Parte sin título 4

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CAPITULO 4

Selena cogió la tarjeta que el agente García le dio, y justo en ese momento, se dio cuenta de que todo su mundo se había desmoronado.

Preparó una maleta con ropa y productos de higiene y maquillaje, bajó con el agente García a la calle, monto en el coche patulla, y viajó en silencio hasta el hotel. Después de registrarla con nombre falso y comprobar que no les hubieran seguido, y que la habitación era segura, el agente se despidió de Selena, y se fue al laboratorio con el portátil y el móvil de Selena.

Ya sola en la habitación, Selena cerró la puerta con el pestillo, y se puso a recorrerla en silencio. La habitación era sencilla, un pequeño saloncito con un sofá y una televisión a la derecha, la habitación, con una gran cama de matrimonio y un escritorio donde estaba el teléfono, y otra pequeña televisión en la pared de enfrente a la cama, y en la habitación una puerta corredera separaba el cuarto de baño, con una bañera y ducha de hidromasaje.

Selena se dio una ducha, y cuando salió, se sentó en la cama, y, después de mirar a la nada durante un buen rato, rompió a llorar, las lágrimas inundaron su rostro, se dejó caer de lado en la cama, y allí, en posición fetal, lloro, lloro tanto que acabo durmiéndose, encima de la cama, en albornoz.

La despertó un fuerte ruido, Selena se puso en pie de un salto, el corazón le iba a mil por hora, oyó pasos en el saloncito, y un nudo se le formó en la garganta. No sabía qué hacer, así que cogió el inalámbrico de la mesita y se encerró en el cuarto de baño. Marcó el número de la comisaria y rezaba en silencio para que contestaran rápido.

-Venga, venga, venga, por favor, coge el teléfono...

-Comisaría de policía ¿en qué puedo ayudarle?

-¡Gracias a dios! Soy Selena López, estoy en el hotel Meliá Princesa, alguien ha entrado en mi habitación, por favor manden a alguien rápido...

En ese momento alguien intento entrar en el baño, empezó a golpear la puerta.

-Dense prisa por favor, está intentando entrar en el baño.

La puerta cedió, y en el momento en el que se estaba abriendo, se oyó un disparo, y el ruido de un peso cayendo al suelo.

-¡Selena! ¡Selena! ¿Dónde estás?

-Aquí, pudo decir entre lágrimas Selena.

Cuando García entro en el cuarto de baño, se encontró a Selena tirada en el suelo, al lado de la bañera, agarraba con tanta fuerza el teléfono que los nudillos los tenía blancos, tenía la mirada perdida y no paraba de hipar y temblar.

-Selena, soy el agente García, ya está. Ya pasó, suelta el teléfono. Tranquila, ya está, suelta el teléfono.

Selena no podía parar de temblar, miraba al agente a los ojos, pero no podía ver ni oír nada, estaba paralizada por el miedo. Notó que alguien le cogía las manos, y, solo en ese momento, pudo reaccionar, se apartó bruscamente dando manotazos al aire y gritando a pleno pulmón. Al agente García le costó reducirla, la agarró las manos y la abrazó fuertemente mientras le decía una y otra vez que ya estaba a salvo. Cuando Selena reconoció la voz del agente, dejó de resistirse, y se abrazó fuertemente a él, mientras rompía a llorar y le decía que no la dejara sola.

-Quédate conmigo, por favor, no me dejes sola.

-Tranquila, no me voy a ninguna parte, pero tienes que levantarte, y ponerte algo de ropa.

A duras penas se pudo levantar, y cuando por fin estaba en pie, las fuerzas le abandonaron, y se desmayó en los brazos del agente, quien la llevó en volandas a la cama, y llamo, a una ambulancia.

SIEMPRE TE CUIDARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora