So far

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Todo estaba en silencio. Lo único que se escuchaba en aquella sala era el sonido del monitor, ninguno de los presentes se atrevía a hablar. Incluso Garfield había desistido de sus intentos de "aligerar" el ambiente a la segunda broma de mal gusto.

Por mucho que trataron de ocultarlo, el ansia carcomía a todos por dentro. ¿Y cómo no estar ansiosos? El destino de la tierra se encontraba puesto en la Liga de la Justicia, tantas vidas dependían de lo que fuera que estuviera pasando en el espacio exterior, y muchos de sus compañeros estaban en riesgo de perder a un padre, un hermano, un mentor, y aunque las palabras habían sonado con tanta fuerza y esperanza directas del ancho pecho de Superman, la duda y el temor se habían apoderado del lugar a los pocos minutos que la comunicación del equipo de los mayores se perdió.

Raven estaba sentada en el sillón individual como siempre solía hacerlo, pero solo observaba la sala. Era extraño ver aquel espacio, que tantas veces había fungido como un área de entretenimiento y camaradería, convertido en una habitación de pánico.

Respiro lenta y profundamente, tratando de hacer la menor cantidad de ruido posible, temiendo que cualquier sonido o movimiento brusco de pronto rompería la calma y traería malas noticias. Repitió la acción varias veces tratando de calmarse y que las emociones de sus compañeros no le afectasen, pero le estaba costando demasiado.

Aunque compartía los mismo temores que los demás, ella no tenía alguien especial en la Liga, todas las personas que habían trascendido en su vida estaban allí, en esa misma habitación y quizá, ese era el delgado hilo que la mantenía todavía en calma.

Pero con cada segundo que pasaba, se volvía más difícil, y la voz atrapada en la gema en su frente se tornaba más potente.

Libérame, hija.

La voz sonó dentro de su cabeza, pero era tanto el silencio que sentía las palabras rebotaban por toda la habitación hasta golpear contra su mente, debilitándola. Apretó los ojos, esperando a que el murmullo se detuviera pero sólo iba en aumento.

Sin decir una palabra, se levantó y salió de la habitación. Camino por los pasillos de la torre sin rumbo en mente cuando de pronto se vio abriendo la puerta al techo.

La brisa del mar acarició los pedazos de piel expuesta y soltó un suspiro de alivio al sentir el calor desentumecer sus dedos. No estaba segura si era por frío o nerviosismo, las emociones dentro de la sala la habían abrumado lo suficiente para olvidarse de las suyas propias.

Camino hasta el barandal para observar el mar, donde el sol empezaba a marcar su descenso. De pronto el breve momento de calma empezó a evaporarse cuando la idea que ese podía ser el último atardecer que presenciaba se apoderó de su mente. La voz de Trigon volvía a escucharse al fondo de su mente junto con las amenazas de la destrucción de la Tierra.

Su cuerpo se tenso, llevó las manos a su cabeza y pegó la frente contra el barandal tratando que la presión aplacara el sonido.

No quedará nada.

Proclamaba una y otra vez el rey demonio entre carcajadas. Las imágenes de los escombros de Azarath pasaban por su mente como una película. No podía perder otro hogar, no otra vez.

"No, por favor."

Maldita, niña.

"Raven."

Cómo un faro en medio de una oscura tormenta, su voz la llevó de vuelta al presente. Trigon y sus temores se pausaron conforme recuperaba la compostura, hasta quedar de frente al mar y el cielo ya pintado de colores anaranjados.

El amor que teníamos, el tiempo que perdimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora