Kei caminaba de un lado a otro en el estudio que utilizaba para atender los asuntos de la manada, este se encontraba al nivel del suelo, impidiendo que alguien fuera del círculo interno llegara hasta las dependencias privadas bajo suelo.
—No quiero asustarte—, Kei escucho la voz del Beta desde el marco de la puerta abierta— pero Yū se quedo hablando con el cachorro.
Eso hizo que el alfa parara su deambular como animal enjaulado — ¡Diablos! — fue lo mejor que pudo decir, sentándose pesadamente sobre la silla de su escritorio, sostuvo la cabeza con las manos— Ahora sí que tengo problemas… ¿Cómo estaba Yū?
—Estaba furioso—, entro el Beta, cerrando la puerta tras de sí— Me acuso de ser tan bruto como tú.
La risa amarga de Kei le dio a entender a Azumane que él también era digno de lástima— pues no creo que a ti tampoco te vayan a dar la tuyo en esta luna llena.
El Beta resoplo molesto, sentándose en la silla frente al escritorio de su jefe, se cruzo de brazos— Puedo jurarte que en este momento están conspirando en tú contra. Yo de ser tú, los enviaría como regalo a tu tío. Sería la venganza perfecta contra el muy maldito—. La risa de ambos hombres era un reflejo del estrés acumulado.
La llegada intempestiva de uno de los centinelas encargados de la seguridad en ese turno de vigilancia, hizo que ambos hombres se pusieran en guardia.
—¡Alfa! — Jadeo el hombre, el cabello rubio pegado a la frente— Estamos bajo ataque. Alguien violo el perímetro del lado norte. Enviamos varios hombres a revisar, pero no han regresado y no responden por radio.
Azumane comenzó a ladrar órdenes mientras Kei tomaba el arma que siempre tenía guardada en una de las gavetas del escritorio. Por suerte había sido entrenado como militar, toda su gente conocía los riesgos y sabía afrontarlos. Las hembras sabían disparar y la mayoría eran unas gatas realmente sanguinarias. Los cachorros y las hembras preñadas fueron puestos a buen resguardo, era preferible exagerar a tener que arrepentirse después por negligente.
Los edificios fueron cerrados herméticamente mientras los guerreros se prepararon para enfrentar lo que viniera. El cielo se torno oscuro, todos supieron de que se trataba, los “Malditos” llegaban. Enormes aves negras, las plumas sin brillo, los ojos negros con una apariencia muerta, la sed y la locura. Los “Malditos” llegaban a alimentarse, alguien había sido tan idiota de convocarlos.
—¡Son los “Malditos”! — grito Azumane por encima de los chillidos de los enormes pájaros— hay que devolverlos al infierno.
El primero en enfrentar a los atacantes fue Kei, había dos maneras de acabar con esas cosas, una era de un certero disparo en medio de los ojos, o el clásico, cortarles la cabeza con una espada afilada.
Los mejores tiradores pusieron una rodilla sobre el patio, el que hasta hace poco era lugar de recreo para los cachorros más jóvenes de la manada. Calibrando sus rifles comenzaron a disparar, haciendo caer a las apestosas criaturas sobre el suelo, donde otros guerreros le daban el golpe de gracia con el metal afilando.
La carnicería duro un buen rato, las cosas esas no paraban de llegar. Para nadie era un secreto que la carne de cambia-formas era el alimento favorito de los “Malditos”, esas bestias eran carroñeras, usualmente duraban siglos dormidas en el fondo de cuevas olvidadas en los infiernos. Algo o alguien las había estado guardando para ensebarlas con su manada.
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Cuando el tigre probó a su gato || Tsukiyama
Fanfic[Adaptación sin fines de lucro] El amor es como la mala hierba, crece donde no debe o donde simplemente no debería ser posible. El tigre hace un contrato por una pareja que es fértil, resulta que el chico se aparea con otro antes que el tigre lo pu...