viento se lo hubiera hecho saber, cuando estaba apunto de darme por vencido, ella volvió a cruzar por aquella calle.

Su mirada eran tan tímida y eso que aún no había chocado con la mía; eso solo me hizo sonreír ya que en mi mente yo era el motivo y, ella también estaba ansiosa por mí.

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Los días siguieron pasando y, seguí teniendo la fortuna de verla cada día en los días que seguían y, deseaba que siempre fuera así.

Cuando seguí pidiendo el mismo deseo una y otra vez, cada día... Mientras que una tarde mis oídos retumbaron ante la idea de que un día este no se cumpliera más. Así que irguiendome en el sillón tome la firme decisión de la próximo ves invitarla a salir.

MI CHICA DE CABELLO ROJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora