Martes

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El pelinegro espera esta vez dentro de la clase.

De nuevo temprano por saber lo madrugador que era el precioso Hyunwoo. Olfatea las mangas de su camisa seguro de que estaría tan impecable y oliendo a perfume como el uniforme que el castaño usaba todos los días y se quedó allí, vigilante en la ventana de la clase.

Se quedó así un muy largo rato hasta que vio al moreno pasar por el portón y sus pies comenzaron a dar saltitos, vestía un abrigo de lana azul que le ayudaba a resaltar su hermosa piel canela. Con emoción, Kihyun se levantó y caminó deprisa por el aula hasta llegar a apoyarse bajo el canto de la puerta con coquetería y alegría.

Esperando por él, a Hyunwoo que con molestia apareció segundos después en el pasillo bufando por el mal olor saliente de los baños públicos anexos. Según su gesto parecía no tener paciencia para nada más.

Menos al chocar con los ojos avellana de Kihyun, allí si Hyunwoo pareció desanimarse por completo.

El menor se acercó a él jurando que tendría éxito esta vez, sin embargo, Hyunwoo lo miró por encima de las gafas, como si fuese innecesario la total atención a su persona que sin duda, seguía de pie confundido por el aroma de la ropa del bajito.

— Si, buenos días, Kihyun, suficiente. Adiós.

— ¿Feliz de verme?

— No — Caminó a su pupitre y se sentó ignorándolo, no obstante, el rechazo no pareció recibirlo, Kihyun suspiraba por la cercanía que tenían, sentado uno al otro lado del pupitre, y no vaciló en cortar distancia entre ellos.

Se acostó sobre la espalda de Hyunwoo, al verlo ponerse los audífonos y deja el rostro caer cerca de la parte de atrás de su hombro delgado con la sonrisa marcada mientras Hyunwoo, seguro ocultaba la suya entre sus brazos cruzados. Kihyun soltó una risita, al mismo tiempo que sus manos serpentearon por toda su cintura y Hyunwoo no logró ni rodar los ojos a tiempo.

Estaba en su pupitre, con la música a todo volumen y Kihyun, con su peso extra en su espalda no lo dejaba desaparecer del mundo tranquilo.

— Yoo

— ¿Si? — Ronroneo amoroso.

— ¡Quítate de encima! — Refunfuñó, pero sin moverse de todos modos.

Y Kihyun tampoco se movió, hacia círculos imaginarios con los dedos sobre la espalda ajena mientras con su voz angelical le recitaba melodías de cuna. Tenerlo así de calmando era realmente difícil.

— ¿Por qué? — Musitó, debajo de toda la tela, el pelinegro intentó descifrarlo sin éxito —. Llevas un mes buscándome, Kihyun ¿Te gusto? ¿Es por eso?

— ¡Claro que no! Eres un gruñón, pero... sueles ser más sonriente — El castaño se enderezó molesto, retirándose los audífonos para amenazarlo con alejarse.

— No veo en porque te afecto, entonces. Mantén distancia quieres

El silencio entre ambos fue momentáneo y la mirada de molestia lo dejó al caer en los labios resecos de Kihyun, pero él no se retiró, los relamió y no se dejó intimidar. Kihyun mantenía la ilusión de que él no lo rechazaría por olvidar el bálsamo.

Empujó un puchero alto, la trompita lista.

Volteó el rostro. — No me hables en todo el día, Kihyun

Eso se tradujo a 'hoy no, mañana talvez'. Se dijo eso porque debía invadir los pocos momentos de paz que rescataba de Hyunwoo, para quererlo sin interrupciones, justo como Kihyun quería.

— Tan gruñón, bebé

Miró hacia el pizarrón e intentó evadir la mirada penetrante y llena de molestia del contrario todo lo que pudo debido al apodo. Hyunwoo se encogió de hombros y en seguida lo imitó, sin cambiar de asiento como se hubiese esperado, solo guardando silencio entre ellos mientras Kihyun, a los segundos le devolvía la atención tranquilo, sentado prácticamente pegado a él, hasta verle normalizar la respiración.

La profesora inició la clase de estudios sociales diez minutos más tarde y el salón se llenó con los demás estudiantes que tomaban asiento en sus costados.

Sentados en frente de ambos había una sola fila de pupitres y un chico en especial, de cabello negro y ondulado en las puntas, hizo suspirar con lamento al moreno más veces de lo que había hecho en toda la semana.

Kihyun sabía que estaban dándose un tiempo, que no se hablaban y que su propia sonrisa era más llamativa que la de ese chico, pero Hyunwoo no lo creía así, seguía atento al recién llegado, no a él.

— ¿Sigues dolido?

— Te lo advierto, Kihyun — Entrecerró sus ojos antes de espantarlo con la mirada.

El pelinegro sonrió ladino, escribiendo en su cuaderno su nombre dentro de un corazón al mismo tiempo que era receptivo con las amenazas.

— Lindo

— ¡Kihyun! — Se queja. Él solo lo miró amoroso.

— Tan mono

— ¡Déjame en paz!

Como Si Fueras El Último [ ShowKi ] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora