Kashima Hiiragi

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Kashima Hiiragi no se entromete, porque no le ve sentido.

Desde muy pequeño, Hiiragi tenía un grupo de amigos que para el eran inseparables, para el eran su mundo entero y dependía demasiado de ellos.

Para el, era la familia que siempre estuvo ausente.

Su padre nunca estaba en casa, su madre era descuidada y nunca le presto atención suficiente. Y ni hablar de sus hermanos mayores, siendo el menor de tres, los otros se ponían de acuerdo en dejarlo solo en casa, llorando, a un niño de tan solo ocho años.

Le aterraba la soledad, le aterraba la oscuridad. Siempre terminaba llorando en una esquina de su habitación.

Tal vez por eso es tan llorón.

Por suerte, cuando sus hermanos lo dejaban solo, encontraba la forma de escaparse para jugar con sus amigos; salir al parque a capturar insectos o simplemente pasar el rato hablando de la nueva serie que pasaban por televisión.

Se había acostumbrado a la presencia de Yuki, la extraña pero cálida mirada de Mafuyu y el más querido para el, Shizusumi.

Shizu siempre fue un niño extraño vivía la vida de un pobre huerfano, y aunque su sola presencia para el pelinegro era desagradable, siempre estaba para el.

Pará tomar su mano cuando se hacía tarde jugando afuera, para darle espacio debajo de su paraguas cuando olvidó el suyo en un día de lluvioso, para cuando no pudo escapar de su casa y Shizu solo se limitó a escuchar sus verinches a través de la ventana.

Porque antes de que Shizu pudiera acompañarme, yo agarre su mano y lo arrastre por todas partes

En definitiva, el mundo de Hiiragi era ese pequeño grupo disfuncional al que llamaba familia en lo más profundo de su mente.

Por eso, cuando Mafuyu y Yuki empezaron a salir en la secundaria sintió un muy mal presentimiento.

Un nudo en su estómago, resequedad en sus labios, cosquilleos en sus ojos, sus piernas temblaban mientras corría por los pasillos de la escuela.

¡No, definitivamente no se estaban besando!

¡Era una alucinación o algo por el estilo!

¡No era real!

La imagen de sus dos amigos de la infancia besándose en unos de los salones se reproducía incontables veces en su memoria.

Quería llorar

¿Que extraño verdad?

Queria ver a Shizu.

Quería tantas cosas en ese momento, quería que lo que acababa de pasar sea mentira, que en realidad esos no eran Yuki ni Mafuyu, pero sobretodo, quería ver a Shizu.

Sus pisadas se escucharon por todos los pasillos hasta llegar a la cancha de basket, allí seguramente se encontraba Shizu.

No le importo la mirada extrañada de los demás jugadores, ni los murmurós para nada disimulados de los demás cuando sin pensarlo dos veces, abrazo a Shizu escondiendo su cabeza en los hombros del menor.

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