La tormenta

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Notas del Autor:

Disclaimer: esta historia no pretende ser realista. Fue escrita con e propósito de entretener, así que o examinen demasiado a fondo, ya que estoy seguro de que muchas cosas desafiarán a la ciencia.

Además, solo este capítulo contiene un OC que considera el canibalismo, aunque no sucede.

Con eso dicho...

¡Gracias por darle una oportunidad a esta historia!

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Jiang Cheng sonríe tristemente al sentir la brisa marina acariciando su rostro. No hay una sola nube en el cielo que permita que el sol brille sin piedad sobre las personas reunidas alrededor del barco que pronto zarpará hacia los Estados Unidos. Aunque el calor es infernal y hace que se formen gotas de sudor en las sienes de Jiang Cheng, que se deslizan por sus mejillas y cuello, la gente reunida alrededor del muelle no presta atención al calor abrazador y la falta de sombra.

La multitud está formada por vendedores ambulantes, familias que han venido a despedirse de sus seres queridos, enamorados llorando abrazados, y miembros de la alta sociedad, haciendo desfilar su privilegio mientras obstruyen la entrada al estacionar sus carruajes frente a el barco para abordarlo directamente.

La gente revolotea, reacia a irse, atesorando la última oportunidad de grabar en su memoria los rostros de las personas que están a punto de embarcarse en un viaje de un mes (quizás incluso más si hace mal tiempo) al otro lado del mundo, sin saber cuándo volverán a verse —o si aún lo harán. Jiang Cheng no los culpa, haría lo mismo si uno de sus familiares abandonara el país. Sin embargo, no hay nadie en la multitud que soporte el clima por su bien.

Jiang Cheng podría engañarse pensando que, dada la altura de la cubierta, no puede distinguir los rostros de sus familiares entre la multitud que agita pañuelos y grita los nombres de sus amigos y familiares, pero eso sería autoengaño. Nadie está aquí para verlo partir, duda de que alguno de los miembros de su familia lo sepa, ya que fue una decisión apresurada tomada teniendo en cuenta los mejores intereses de la familia Jiang.

Jiang Cheng suspira. Es la única persona en la cubierta cuyo destino no parece importarle a nadie. Sus ojos se llenan de lágrimas ante el pensamiento y su mente, siempre tan traicionera, deriva al recuerdo de las últimas palabras de su padre antes de repudiarlo para el último golpe. ¡Eres una vergüenza para la familia y no quiero volver a verte!

Bueno, piensa Jiang Cheng, apoyando la frente contra la barandilla de metal, espero que estés contento, papá.

Dado que el barco tardará un tiempo en salir del puerto y Jiang Cheng no tiene nada más que hacer que sentirse miserable, le da la espalda a la multitud y se dirige directamente al otro lado donde ve la extensión del mar. Como era de esperar, no hay nadie allí, por lo que Jiang Cheng finalmente se siente libre. No sabe lo que le depara el viaje. Compró un boleto en el último minuto, empacó su equipaje y partió con un optimismo ciego de que cualquier cosa es mejor que su vida actual.

Que será mejor.

Tiene que ser.

Varios días después, Lan Xichen está tomando el té con otros miembros de la alta sociedad que viajan en El Fénix Rojo cuando el capitán se acerca para informarles que habrá un ligero retraso debido a una tormenta. El hombre les asegura que no hay de qué preocuparse y que el barco estará bien —aunque ya no puede garantizar que desembarcarán en Nueva York el día estipulado, antes de retirarse a cumplir con sus funciones, dejando a los pasajeros con su charla habitual y opiniones sobre el clima.

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