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Ella sabe y presiente
Que algo ha cambiado
Dónde estás
No te veo es mejor
Ya lo entiendo ahora
Ya no me lamento
Yo sigo detrás
Para qué

Si cada vez que vienes me convences
Me abrazas y me hablas de los dos
Y yo siento que no voy
Que el equilibrio es imposible cuando vienes
Y me hablas de nosotros dos
No te diré que no
Yo te sigo porque creo que en el fondo hay algo

Los Piratas - El Equilibrio Es Imposible

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No podía concentrarse, le era imposible.

Se había pasado toda la noche dando vueltas en la cama. Ese beso ahora vivía en su mente de manera constante.

No podía negar lo que había sentido al sentír a Amelia así después de tanto tiempo. Casi pudo sentir que iba a estallar de deseo.

Mal asunto.

- Luisita hija - Manolita llamó la atención de la rubia, que parecía que ni siquiera estaba allí, desayunando con su familia - Pásame la mantequilla. ¿Qué te pasa esta mañana?

- Pues que está en babia, ¿no la ves? - Marcelino apostilló.

- O está enamorada - Marisol sonrió con picardía.

- ¿De quién? - A Marcelino no le gustó nada eso.

- Déjala Marce - Manolita tuvo que intervenir.

- Es solo que bebí un poco más de la cuenta anoche - Luisita mintió.

- Si ya me se yo cómo son esas fiestas de tu hermana - Marcelino sacudió la cabeza.

- ¿Y no pasó nada con Laia? - Marisol volvió a pinchar.

Luisita fulminó a su hermana con la mirada, pero a la chica le pareció de lo más gracioso.

- ¿Quién es Laia? - Marcelino se puso en alerta.

- Una amiga. - Luisita dijo sin más.

- ¿Y quién es esa amiga? Que no la conocemos.

- Marcelino - Manolita advirtió a su marido.

- La conocí en Madrid y ahora está aquí trabajando - Luisita se acarició la frente con cansancio - Pero creo que se vuelve pronto.

- ¿Y por qué dice tu hermana que es tu novia? Si se puede saber - Marcelino no estaba convencido con aquella explicación.

- Porque es idiota.

- ¡Oye! - Marisol le tiró un trozo de pan y Luisita se levantó con intención de darle su merecido.

- ¡Bueno! ¡Ya está bien! - Manolita también se levantó enfadada. - Que parecéis dos niñas pequeñas.

Marisol le sacó la lengua a su hermana y Luisita tuvo que marcharse de allí antes de que dijera o hiciera algo de lo que se arrepintiera.

Cuando llegó al King's el lugar estaba bastante más tranquilo que por las tardes o noches.

Luisita se sentó en la barra y María la miró con extrañeza.

- Pero bueno. ¿A que debo esta visita?

- Tu hermana, que es insoportable - Luisita resopló con enfado.

- Me imagino que te refieres a Marisol, porque Cata es un ángel del cielo.

- La misma. ¿Me pones un café? Muy cargado, por favor.

María le sirvió el café y se quedó mirando a su hermana.

- ¿Qué? - Luisita preguntó con cansancio.

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