Chapter. XI

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Tadashi se estiró todo lo que su metro setenta le permitían. Sin abrir los ojos disfruto de todos los dolores que la larga noche de amor le habían dejado. Justo cuando pensaba que todo era perfecto, sintió un leve mordisquito en su hombro derecho. Al abrir los ojos se encontró con los ojos dorados de su pareja.

—¿Todo bien, amor? — Fue la pregunta de rigor mientras una mano se introducía bajo las mantas, como si quisiera confirmar que todo lo bueno del gatito estaba justo como lo había dejado antes de caer dormido. 

—Si sigues metiéndome mano —sonrió el chico mientras prácticamente se enrollaba en el cuerpo de su pareja— sé que las cosas estarían a un mejor.

—He creado a un monstro— se quejo Tsukishima llevando una mano a la frente— ahora estaré condenado a tener un orgasmo tras otro.

La risa de Tadashi era contagiosa, era difícil permanecer serio durante mucho tiempo ante esa sencilla muestra de alegría. Tsukishima admiraba esa manera de ser de su gatito, era como un manantial de agua fresca para su alma cansada, era tenas como las olas que golpeaban una y otra vez las rocas del acantilado, todo en él exudaba vida.

—¿Sabes cómo están los bebés? — quiso saber Tadashi sin poder evitar sentirse culpable por no haber hecho la pregunta antes.

El tigre pareció comprenderlo, ya que le dedico una sonrisa comprensiva— Ellos están bien— explicó mientras acariciaba el cabello corto de Tadashi— antes de que te despertaras llame a Mine y me dijo que ellos preguntaron por ti.

—¿Por mí? —la alegría de Tadashi vibraba a su alrededor— ¿Estás seguro?

—Si —le dio más detalles el alfa— creo que tú eres “papi Tadai” o algo así.

El gatito estaba tan feliz que estaba a punto de ponerse de pie y dar saltitos—¿Qué haces? — chillo el gatito al sentir un pellizco en su trasero.

—Estoy probando que tan buenos están estos duraznos—quiso recordarle al gatito dónde estaba. Sin darle tiempo de hacer algo para defenderse, el alfa se puso de rodillas halando la manta con la que Tadashi insistía en cubrirse— Eres un hombre emparejado, es hora de mostrarle las delicias a tu pobre compañero. 

Para sorpresa del gatito, el enorme tigre era divertido, era como tener un amigo, un amante y un guardián, todo en un solo ser. Dedicando una leve oración de agradecimiento a la diosa luna, decidió mostrarle al alfa de qué están hechos los gatitos monteses. 

Invocando su forma animal, Tadashi logro escapar por un pelo de entre las mantas —Ven gatito, gatito— escucho como Tsukishima le llamaba para sacarlo de debajo de la cama— no seas malo, si sales prometo que te daré una gran taza de leche.

El gatito cruzo hasta el lado contrario de donde estaba el alfa, sosteniéndose con sus garras, saco la cabeza para que el tigre viera donde estaba— ¡Miaaaaaaau! — se burlo de su perseguidor.

Tsukishima tendría que dejar de ser un tigre para dejar semejante reto sin tomar. Llamando a su naturaleza felina, se encontró a si mismo sobre sus cuatro patas, lamiéndose el hocico con su lengua carrasposa, se preparo para desayunar gatito.

Tadashi supo leer el peligro inminente a través de esos codiciosos ojos dorados. El tigre le quería de mala manera.

Levantando todo el pelo de la espalda, uso la carta de soy más malo de lo que parezco. Una lástima que esto pareciera que lo único que logró fue despertar los instintos depredadores de su pareja.

—¿Miau? — logro preguntar antes de que el tigre saltara buscando atraparlo en el otro lado de la cama. Suerte que tenía buenos instintos afinados por la presencia en una familia llena de hermanos pendencieros. Saltando hasta el armario cercano a la cama, logro salvarse por poco de caer bajo el peso de feroz tigre.

Cuando el tigre probó a su gato || TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora