El silencio que nos acompaña

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Las cosas marchaban bien dentro de UA, hace meses que no había avistamientos de los villanos, no había noticias de ellos, por lo que las clases pasaron con normalidad para los futuros héroes de la clase 1-A.

Estaban próximos a terminar el primer año dentro de la aclamada escuela de héroes y eso les ponía nerviosos, pero emocionados. El tiempo para convertirse en héroes y poder salvar y ayudar a las personas de tiempo completo se reducía haciéndolos sentir ansiosos, unos más que otros. 

Las cosas no cambiaron mucho a decir verdad, quizás la relación entre compañeros se volvió más estrecha al tener que compartir la misma vivienda, que, aunque surgió como una forma de protegerlos de los villanos, ahora les parecía una experiencia maravillosa. Los adolescentes de la clase 1-A planeaban actividades juntos, mantenían una especie de horario; los viernes por la noche era noche de películas y quizás de pijamada, el sábado preferían dedicárselo a sus familiares y amigos, pues no verlos a diario como se habían acostumbrado fue un golpe bastante duro, porque sin importar cuánto avanzaran siempre iban a necesitar el apoyo de su familia. Por el domingo, cuando todos estaban de vuelta a los dormitorios platicaban sus experiencias del fin de semana; no había excepciones, sin importar que tan cansados estaban no había domingo en el que no convivieran con su grupo. 

A pesar de las quejas, cierto rubio cenizo de ojos rubí también se fue incluyendo en esta extraña dinámica acordada en su clase; sin embargo, él se limitaba a platicarle a sus amigos a su modo, con gritos y un par de insultos dirigidos a quién le interrumpía. 

Todo marchaba perfectamente para ellos, los días pasaban sin parar y a diferencia de los primeros meses en UA, esto no los estresaba, se ocupaban de aprender cada una de las lecciones a la perfección, sin abrumarse por esa competitividad inexistente y sobre todo, sin compararse con el resto, solo ellos esforzándose para ser los mejores héroes.

(…)

Era viernes, último día de la semana que asistían a clases. El día escolar estaba finalizando, y ellos se mantenían firmes frente al entrenamiento que enfrentan. Dentro del Ground Beta los futuros héroes especializaban sus movimientos de ataque, defensa y rescate, aprovechando al máximo sus peculiaridades. 

Izuku Midoriya aprendió a controlar su látigo negro —no del todo, pero algo es algo — y trabajaba arduamente para poder manejarlo y ayudar a quienes estuvieran en peligro. Tenya Iida mejoraba el rendimiento de su Recipro Burst e intentaba controlar la velocidad al 100%. Denki Kaminari trataba de lograr un mayor alcance de su quirk sin tener que estropear su cerebro por un rato. 

Tal cual como hacían todos los días, Eraser Head y All Might vigilaban a sus alumnos alentando su espíritu y ayudando a complementar y especializar sus movimientos. 

Nadie se quedaba afuera, todos tenían algo especial para su imagen de héroes, por lo que darse por vencidos no era una opción.

Entre difíciles respiraciones y pesados jadeos el chico de doble quirk le exigía a su cuerpo y mente usar fuego y hielo a la vez, para regular su temperatura corporal lo más pronto posible y para aumentar el alcance de sus ataques. Sin prestar real atención a su entorno turnaba sus dos peculiaridades reduciendo el tiempo de cambio, combinando ambos dones. A veces funcionaba su estrategia, lograba mandar un ataque de hielo seguido de grandes ráfagas de llamas rojas; pero también, a veces los movimientos no eran adecuados y terminaba lastimando su lado de hielo por la alta temperatura de sus flamas, o el lado de fuego con las temperaturas tan bajas producidas por su lado derecho. 

A lo lejos, cierto rubio le miraba por momentos. No estaba embobado viéndole, pero sus orbes rubíes miraban atentamente al de cabello de dos colores, notando las pequeñas heridas humeantes que estaban en su cuerpo debido a las fallas de su estrategia. Aún así, él estaba allí intentando cada vez más sin importar las quemaduras. Lo admiraba (aunque nunca se lo diría, quizás), era fuerte y determinado, seguía allí entrenando arduamente para convertirse en un gran héroe y aunque Bakugou no piensa decirlo en voz alta, Todoroki Shouto era un increíble chico, distraído e inocente, pero jodidamente fuerte. 

BakuTodo Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora