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Su despertador sonó, con la RV36 de Vivaldi que no era demasiado fuerte, pero que no podía pasar desapercibida para él.

Abrió sus ojos. Y nada vio.

No era oscuridad. Simplemente no había nada que pudiera percibir.

Como ponerse una mano cubriendo un ojo sano que ve. Así era como las cosas se presentaban frente a él.

Se enderezó y se sentó en la cama, buscando con sus pies las pantuflas que Hansol le juraba, eran de gatitos. A pesar de jamás haber visto uno, por su descripción y al acariciarlos, podía decir que eran sus animales favoritos.

Siempre quiso tener uno, pero de pequeño no tenía tiempo para cuidar a alguien más, ya era suficiente con aprender a vivir el mundo de manera diferente a los demás. Sólo tuvo uno, pero después de eso ya no había tenido la oportunidad.

Tropiezos siempre había tenido. Pero aprendió a ser cauteloso.

Suponía que sus ojos resaltaban mucho, pues cuando no usaba sus gafas negras, escuchaba exclamaciones a su alrededor.

Según las descripciones de Hansol, al parecer las personas tenían el centro del ojo de un color negro.

En el caso de Jun, era de color blanquecino.

«Es como si tuvieras dos perlas, Jun»

Y él no sabía que eran las perlas, sólo las había sentido en sus manos con una forma redonda casi perfecta y de superficie lisa. Pero si eran hermosas como Hansol lo decía, confiaría en él.

A pesar de su discapacidad visual, Jun tenía una vida normal. Era abogado y cuando Hansol bromeaba que si era uno al estilo de Daredevil, lo único que pudo responder fue que a pesar de saber artes marciales, no podría golpear a otra persona por su pacto de pacifismo total.

Eso y que sus sentidos no estaban extremadamente desarrollados.

Aunque en cierta parte era cierto que tenía mejor oído y olfato que el resto de las personas, porque la necesidad los habían obligado a volverse más agudo.

Neuroplasticidad.

Junhui notaba cada sonido a su alrededor, sus dedos eran muy sensibles a lo que tocaba. Su olfato percibía aromas con más rapidez y agudeza.

A falta del sentido más preciado por las personas, él se conformaba con moverse en un mundo de sonidos, olores y sensaciones.

Las imágenes eran tan extrañas para él que podía decir con seguridad que no se lamentaba de ser completamente ciego. Simplemente era lo único que conocía.

Se preparó el desayuno con la cautela debida. Sentía la presencia de su confiable perro lazarillo y los sonidos ligeros de la ciudad despierta llegaban hasta él.

Se sentó en su mesita del comedor y sintió la brisa entrando por su balcón, al que no salía por obvias cuestiones, pero que siempre abría para dejar entrar los sonidos y el viento.

Sintió a su perro recostarse en sus pies y sonrió suavemente.

Estaba acostumbrado a ese mundo desprovisto de colores y figuras. A solamente estar acompañado de su fiel compañero. A estar expuesto a los sonidos y lo que las ondas en el viento llevaran para él.

Hansol y Jeonghan eran sus amigos cercanos, apoyándolo siempre y sin agobiarlo o hacerle las cosas más difíciles.

Junhui entendía su preocupación a veces, pero se había cuidado bien por 29 años y así seguiría haciéndolo.

Recargó su barbilla en la mano y siguió disfrutando de la calma de la mañana. Hasta qué escuchó una risa profunda e histérica.

Movió la cabeza en dirección del sonido. Estaba amortiguado por la pared, porque provenía del departamento vecino. Del departamento de Wonwoo.

Orgel (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora