El aprecio del rey

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El rey entró a la alcoba de la princesa, quien sobresaltada, dejó el pergamino que estaba atentamente leyendo. Nada le complacía más que leer y aprender, nada la incomodaba tanto como cuando el rey la visitaba.  

— Buenas noches, su majestad. — hizo una reverencia al tenerlo frente a ella.

— Largo — ordenó él con frialdad a las damas que hacían compañía a la princesa. 

Las dos mujeres salieron apresuradas del dormitorio, el intimidante rey no daba una orden dos veces. 

— ¿A qué debo el honor de su visita? — habló con suavidad, aunque con ligero sarcasmo.

Él rey no la visitaba por cortesía o porque le agradara su presencia, seguramente se llevaría acabo alguna fiesta y era necesaria su asistencia, para las apariencias por supuesto. 

— ¿Acaso debe haber un motivo para visitar a mi princesa? — le cuestionó él, con tono divertido.

Hinata deseó levantar el rostro y enfrentarlo, pero pocas ganas tenía de discutir esa noche. No deseaba ver en su mirada total aversión por ella. 

—No, aunque estando Karin san en el palacio, debo suponer que su visita es por algo urgente. De... de lo contrario, se ha equivocado de habitación.—respondió, ocultando audazmente la tristeza que le ocasionaba la situación.

Estaba cansada, agotada de sus vanos esfuerzos, nada complacía al intimidante y cruel rey, menos si aquellos esfuerzos provenían de ella. Una esposa de nombre, una reina de papel, solo representando una importante unión para evitar más guerras. 

Sasuke la miró detenidamente, ella tenía la cabeza ligeramente agachada, y su largo cabello caía a los costados de sus hombros. La luz de las velas le daban un enigma a su presencia, su elegante y fino vestido blanco la hacía parecer un dulce ángel. Tal vez fuera de su total desagrado, pero no podía negar que era una hermosa princesa, digna de ser su reina, elegida para darle un heredero. 

—Pasaré la noche aquí. —le anunció con calma, como si aquello fuese lo más normal y común entre ellos. 

Como si eso sucediera siempre. 

Hinata apretó las manos que tenía entrelazadas sobre su estómago, sintiendo un extraño cosquilleo, una sensación que estaba dispuesta a ignorar. Ella también lo aborrecía, no se casó por gusto, fue solo el amor a su pueblo lo que la llevó a aceptar aquellas nefastas condiciones. 

Pero aunque intentara negarse a lo evidente, había cierto enigma que la causaba una pequeña, muy ligera atracción hacia él. Era un rey hermoso, atractivo y todo él emanaba poderío. 

Pese a eso, tenía que resistirse a cualquiera indicio de estupidez que la hicieran fijarse en él. 

—Puede dormir si lo desea en mi cama. Yo puedo pasar la noche en la... En mi sala de estar. —mencionó con seriedad. 

Sasuke sonrió ligeramente, ¿Dónde estaba esa mujer que intentó seducirlo la primera noche? Aquella desvergonzada que casi se desnudó frente a él. 

—El reino me está exigiendo un heredero.—decidió anunciarle. —Pasar la noche separados no es una opción. 

Hinata trago saliva con fuerza. 

—Bi-bien... e-estoy segura que Karin san podrá ayudarlo con ello.

—¿No deseas ser la madre de mi primogénito?—le preguntó divertido y también intrigado—¿Eres tonta o qué?

Harta del descaro del rey, decidió alzar la mirada, aunque él no se lo pidiera. Se incorporó por completo, quedando con una postura derecha y en cierta forma, arrogante, tal como su padre lo era. 

—No soy ningúna tonta...soy lo suficientemente inteligente para saber que no desea un hijo conmigo, no siente ni siquiera lástima por mi y un hijo mío lo atará a mi de por vida. A-así que...puede decir que soy estéril. Nadie tiene que saber que...

—Eres virgen.—completó.—Es un rumor que corre por todo el palacio.

Se ruborizó ante tal hecho. Moriría virgen y eso no le importaba, lo único que quería esa ser feliz y claramente en ese matrimonio no lo sería nunca. 

—Piénselo, Uchiha sama. Si dice que es mi culpa, usted podrá ser feliz y yo...yo podré buscar mi propia felicidad.

Un extraño sentimiento de incomodidad llegó a él, no podía imaginar a la princesa Hyuga deambulando por otros reinos que no fuera el suyo. 

—¿Crees que el reino aceptará la disolución del matrimonio? No seas tonta.

—Lo harán si u-usted dice que yo soy estéril.

—Vendrán a prepararte. Está noche callaremos los rumores de tu virginidad.

Sasuke salió de la alcoba con una sonrisa en los labios, si era sincero consigo mismo, no le sería un sacrificio poseer a la princesa Hyuga, reconocía que la detestaba en un principio, ella fue la culpable de su infelicidad. Él estaba ansioso por casarse con Karin, tristemente ella no poseía sangre real, por lo que la tenía como concubina, su favorita por supuesto. 

Pero Hinata comenzaba a hacerle sentir emociones encontradas, la detestaba si, pero también la deseaba. Tal vez verla tan amable y sonriente con su fiel caballero Naruto fue justamente lo que le impulsó a culminar su matrimonio, el cual tenía que consumar y lo haría esa noche.

Hinata pensó rápidamente, no podía ceder a estar con él, ella deseaba su libertad y si consumaba el matrimonio, ya no tendría escapatoria. Recordó el té que una de las concubinas le había dado a beber noches atrás, el cual la hizo caer en la inconciencia, sabía que podía hacerle daño, pero no tenía alternativa. 

No podía consumar su matrimonio con un rey déspota, cruel, que la odiaba y amaba a alguien más. Fue así que, dirigiéndose a su tocador, encontró los restos de la bebida, escuchó que tocaban la puerta y rápidamente bebió el brebaje.

—Hemos venido a prepararle, Hime sama. — saludaron con una reverencia las dos criadas. 

—E-esta bien. —dijo nerviosa, rogando que pronto aquel brebaje hiciera su efecto.

La ayudaron a darse un baño con flores de lavanda y lirios, le cambiaron el vestido por una suave bata de satín blanco, una lencería sensual que dejaba ver en la transparencia su blanca piel y sus prominentes senos. Peinaron su largo cabello, dejándolo suave al tacto. 

Estaba plenamente lista para recibir al rey.

—El rey vendrá pronto, Hime sama. —le anunciaron las criadas antes de salir de su alcoba.

El leve mareo le indicaba que el brebaje estaba funcionando, por ser menos de la dosis bebida noches atrás, demoró en hacer efecto pero pronto la somnolencia comenzó a hacerla tropezar. 

Le anunciaron al rey que la princesa estaba lista, él sonriendo se dirigió a la alcoba. Tenían nueve meses de haber contraído nupcias, nueve meses en los que tuvo que convivir con ella en algún festejo, celebración del reino o simplemente para simular ser una pareja unida como lo tenían que ser los reinos Uchiha y Hyuga. 

Cinco meses atrás comenzó a fijarse más en ella, en la nobleza con la que se dirigía a su pueblo aunque no fuese el suyo, la inteligencia que tenía cuando sugería estrategias para mantener a los pobladores felices. En la formas de su cuerpo, en sus labios carnosos cuando sonreía. 

No, definitivamente no le sería difícil poseerla. 

Entrando sin anunciarse a la alcoba de Hinata, su sonrisa se borró al instante, vio con enfado y preocupación como la princesa yacía inconsciente en el piso.

Se apresuró hacia ella, la sostuvo entre sus brazos levantandola del suelo y la acostó en la cama. La suave bata de satín dejaba ver suficiente cuerpo para que se sintiera decepcionado y enojado de no poder poseerla esa noche.

—Tonta, princesa Hyuga. —le dijo a la mujer inconsciente, admirando su bello rostro, acariciando sus labios en el proceso. 

Salió en búsqueda de la médica del palacio. Esa noche no sería, pero había más todavía, más noches siguientes dónde al fin, ella sería suya totalmente. 




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