Había llegado ya el temido lunes, y Carla no tenía muy claro lo que quería hacer, y más después de saber que Alejandro seguía interesado en ella, por los mensajes que le había escrito el fin de semana.
Carla se encontraba muy confusa, sin saber que hacer, por un lado, estaba Alejandro por el que seguía sintiendo algo muy fuerte y por otro lado estaba Pablo que después de lo que pasó el fin de semana no había dado señales de vida y no sabía que se iba a encontrar cuando lo viera de nuevo.
Todo se estaba complicando mucho, si ya veía difícil trabajar con alguien con el que había tenido algo, más complejo aun, era trabajar con alguien con el que había tenido algo y le generaba dudas desde el principio, por estar pensando en una tercera persona.
Carla estuvo pensando todo el fin de semana, y como se había propuesto, quiso llegar antes a trabajar para poder hablar mejor con Pablo antes de que llegara el jefe, ya que necesitaba tener cierta intimidad para poder hablar mejor de todo. Como siempre ya llegaba tarde, así que se vistió corriendo, y salió bastante rápido para encontrar a Pablo a solas.
De camino al trabajo, Carla iba paseando y valorando múltiples soluciones a su problema, y como siempre veía que lo mejor sería dejarse llevar por el momento. Carla no había sabido absolutamente nada de Pablo durante todo el fin de semana, después del día que estuvieron en su casa, y no sabía ni en qué punto se encontraba él con respecto a ella, y que pensaba de lo que pasó ese día. Carla se iba a meter en un terreno desconocido que no sabía cómo iba a salir de él.
Carla llegó al taller, abrió la puerta temblorosa, pensando: «Bueno ... No he hecho nada con Alejandro, me siento como si le hubiera sido infiel a Pablo, tampoco es que tenga nada con Pablo, no sé qué piensa él tampoco de lo que pasó el otro día, no sé por qué me complico tanto la existencia la verdad, voy a dejar mejor que fluya todo ...»
Carla divisó al final del taller a Pablo, estaba ya trabajando unas piezas para una mesa que se le había ocurrido. Pablo vio a Carla y no supo que decir, no esperaba que estuviera ahí y más tan pronto.
—Carla, ¿Qué haces aquí a estas horas? No hace falta que entres hasta dentro de una hora, no lo entiendo.
—Ya bueno, no lo sé ni yo— soltó Carla con tanta la sinceridad y toda la naturalidad del mundo.
Pablo no pudo evitar mirar a Carla, embelesado y con una sonrisa por su respuesta.
—Deberías de saberlo ...— dijo él sonriendo.
—Bueno en realidad ... Si sé a qué he venido antes, creo que tenemos que hablar.
—¿Estás rayada? ¿Es por lo que pasó el otro día?
A Carla nunca le había funcionado eso de ocultar la verdad o mentir, aunque lo había intentado más de una vez, sabía que esas cosas salían mal. Así que, se dispuso a tragar saliva y coger aire, y decir todo lo que se la podía pasar por su cabecita; aunque le costaba que salieran las palabras.
—Pues sí, es por lo del otro día, no sé ...
—Es un poco incómodo ¿no?
—¿Incómodo? — dijo Carla sorprendida.
Carla se esperaba de todo, menos que Pablo dijera esa maldita palabra. «¿Qué iba a ser lo próximo? ¿Decir que fue un error? Tierra trágame, me gusta y voy a tener que trabajar con él sintiendo algo por él, ¿y él por mí un calentón de un día y ya está?, por lo que acaba de decir ...» pensó Carla, mientras se metía de lleno en su mundo sin escuchar nada más. Fue entonces, cuando comenzó a darse cuenta de que lo que sentía por Pablo era más de lo que ella pensaba, y la estaba fastidiando bastante que dijera eso.
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Hambrienta de sueños
Roman d'amourUna mujer inconformista que se siente prisionera en su pequeña ciudad para cumplir sus sueños. Un chico joven, rebelde e impulsivo capaz de atraer a su alrededor miles de problemas. Un hombre maduro y equilibrado reflejo de paz y tranquilidad. El c...