Capítulo 3

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Nuestros mentores tratan de asimilar la escena "agradable" entre Cato y yo.

–Al parecer, ustedes han ensamblado más que miradas. –dijo Lyme.
– ¿Se llevan bien? –siguió Enobaria mientras fruncía el ceño.
–Tal vez... tal vez si, tal vez no. –dije sin tomarle importancia.
– ¿Qué más da? Lucharemos a muerte hasta quedar únicos, y después, nos las arreglaremos. –dijo Cato encogiéndose de hombros mientras revelaba una sonrisa falsa.
–Eso me complace. –Se unió Brutus–. Deben estar aliados hasta quedar únicos. Es la mejor técnica.
– ¿Algún otro consejo? –sugirió Cato.
–Por ahora no –dijo Brutus–. Vayan a descansar.
–Duerman muy bien. Mañana empezaremos. ¡Por fin! –Exclamo Sue–. ¡Por fin me are cargo de mis profesionales!

Cato y yo intercambiamos miradas con disgusto, y nos dirigimos a nuestros compartimentos.

–Yo también tengo ganas de degollarla con una guadaña, pero es nuestro boleto hacia los patrocinadores. –dijo Cato antes de abrir la puerta.
Me recosté de lado en la puerta y dije:
–Los odio a todos.
–Yo también. Pero, mira el lado bueno, Clove. Hicieron los Juegos del Hambre.

Le regale una sonrisa maliciosa y abrí la puerta con severa pereza.
Encontre la cama y me lanze sobre ella. Suabe, fresca y relajosa, deje que me llevara en sueños.
...
– ¡A levantarse! –grito la mujer con su típica voz chillona–. ¡Ya es hora, ya es hora mis niños!
Me incorporo de la cama sin ánimo alguno. Como me quedé dormida con la ropa de ayer, salgo al vagón comedor ya lista.

Lyme y Brutus están junto a la expendedora de Café. Enobaria y Cato se encontraban retirando pequeñas migajas de pan revoloteadas por sus ropas. Hoy tendré un desayuno complaciente. La mujer no aparece por ningun lado.

— ¿Espada, cuchillos, lanzas? ¿En que los entreno? —dijo Enobaria mientras yo retiraba una silla.
—Con lo que sea. —Respondió Cato—. Puedo con todo.
— ¿Así? Seguro pudes lanzar un cuchillo a más de quince metros de distancia y clavarlo en mi garganta. —dije retándolo. Me ha molestado el hecho de querer impresionar.
—No. Te aseguro que no puedo hacer eso. Pero si puedo cogerlo y clavartelo en tu cráneo.

Enobaria sonrió divertida.

—Entonces Cato... ¿puedes con la espada?
—Claro. —Se encogió de hombros—. Lanza, guadaña, machete.
—Bien, yo te entrenare con la espada. Y Brutus —señalo con la cabeza—. Te servirá de ayuda con la lanza.
—Seguro.
—Bueno.  Clove, ya veremos cómo te va con los cuchillos. Se lo dejaremos a Brutus y a Lyme. Yo te daré consejos contra un oponente con la espada. —asenti—. No has sido entrenada con la espada, y supongo que Cato ha tenido bastante práctica a lo largo de los años. Probablemente salió del vientre de su madre con esos valores y agitando la espada. Tu mejor opción es despojarlo de su espada con anterioridad y actuar con rapidez en el combate de cuerpo a cuerpo.
—Bien. Soy buena en el combate de cuerpo a cuerpo. He vencido a Cato.
—La única. —dijo él.
—Aprecio eso. —sacudió la cabeza con desaprobación—. No has comido. Come.

En cuanto Enobaria se precipita de mi hambre, me sirven comida a rebosar.

— ¿Cómo los tienes, Enobaria? —pregunto Lyme acercándose a nosotros.
—Por ahora, todo marcha bien.
—¿En qué sirven? —pregunto Brutus.
—Cato: espada, guadaña, lanza, machete—. Brutus asomo una sonrisa orgullosa—. Clove: cuchillos. Y afirma ser muy buena en combates cuerpo a cuerpo.
—Entonces, me.hare cargo de Cato en las lanzas, y a veré si le sirvo de algo a Clove con los cuchillos.
—Primero lo primero. —interrumpió Lyme—. Conocerán a sus estilistas y entraran en el Desfile.
—Una de las oportunidades perfectas para ganar patrocinadores. —dijo Enobaria.
—¡Bien, bien, bien! ¡Hemos llegado! —Entra la mujer haciendo que Lyme y Enobaria den un sobresalto—. ¡Grandes sonrisas! —dice la mujer, y nos da un empujoncito. Nuestros pies empiezan a moverse hacia adelante.

El tren frena. Lo primero que mi cerebro permite almacenar es: Los tintes, pelucas y trajes de vivos colores que están de moda. Los ciudadanos del Capitolio gritan y piropean en
alto con  tonos recortados y vocales tontas extrañas.

—No se tu... pero parecen payasos, repugnantes. —me dijo Cato al oído.
—No sé tú. Pero nosotros somos la atracción principal.
Cato empezó a reír entre dientes y dijo:
—Entonces, hemos formado un circo.
Me voltee hacie él y le regale una sonrisa.
—Los quieren muertos. —dijo Lyme.
—Lo sabemos. Por eso hay una recompensa ¿no? —dije irritada.

Obvio que sé que nos quieren muertos. No nos entrenan desde los siete años por nada. Nacimos para matar. Somo máquinas de matar. Y nos educaron sicológicamente para ser ineptos, arrogantes. ¿Qué más da? Yo solo quiero llevar honor, orgullo a mi familia. Vivir sola y responsable en la Aldea de Los Vencedores. Ser solo yo o una vencedora más.
— ¡Hemos llegado a la estación! —La mujer me interrumpe de mis pensamientos—. Los dejaran tan, tan hermosos sus estilistas

Por suerte, nuestros estilistas no son tan tontos. Los del Distrito 1 y los nuestros siempre son los mejores después de todo.

KILL OR BE KILLEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora