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Flores

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Flores

Mis ojos estaban vendados, pero podía sentir la ligera brisa y como el cálido sol llegaba a mi rostro. La mano de Bertholdt estaba entrelazada con la mía, era él quien me guiaba en estos momentos. Frenamos y pude sentir como Bertholdt me abrazaba por la espalda, para luego dejar un beso en mi mejilla.

—Sorpresa, cariño.

Quitó la venda de mis ojos y me encontré con la imagen más linda. Un picnic en medio de un campo lleno de flores. Estaba lleno de fruta, un pequeño pastel y galletas en forma de corazón. El día era totalmente perfecto, los rayos del sol eran suaves y la sorpresa frente a mis ojos era totalmente maravillosa.

Mi novio puso una margarita frente a mi, sacándome una sonrisa, yo la tomé y luego me di vuelta para quedar frente a él. Me puse de puntas y rodé su cuello con mis brazos, sus manos fueron hasta mi cintura.

—Esto es muy... hermoso.

—Como tú. — dejó un beso en mi frente.

—No seas tan lindo.

—Es inevitable cuando estoy contigo.

Él acercó su rostro hasta el mío, quedando nuestros labios a una poca distancia. Ambos sonreímos, para finalmente besarnos. Sentir sus labios sobre los míos eran, como cada vez, estar en el paraíso. Sus manos en mi cintura me apretaron contra él y yo sonreí en medio del beso. Su simple cercanía provocaba una inmensa felicidad en mi.

Joder, estaba demasiado enamorada de Bertholdt.

—¿Y todo esta por qué? — pregunté con una sonrisa.

—Porque estoy muy enamorado de ti.

—Bertholdt...

—Es la verdad. — sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas. —Te he amado desde el primer momento.

—También estoy enamorada de ti.

Él sonrojo de sus mejillas se extendió por todo su rostro y yo solo pude sonreír. Podíamos llevar años de relación, pero Bertholdt seguiría siendo el mismo chico tímido de siempre. Y yo lo amaba así.

El dejó un suave beso en mi frente antes de entrelazar su mano con la mía.

—¿Lista para disfrutar de esta pequeña cita?

—Estoy ansiosa por probar esas fresas.

°°°

—Me gustan las flores pequeñas.

—¿En serio?

—Totalmente. — respondí. —Porque te ves adorable si las pongo en tu cabello.

Bertholdt río ligeramente. Él estaba recostado sobre su espalda y yo estaba a su lado, inclinada hacia él, dejando pequeñas flores en su cabello, lo que hacía que se viera totalmente hermoso. Dejé un pequeño beso en la mejilla del pelinegro.

Había sido una tarde totalmente hermosa y tranquila, con comida deliciosa y lindos besos. No podía pedir nada más, todo era perfecto.

—Ven aquí.

Él agarró mi cintura, haciendo que quedara completamente recostada en su pecho. Sonreí y luego dejé un beso en su mandíbula.

—Eres el mejor novio. ¿Te lo había dicho?

—Un par de veces. — sonreí.

Bertholdt comenzó a dejar suaves caricias por toda mi espalda, lo que hizo que mis ojos se cerraran por la relajada sensación. Nos mantuvimos en silencio durante un largo tiempo, tan solo disfrutando de la cercanía y el contacto de otro.

Abrí los ojos solo para observar el bello rostro de mi novio, se veía relajado. Tenía los ojos cerrados y sus mejilla estaban ligeramente sonrojadas. Mordí mi labio. ¿Es que acaso este chico podía ser más perfecto?

—Si me miras tanto me pongo nervioso.

—Es que es inevitable. Me gustas demasiado.

Él se levantó sin soltar mi cintura, quedando sentado y conmigo en frente a él. Tomó mi rostro entre sus manos y dejó un tierno beso en mis labios.

—Tengo que decirte algo. — su voz sonó suave y seria a la vez.

—¿Qué quieres decirme?

Comencé a sacar más flores, para dejarlas en su cabello, sin mirar directamente a sus ojos. Bertholdt casi nunca hablaba de una forma tan seria y eso me ponía totalmente nerviosa.

—Mírame, bonita.

Tomó cuidadosamente mi mentón con sus dedos, haciendo que mi mirada diera con la suya. Sus hermosos ojos verdes me miraban con ese brillo típico en él. Con mis manos aún en su cabello comencé a dejar pequeñas caricias en este.

—Te amo, lo sabes. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Jamás pensé en conocer a alguien tan maravillosa como tú, que me hiciera la persona más feliz cada día de mi vida. Cariño, yo te amo más que a nada en el mundo, eres lo más importante en mi vida. — suspiró nerviosamente. —Y quiero que lo sigas siendo, por el resto de mi vida.

—Bertholdt...

—Realmente eres todo lo que quiero. La persona perfecta para mí. Eres divertida, dulce, tierna, un poco gruñona a veces. Pero amo cada manía que tienes y cada faceta tuya. Adoro ser quien cuida de ti cuando estás mal y con quien celebras cuando algo te sale bien. Poder ser tu novio y tu amigo, ser la persona en la que más confías. Quiero seguir teniendo esta felicidad contigo por siempre. — estiró su brazo para sacar algo de la canasta. —Y ¿me gustaría sabes si a ti te gustaría casarte conmigo?

Con las manos temblando abrió la pequeña cajita de terciopelo negro frente a mí, dejando ver un bonito anillo blanco. Mordí mi labio. Las palabras no salían de mi boca, por lo yo simplemente comencé a asentir rápidamente, mientras las lágrimas de emoción comenzaban a salir de mis ojos.

Agarré la camisa de Bertholdt y lo atraje hacia mí, juntando mis labios con los de él. Un beso algo torpe y ansioso, todo debido a la emoción del momento. Me separé de él, sin romper la cercanía de nuestros rostros.

—Sí. — susurré. —Sí me gustaría casarme contigo.

—¿D-de verdad?

—No preguntes algo obvio. — dije sonriendo. —Claro que quiero casarme contigo, Bertholdt. Te amo. Te amo demasiado. Estoy totalmente enamorada de ti y eso nunca va a cambiar.

Él besó mis labios rápidamente y tomó mi mano, dejando un beso en mis nudillos, para luego poner el anillo en mi dedo anular, haciéndome sonreír aún más.

—Me haces el hombre más feliz del mundo.

—Todo con tal de hacer feliz a mi chico favorito.

—Te amo, cariño.

Agarró mi mentón para juntar sus labios con los míos. Este era el mejor día de toda mi vida. Iba a casarme con Bertholdt Hoover. ¿Había algo mejor que eso?

 ¿Había algo mejor que eso?

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—Nicte

𝘽𝙚𝙧𝙩𝙝𝙤𝙡𝙙𝙩 𝙃𝙤𝙤𝙫𝙚𝙧 |𝖤𝗌𝖼𝖾𝗇𝖺𝗋𝗂𝗈𝗌|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora