✧ 005 - Final

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Encontraron al príncipe al día siguiente en un paraje del valle, donde finalmente, el invierno había hecho mella.

Su cuerpo inmaculado yacía sobre un montículo de hierba, cubierto de hielo y de nieve, mientras carámbanos helados resplandecían en los árboles cercanos.

Las flores habían muerto en aquel rincón y el propio muchacho permanecía impávido, casi sin vida ante el frío que lo rodeaba.

Con gran tristeza, los magos lo recogieron y encendieron un par de luces para velar por su alma dormida, antes de que Taehyung lo entregara con Sus Majestades.

Los reyes palidecieron al ver el trineo que se acercaba hasta sus puertas, transportando un camastro improvisado y lleno de flores.

Se suponía que fuera un día de dichoso reencuentro pero al ver a su hijito, lágrimas amargas acudieron al rostro de la reina.

A pesar de todas sus precauciones la profecía se había cumplido. Jimin había caído en un sueño interminable.

Lo hicieron colocar en su habitación designada dentro del palacio, una estancia preciosa de paredes azules en la cual descansaría para siempre, recostado sobre una cama mullida de dosel y sábanas blancas.

Lo mandaron vestir de azul, su color favorito y le pusieron una rosa blanca entre las manos, en señal de su pureza.

Su enigmática belleza, melancólica y callada, parecía que no iba a marchitarse nunca y despertaba un aire de tristeza entre los sirvientes, que le miraron con anhelo.

Presentían que su principito nunca despertaría.

Una densa nevada empezó a cubrir las calles, amenazando con helarlo todo a su paso. El invierno castigaba con toda su crudeza.

La congoja se apoderó de la residencia real y un extraño sopor invadió a sus habitantes.

Esa sensación se extendió lentamente hasta el pueblo, hasta que no quedó una sola persona que pudiera mantenerse en pie dentro del reinado.

Sin saberlo, aquellas buenas personas volvían a ser víctimas de la magia de un príncipe que lloraba por haber maldecido lo único que brindaba alegría a su frío corazón.

Si tan solo hubiera sabido que algún día cambiaría al reencontrarse con ella...

Jungkook se introdujo sigilosamente en los aposentos del muchacho, mirando con dolor su pálido rostro sobre la almohada.

Lucía tan frágil y tan etéreo. La rosa que sostenía entre sus delicadas manos terminaría por morir algún día pero él, su precioso príncipe nunca correría la misma suerte.

Su piel seguiría lozana y su hermosura perduraría con el tiempo, mientras él continuara a su lado para velar su sueño.

Se lo debía por todo el daño que le había ocasionado. Ojalá sus caminos no se hubiera cruzado nunca.

—Perdóname, mi vida —susurró, mientras se inclinaba para acariciar su frente y retirar con suavidad las hebras platinadas que obstruían su semblante— He sido tan egoísta. Traté de salvarte y solo terminé rompiendo tu corazón.

Su mano se deslizó por la nívea mejilla del joven, fría como la nieve y le miró con embeleso.

—Quisiera retroceder el tiempo y no haber amenazado a esa niño inocente —confesó, lleno de arrepentimiento— ¿Pero cómo poder imaginarlo? Eras tan distinto a mí, tan limpio y puro... debí imaginar que de una manera u otra, tú terminarías venciéndome, sin ayuda del invierno.

Posó su frente sobre la del rubio y cerró los ojos, conteniendo los sentimientos de rabia, tristeza y desesperación. Hacía años que no derramaba una sola lágrima.

—No temas, mi pequeño príncipe. Te protegeré —le prometió— Nadie nunca osará lastimarte de nuevo. Nadie irrumpirá en tu presencia mientras yo esté aquí. Así tenga que hacerlo toda una eternidad. Te amo...

Cuando descendió sobre los labios suaves del príncipe con los suyos, pudo jurar que la misma electricidad que lo había recorrido la primera vez seguía allí, debajo de su boca dormida, pulsante y llena de pasión.

Lo besó saboreando con lentitud la miel de sus belfos, como si fuera la última vez que tuviera ese privilegio.

Y una vez que volvió a mirarlo, se dio cuenta de que las rosas en sus mejillas se habían intensificado y sus largas pestañas comenzaban a moverse, como si a sus ojos les costara levantarlas.

Pero lo hicieron.

Aquellos orbes del color del océano se fijaron milagrosamente en los suyos, haciendo latir su corazón frenéticamente.

—Jimin... —murmuró, casi sin voz.

El blondo le sonrió con dulzura como si nada de lo ocurrido en el bosque estuviera ya en su memoria.

Lo había visto entrar a cuidarlo en sueños, había sentido su arrepentimiento y su noble corazón, que no conocía de rencores, lo había perdonado aun antes de que la devolviera a la vida.

Quien fuera su perdición había resultado ser su amor verdadero. Jungkook lo había salvado. Y ahora, el invierno retrocedía.

Jimin extendió una mano hacia su pecho y él lo ayudó a incorporarse delicadamente sobre el camastro, permitiéndole descansar entre sus brazos y envolviéndolo como si fuese un niño al que tuviera que proteger.

Le susurro palabras dulces al oído y volvió a pedirle perdón.

Jimin elevó su mirada hacia él y le acunó el rostro con una mano, sin encontrar rastro de la maldad que el pelinegro había asegurado tener, aquella fatídica tarde en el valle.

Sabía que no podía ser tan ruin.

—Debo alejarme de ti cuanto antes —dijo Jungkook, tomando su mano para besarla con ansia— Solo destruyo lo que toco. No soportaría lastimarte de nuevo. Eres demasiado bueno para mí.

El chico lo miró con dulzura.

—Tú has demostrado que el amor obra milagros — murmuró, besando con ternura la línea de su mandíbula—Te he perdonado, Kookie. Por todo.

—Y es más de lo que merezco.

—No quiero estar lejos de ti.

—¿No lo ves? Yo te hice esto en primer lugar. Mereces a un hombre bueno, mi vida—insistió él—. No tengo nada que ofrecerte, aparte de mi soledad y las enemistades que cargo conmigo. Incluso la de tus padres. El invierno se acaba y tu Reino no tardará en despertar. Amarán ver a su futuro rey sin estar ligado a un monstruo.

Pero él seguía sonriendo con serenidad.

—No eres un monstruo, mi amor—su mano esbelta se abrió pasó entre su camisa hasta su corazón—. Sé que siempre ha habido bondad en ti, pero las circunstancias te han hecho defenderte del mundo. Lo comprendo. Y quiero estar a tu lado para demostrarlo. No podría amar a nadie más. Ahora sé que estábamos destinados a estar juntos.

—No lo comprendes. No soy tan joven como me ves...

—Pero tienes magia como yo. Y un buen corazón.

—No sé si pueda convertirme en lo que tú necesitas. Quisiera hacerlo —dijo Jungkook con fervor— Pero... no sé...

—Yo sí. Quiero estar a tu lado —Jimin volvió a besarlo con suavidad en los labios— Y si he de enfrentarme a la oposición de mis padres, a la del mundo entero... entonces iré contigo hasta el fin del mundo. Pero estaremos bien —entrelazó sus manos— Juntos.

Y al ver una vez esa sonrisa, tan bella y llena de esperanza, él supo que tenía razón.

Soportaría cuantas pruebas o personas se interpusieran en su camino, solo para seguir haciendo feliz a su pequeñi principito, seguirlo en aquel sueño de unvierno.

Winter Dream ✧ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora