Capítulo 1

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Italia. Se vislumbraba bella y acogedora; al menos  desde el cielo. Eso pensaba ella mientras miraba por la ventanilla de su compañera en el asiento 32B del Boeing 737 de la compañía Ryanair con destino al aeropuerto de Fiumicino, en Roma. Aunque inmediatamente dudó de su capacidad para concluir aquello, pues la cabeza de su compañera, y novia, le impedía observar más de un cuarto del paisaje. Sonrió para sí misma y la miró. Estaba completamente abstraída. Sus ojos atravesaban los dos cristales que las separaban de las nubes. Sus labios permanecían ligeramente entreabiertos. Así había sido desde que el ave de metal hubo sobrepasado el mar Mediterráneo y se pudo observar la costa italiana, evento que venía con un post-it que rezaba: ''¡Ey! ¡Que ya casi estamos!''. 

Mirarla le transmitía calidez y tranquilidad. Su cara era una de esas que emblandecían el corazón de aquellos que la miraban. Así es debido a que dicho rostro le daba la imagen de chica buena y fuerte. Aunque bien ella sabía que en determinadas ocasiones Akali podía ser todo lo contrario a buena, pero en cómputo general, sorprendentemente, las apariencias no engañaban.

Akali se giró repentinamente y la sorpredió mirándola.

-¿Quéé? - Bramó mientras fingía una mezcla entre sorpresa y enfado.

-Que estás muy guapa -Respondió Evelynn.

-¡No, no es verdad!

-Sí, sí -Eclamó la muchacha para, acto seguido, robarle un fugaz beso. Ella puso los ojos en blanco y volvió a fingir, esta vez solo enfado.

Evelynn sabía muy bien, por eso, que de enfadada tenía poco. Pensaba que dificilmente podía caber otra emoción más en su cuerpo aparte de la alegría y felicidad que irradiaba cada centímetro cuadrado de su blanca piel. Y no era para menos: estaban, al fin, realizando su tan ansiado y soñado viaje a Roma.

Akali era una apasionada del latín y del mundo que lo rodea -o rodeó, más bien- a la clásica lengua. De hecho, era una apasionada de las lenguas clásicas en general. Consecuentemente unos meses atrás se había decantado por seguir con su carrera en K/DA mientras estudiaba Filología Clásica. Su pasión por ella era tal que incluso eclipsó por un tiempo se decisión de seguir formando parte de K/DA.

De repente Akali se abrochó el cinturón.

-Por mucho que te pongas el cinturón no llegaremos antes -Se burló Evelynn.

-¡Da igual! Quiero que lleguemos ya - Dijo impaciente.

-Además estamos en la última fila de todas, así que tendríamos que esperar a que bajasen todos antes que nosotras. -Recalcó con una sonrisa burlona.

-¿Te pego?

-Si te atreves...-Evelynn puso una sonrisa pícara. Justo en ese momento ambas notaron una tenue sensación de ingravidez.

-¡¡Estamos descendiendo!! -Gritó emocionada Akali.

Evelynn miró por la ventanilla, no sin antes pasar su mano por el pecho de Akali fingiendo haberlo hecho sin querer mientras una maliciosa sonrisa acudía a su rostro. Sin embargo la misma se evaporó unos segundos después: desde su posición prácticamente lo que observaba era el color verde de las copas de los árboles de un inalcanzable bosque. No obstante, los troncos de dichos árboles se encontraban ligeramente torcidos hacia atrás. Esta extraña situación multiplicó su inverosimilitud debido a que la torsión de los troncos era cada vez mayor. El terror paralizó todos los músculos del cuerpo de Evelynn. ¡La parte delantera del avión se estaba colocando boca abajo! ¡Iban a caer en picado! Instintivamente miró a Akali. El miedo se podía leer en su rostro como si estuviera escrito en braille. La mayoría de los pasajeros empezaron a gritar. El bosque se acercaba hacia el avión a pasos agigantados.

Era el final. Pocos segundos después el avión ya casi estaba en posición vertical, el color verde acudía robándoles una pizca más de esperanza por cada suspiro a aquellas almas condenadas. Evelynn habría sonreído para sí misma debido a la ironía de la situación propiciada por la habitual vinculación del color verde con la esperanza. Pero en su cabeza solo cabía una palabra: LA MUERTE. La suya. La de aquella chica a la que amaba. La de aquellos inocentes mártires que iban a acompañarla. Y la de aquellos que no lo eran tanto. Todos iban a perecer.

Abrazó fuertemente a su novia cuando el impacto era casi inminente. Poco más podía hacer. Al menos se despediría del mundo abrazándola a ella.

Nuestro viaje soñadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora