La Sombra

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Este relato no es más que una sucesión de hechos desordenados, a los que difícilmente puedo dar explicación. No por ello voy a asegurar que se traten de eventos sobrenaturales, pues sería más factible suponer que soy presa de la locura y por tanto, nada de lo que narraré tendría cabida en la realidad.

Hace un tiempo, solía ser una persona normal que acudía a su trabajo sin falta y procuraba mantener su vida en orden. Solitario por naturaleza, he renegado mucho del amor y las injusticias sociales. No tengo amigos a los cuales acudir y mi familia, distante en el exterior, no se preocupa por mí; no es raro el que me guardara estos secretos e intentara coexistir con ellos.

En un principio tomé sedantes y otras medicinas calmantes, creyendo que solo se trataba de un trastorno del sueño, pero nada tuvo efecto... Es muy común que nos confundamos cuando la razón se ve superada por eventos que en primera instancia no tienen explicación, creo que ese es mi caso, porque nunca me atreví a cuestionar lo que veía y tampoco a enfrentar el miedo que terminó por someterme. Tal vez la respuesta a los ilógicos que narraré a continuación,  sea más sencilla y tonta, de lo que yo alguna vez imaginé.

Una noche me desperté sudando fatigado; mi habitación yacía en silencio, solo percibía el ruido del ventilador a unos metros. Miré hacia adelante, enfocándome en la oscuridad y así  pude vislumbrar, con cierta dificultad, una silueta amorfa cuyo negro absoluto resaltaba contra la penumbra.

Parpadee sorprendido y paralizado por la impresión; pero aquella curiosa alucinación, que por un instante logró sobrecogerme, desapareció cuando agucé la vista. Sacudí la cabeza dando por hecho que fue producto de mi imaginación, me acomodé y seguí durmiendo.

La mañana llegó reconfortante, pero algo aún me inquietaba; un miedo arraigado e infundado, que por lapsus se metía en mi mente y lograba paralizarme; mi corazón latía con anormalidad y se me forma un nudo en la garganta; me sentía observado, me sentía rodeado. En aquellos momentos me era necesario detener cualquier actividad, para  relajarme y respirar, intentando de todas las formas, hacer a un lado esas extrañas sensaciones.   

Aunque intenté ignorar lo que sucedía, en ningún momento, mientras iba al trabajo o regresaba de él, pude tranquilizarme y recuperar la compostura.           

La sombra siguió apareciendo las noches siguientes; importunando mis sueños con su presencia. Me sentía vulnerable; no podía entenderla y tampoco enfrentarla, su simple existencia hacía trisas mis pensamientos. Sin un dios al que rezarle ni nada en que creer, la situación comenzó a desesperarme.

Mis intentos por regresar a la calma habitual de cada día, se hicieron cada vez más infructuosos y frustrantes. Psicólogos y neurólogos, solo insinuaban entre dientes que era presa de un trastorno del sueño, fueron ellos en primera instancia los que me recomendaron los  calmantes, que de una u otra forma, no surtieron efecto.

Mi estado mental se deterioró conforme pasaban los días, en la misma medida que aumentó mi paranoia; llegué a escuchar pasos tras de mí cuando caminaba por calles vacías y risas ilusorias en mi apartamento o en mi oficina; siguiéndome a todos lados, sin separase de mi...

No pude dormir bien de nuevo, porque al despertarme bañado en sudor; solo cuando aquella sombra, que resaltaba entre la oscuridad desaparecía, solo entonces me sentía tranquilo.

El extraño devenir de estos acontecimientos, que de a poco se hicieron parte de mí día a día, me indujo una serie de males que acabaron con mi salud.

Mis cada vez más recurrentes errores en el trabajo, motivaban quejas de mis compañeros y regaños de mi jefe. Dejé de ponerle atención a las cosas y perdí el control de mi vida... Me despidieron y tuve que abandonar mi apartamento, mudándome a una mezquina recámara en el centro de la ciudad.

Y por curioso que suene, no me importó en lo absoluto, pues estaba perdido en un laberinto de dudas que me nublaban el pensamiento; mi existencia se convertía en una ilusión, en una pesadilla, donde no era más que un fantasma.   

La sombra siguió apareciendo en las noches, esperando el momento en que la oscuridad dominara, para ocupar mi atención y reclamar mí sueño. No podía dormir mientras estuviera presente; observándome silenciosa, flotando ingrávida en la penumbra; sentía que si cerraba los ojos, moriría.

Por las noches en vela comencé a perder colores, aunque intentara dormir en el día; solo bastaba cerrar los ojos para que su recuerdo me atormentara.

El miedo, la incertidumbre y la paranoia se hicieron mi única compañía, terminé aislado, perdido en mi mente, completamente acorralado por ese enemigo desconocido....

La última noche, la sombra apareció con mayor claridad; casi me era posible seguir su silueta. Agucé la vista lo más que pude; con el corazón acelerado por la ansiedad, me adentré en lo profundo de la oscuridad, deseoso de hallar una explicación a mi locura; superado por la ilusión de ser libre de esa maldición, quise ver al demonio que había acabado con mi vida.

El monstruo se reveló antropomorfo y pálido, haciéndose cada vez más visible y entonces, enloquecí.

Superado por el horror, grité pero no emití ningún ruido, pues mi cuerpo ya no era mío; lo apreciaba tendido en la cama, con el rostro paralizado y la respiración agitada...

Soy testigo de mis recuerdos y ya no sé si en realidad fui humano, o solo soñaba con serlo, intentado escapar de la oscuridad perpetua; porque ahora y tal vez desde siempre, no soy más que una sombra.

        

  

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