En el mundo oscuro de la mafia rusa, Alexei Smirnov, un poderoso pakhan, está dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperar a la mujer que ama, Dalete Anderson.
Pero a pesar de su pasión, no puede evitar sentir un profundo rencor hacia ella.
Dalet...
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Maira miraba a Stela como si estuviera loca, y honestamente, no podía culparla. La idea de remodelar la habitación que compartía con Leo, pintando las paredes de negro, era bastante arriesgada.
—Maira, es mi habitación —insistía Stela, con los brazos cruzados y una actitud desafiante—. ¿Por qué no vas a tu habitación y cambias la pintura de las paredes a tu gusto?
—¡Oye, qué gran idea! —exclamó Maira, con una sonrisa radiante.
—Lo sé —dijo Stela, sorprendida por la respuesta.
—Dali, ¿me ayudarás? —me preguntó Maira, mientras Stela la miraba con el ceño fruncido.
—Obvio no, ella me ayudará a mí —respondió Stela, defensiva.
—No te pregunté a ti —replicó Maira, dejando claro que no tenía intención de discutir más.
Justo cuando estaba a punto de intervenir y decir que no podía ayudar a ninguna de las dos, unos gritos resonaron en la casa. Agradecí la interrupción, lo último que quería era que mis primas comenzaran a pelear de nuevo.
—¿Qué son esos gritos? —preguntó Maira, mientras salía disparada de la habitación.
La seguí, y en el último escalón nos detuvimos, quedando atónitas al ver a Stefi gritarle a Ethan, quien intentaba evitar que subiera las escaleras.
—¿Qué hace la serpiente número uno aquí? —pensé, sintiendo una mezcla de incredulidad y desconfianza.
—¡Tú! —exclamó furiosa, apuntándome con un dedo—. ¡Todo esto es tu culpa!
—¿De qué estás hablando? —pregunté, confundida y defensiva.
—¿Crees que estás aquí porque Alex está enamorado de ti? —preguntó, su voz cargada de desdén.
Miré a Ethan, esperando alguna explicación, pero no tenía idea de lo que estaba pasando.
—Pobre ingenua —sonrió Stefi, disfrutando de mi confusión—. ¡Tu querido Alex te trajo aquí por venganza!
—Estás loca —intervino Stela, apoyándose en la pared como si estuviera a punto de desmayarse.
—Si no me crees, pregúntale —desafió, mientras Ethan intentaba sacarla de la mansión—. ¡Es una venganza por haberlo dejado hace años!
No podía ser cierto… Mi mente daba vueltas.
—Definitivamente está loca —dijo Stela cuando Ethan finalmente logró arrastrarla fuera de la casa.
—Ven, Dali —me dijo Maira, llamándome a seguirla.
La seguí, mi cabeza hecha un lío. Ahora todo parecía tener sentido. Era tan estúpida por no darme cuenta antes de lo que estaba en juego. Había dejado a mi familia, a mi vida, solo por Alexei.
