II

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En lugar de encogerse, las gotas de lluvia reventaban cada vez con más fuerza y ruido sobre el edificio, como si quisiera alejar a la pareja del mundo por las siguientes horas, lo cual agradecieron yendo hacia la sala de interrogatorios más cercana. Daisuke tenía la mala costumbre de dejarlo caminar adelante en soledad y adelantarse en público. Era su forma de hacer conocer a la sociedad su dominio, mientras que con Haru se mostraba relajado.

-Me gustaría caminar a la par tuya, para variar.

-Es que me gusta verte caminar.

-¿Ah, sí?

-Pero deberías corregir tu postura. Estás encorvado y eso te hace parecer deprimido.

-No estoy deprimido, estoy agotado. Así camino cuando trabajo demasiado.

-Te verías más alto si caminaras bien.

-¿Y eso te gustaría, Kambe? ¿Considerando que tienes que usar plataformas para poder darme un beso?

Al escuchar los pasos del otro detenerse, Haru volteó el rostro para mirarlo, también deteniéndose. Se notó que el millonario estaba molesto y verlo así hizo que el cuerpo se le contraiga. Su altura era uno de sus pocos complejos, por no decir el único, pero nunca había visto tan opaca bruma de irritación en Kambe solo por mencionarlo.

-¿Daisuke, estás molesto?

-Ven aquí.- Sonrió a medias de pronto con los ojos de una bestia carnívora arrojándose sobre su presa, haciendo que Haru salte de sorpresa y su cabello se erice de impresión como el de un gato asustado, comenzando una travesía que duró poco pero los entretuvo hasta llegar a la puerta de la sala de interrogatorios, donde se golpearon sin querer como niños jugando al escondite e intentando ganar a la vez.

La risa contagiosa y divertida de Haru mantuvo a Daisuke sonriendo todo el rato que estuvieron estancados contra la puerta. No era mentira que amaba hacerlo feliz, y verlo reír tanto con tan poco le recordó el verdadero milagro que el extraño rumbo de la vida le otorgó al poder compartir con él todos sus asuntos, de los más bellos a los más tristes. Otro beso se deslizó de su boca y alegrado aún por la adrenalina del momento que pasaron, Haru lo recibió con absoluta vehemencia, respondiendo con otro más profundo y lujurioso, mordiendo apenas el labio inferior del millonario, inundándolo de deseo. Las manos del más alto recorrieron con suavidad pícara el cuerpo de Daisuke y de tan embelesado que este estaba, tardó en reaccionar al oír las esposas ajustándose alrededor de sus muñecas.

-Te gané.- Escuchó a Haru decir en voz baja.

-Oh.

-¿Entremos?

La diminuta llave estaba puesta asique no tuvieron que hacer más que girarla para ingresar y lo mismo para cerrarla del lado de adentro. Había a disposición dos sillas y la mesa donde habían cuestionado a sospechosos innumerables veces, pero ahora se hallaban demasiado ocupados mirándose mutuamente para hacer caso a memorias que en nada venían al caso.

-¿Qué vas a hacer ahora conmigo, Inspector Kato?- Se le acercó con una mueca de gracia, como si le diera algo de risa que lo haya esposado por la urgencia de ganarle pero ahora se tomara su tiempo para su próximo movimiento.

-Pues, eso depende de cómo te portes. Puedo...- Una de sus manos acarició el pecho marcado del millonario y la otra una de sus piernas, haciéndolo retroceder hasta sentarse en una de las sillas. -... complacerte de muchas formas.-

Dicho esto, lo besó en un principio con cariño y luego con mayor tacto, como si en su boca encontrara un néctar delicioso y adictivo. Haru había aprendido a amar el humo de su boca a pesar de no fumar y una vez sus manos recorrieron su abdomen, impartió todos los besos que quiso, ardientes del fuego que claramente los estaba consumiendo. Daisuke pronto comenzó a sentirse impotente por no poder tocar todo lo que le gustaría, Haru se dio cuenta por el ruido bajo que expulsaba su garganta, y antes de que pudiera aferrarse más a él giró por detrás de la silla. Recorrió con paciencia su nuca y cuello con los labios y las yemas de sus dedos lo acariciaron al desabotonar el traje negro y la camisa blanca, ya desajustados por tanto movimiento. Una vez liberado de ropas superiores, Kato por poco creyó que iba a caer de rodillas. La piel suave como mármol y blanca como el marfil y los músculos y brazos marcados como tallados en una estatua lo hicieron salivar. Adoraba el cuerpo de su novio y su cabeza dio vueltas al recordar la primera vez que lo hicieron y cómo sintió que sus ojos quedaron libres de cualquier impureza al verlo.

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⏰ Última actualización: May 01, 2022 ⏰

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Lover - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora