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El día ha mejorado, dejó de estar muy nublado para ponerse en un punto medio donde se puede disfrutar más el clima. Aunque eso no quita que haya ganas de ir por un dulce café como suele hacerlo en días así de lindos, o también intermedios.
Esa siempre era mi rutina favorita desde que me mudé a esta ciudad, pues al ser nueva desconocía muchos lugares y solo lograba reconocer algunos por estar cerca del pequeño departamento en el que estoy viviendo actualmente.
A pasos lentos y firmes me dirigía hacia la cafetería que siempre suelo concurrir con normalidad, ya que en esta estación era justo donde debía comprar mi bebida favorita. Sí, no hay ninguna semana que no haya comprado mi café favorito; el capuchino americano en este lugar.
Miraba con una pequeña sonrisa el lugar, me gusta observar la hermosa decoración que tiene el establecimiento, aveces me preguntaba cómo a mis amigos muy pocas veces los invitaba por estos tranquilos rumbos. La razón era sencilla; ellos prefieren los lugares más concurridos y alegres, cosa que a mí no me agrada del todo porque soy una persona que ama la paz y el silencio, claramente se puede notar a simple vista. O una simple mirada.
Estaba por cruzar el último peatón y al fin llegar a mi destino, pero el sonido del timbre de mi móvil llegó hasta mis oídos, tal vez era un mensaje de Heesung avisando que ya ha llegado a la cafetería primero. Y lo comprobé al verlo a través del gran ventanal del lindo negocio, él esperaba por mí paciente en esa linda silla de muy bonito diseño minimalista al igual que todo el lugar.
Decidí darme más prisa, no quería llegar más minutos tarde. Sinceramente nunca fui muy fan de la impuntualidad, me desagradaba completamente, no toleraba en absoluto que alguien se demorara mucho o tan solo unos cuantos segundos de la hora ya establecida.
Entré por la gran puerta del local y me fui a por mi amigo quien solo tenía la vista fija en revisar su móvil despreocupado, reí por lo bajo al ver su expresión tan graciosa, y sabía a qué se debía. Uno; o vio alguna cosa que le sorprendió. Dos; o es que ya notó que no he contestado los mensajes y, lo dejé en visto.
A tan pocos pasos lo escuché hablar en voz baja, sabía que se molestó un poco por mi actuar.
—Ya me las pagarás la próxima vez, Park Sunghoon.. —Frunció el entrecejo levemente con un notable enojo y se cruzó de brazos el de cabellos teñidos rojizos.
Yo solamente sonreí inocente casi sin notarse mucho, a pesar de llevar muchos años conociéndonos; él nunca ha cambiado su comportamiento tan juguetón y a la vez maduro conmigo, eso me llenaba de mucha alegría y paz, porque sabía que el tiempo que pase, Heesung seguirá siendo aquel mismo muchacho que conocí en mi niñez.
Por más que su aspecto físico cambie con el paso de los años, su personalidad seguirá siendo la misma. Y dudas no hay, porque para eso él ya lo está demostrando.
