WAKANDA FOREVER | O.S MARVEL

→ Scott Summers ✓

Summers abrió los ojos algo confundido y desorientado, al adaptar su vista a su entorno cayó en cuenta de que se encontraba en la habitación de Vanessa.

>>¿Qué hago aquí?<<

Scott continuó buscando una explicación coherente a la situación en la que se encontraba. Comenzando en hallar la respuesta a la pregunta hecha recientemente. ¿Qué hacía ahí? No tenía ni la menor idea, pero antes de continuar sacando conclusiones notó el bulto que se encontraba junto a él en la cama.
De inmediato cayó en cuenta, pasó la noche con Vanessa. Habían dormido juntos.

Cada beso, cada caricia, todo regresó a su mente, haciéndolo recordar lo sucedido.

Se acercó a el bulto a su costado  y se encontró con una chica de cabellos dorados, la cuál yacía dormida aislada de todo lo que sucedía fuera de sus sueños. El mutante se quedó admirando su belleza por unos segundos, si no es que minutos.

Sus facciones relajadas, su cabello despeinado, sus labios entre abiertos y la paz u tranquilidad que emanaba de ella hacía que Summers se volviera loco

Era totalmente hermosa.

No podía dejar de admirarla, Vanessa era como una droga para él, era adictiva, su presencia, su habla, su pensar, todo lo relacionado con la susodicha hacía que Scott desarrollara sus sentimientos.

Ella simplemente era quien ocupaba sus pensamientos desde hace días. ¿Y cómo culparlo? La chica era la persona más perfecta que pudiera existir, o por lo menos así era a los ojos de él.

Había pasado demasiado tiempo junto a Vanessa que se le hacía imposible dejar de verla, pasar un par de días sin poder deleitarse de su belleza era una total tortura. No poder besar sus carnosos y rosados labios era un martirio, ¿Y cómo culparlo? La rubia era todo lo que alguien podría desear.

Vanessa se removió adormilada entre las sábanas, así sacando a Scott de sus pensamientos.

— Hola— Murmuró la rubia tallandose los ojos con sus manos de manera no tan brusca.

— Buenos días— Respondió el contrario con una sonrisa, contemplando como la jóven tomaba asiento en la cama.

—Ya amaneció— Dice al mirar como la luz del sol se colaba por las cortinas de su habitación.

—Así es. ¿Cómo amaneciste?

—Un poco adolorida, ¿Y tú?

—De maravilla, todo gracias a que desperté a tu lado— Afirmó el castaño haciendo que Vanessa se sonrojara.

Al darse cuenta que sus mejillas habían tomado un color carmesí, ella bajó la mirada a su vez que cubría su rostro con sus manos.

—No hagas eso— Exclamó el castaño mientras apartaba las manos que le impedían ver el rostro de ella — Déjame verte.

—No quiero.

—¿Por qué no? Te ves hermosa así— Declaró tomándola por el mentón así alzando su rostro para poder admirarlo.

—No me gusta sonrojarme.

—A mí me encanta cuando lo haces.

—Entonces tendré que hacerlo más seguido— Afirmó la chica.

—Me encantaría que así fuera— Responde con una sonrisa.

Vanessa se limita a corresponder la sonrisa para luego juntar sus labios con los de Scott para así sellarlos en un beso, el cual fue gustosamente respondido de inmediato.

El beso poco a poco fue subiendo de tono, a su par se sumaron las caricias, los toqueteos, los chupetones y más. Así acabando en dónde iniciaron, entregando sus cuerpos y almas el uno al otro, demostrando el amor que se tenían.