Noche 2: Almas conectadas

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Era una casa pequeña, humilde y casi sin muebles. Olía a madera, polvo y cenizas. Las sillas del comedor estaban muy viejas; una estaba coja, todas inestables. No había nada de valor allí, nada interesante. Ese hogar estaba ahogado en la miseria, había hambre y pobreza a donde sea que se mirase. Sin embargo, no era un ambiente frío y triste.

Era muy cálido.

Sus habitantes seguían sonriendo, aun si la guerra les quitó todo.

- Tía Mito, ¿Pueden venir de nuevo Killua y Alluka aquí? Es que...

- Pueden quedarse.

-¿Eh?

La mujer le sonrió al niño, y acarició su cabello con un cariño casi maternal.

- Todos los días, veo por la calle a niños corriendo descalzos, asustados, mirando a cada adulto que pasa por su lado con una mirada aterrorizada, que a su vez suplica por ayuda. No hace falta analizarlos mucho para darse cuenta de que son huérfanos, que esta guerra los ha dejado huérfanos, seguramente debido a los bombardeos. Es el caso de esos dos, ¿verdad?

Gon asintió con profunda tristeza.- Cuando los conocí, muy poco antes de que te los presentara, ambos estaban llorando cerca del mar. Fue muy a principios de la guerra, sus padres, y varios de sus hermanos, murieron en el primer bombardeo.-

Flashback

Gon corría horrorizado por las calles de la ciudad. Estaba herido, y había respirado demasiado humo tóxico. No tenía fuerzas, estaba perdiendo sangre, pero no dejaba de correr. Su corazón latía tan rápido que era lo único que podía escuchar.

Sus piernas le ardían, temblaban, no aguantaron y acabó desplomandose al suelo. Chilló de dolor e intentó retener las lágrimas.

Volteó su mirada, girándose como podía, estando tendido en el suelo todavía, para ver detrás de sí.

Esa parte de la ciudad estaba prácticamente destruida por completo. Había mucho fuego.

Con rabia, golpeó el suelo con el puño cerrado, con la fuerza suficiente para sangrar.

Se salvó por los pelos. Pudo escapar a tiempo cuando un trozo de una casa se vino abajo. Si no hubiese reaccionado rápido, sino hubiese estado lejos desde el principio, si no hubiese sido joven y fuerte, no hubiese podido escapar. Estaría muerto. En ese momento solo atinó a correr tanto como pudo sin mirar atrás, y rodó por el suelo con los ojos cerrados y cubriéndose las orejas, hasta chocar con fuerza contra los containers, provocando que estos se volcaran y lo enterraran entre basura.

Pocos segundos después, Gon escuchó varios gritos desgarradores, llantos, golpes y sangre salpicando. Demasiado seguidamente, cayó una segunda bomba, lo suficiente lejos como para preocuparse, pero lo suficiente mortal para otros seres iguales a él. Otros seres con el mismo derecho a vivir que él.

En lo que llevaba de vida, jamás había experimentado un terror así.

Se lamentó y lloró entre la basura, mientras notaba como iba perdiendo sangre de distintas heridas, y el dolor punzante en el brazo izquierdo.

Cuando finalmente se levantó, el paisaje delante suyo era desolador. Había muchos cadáveres.

-¿Por qué? ¿Por qué tantos murieron y yo me tuve que salvar?- Pensó

"Siempre hay un motivo para seguir vivo. Mientras tengas un motivo para estar aquí, Dios cuidará de ti"- Recordó las palabras de su tía, mientras apretaba con fuerza la mandíbula, para retener sus lágrimas.

Desvanecerse. (GonKillu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora