Capítulo 3

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—Buenos días, Gafitas —saludó el castaño cuando se acercó al pupitre donde estaba sentada Zoe—. ¿Cómo estás?

—Bien hasta que apareciste.

—Yo también estoy bien, gracias por preguntar.

—¿Podrías dejar de hablar? Estoy terminando algo.

—¿Qué cosa? —interrogó viendo la libreta de la chica—. ¿Había tarea?

—Sí, y al parecer no la hiciste. Te recomiendo sentar tu trasero en la silla y ponerte a hacerla si no quieres tener puntos menos —dijo sin mirarlo.

Camilo hizo caso, y sin decir más, sacó la libreta donde hacía los apuntes de sus clases y comenzó a hacer lo que debía.

Unos diez minutos después, entró su profesor de matemáticas por la puerta.

—Buenos días, jóvenes. Lamento la tardanza —habló dirigiéndose a su escritorio—. Sean amables y dejen sus libretas para revisarlas.

El pecoso no había tenido el tiempo suficiente para terminar los ejercicios que habían mandado de tarea. Y tampoco terminó de completar la mayoría de su libreta.

Esto podría costarle parte de la nota.

El mayor iba llamando a sus alumnos uno por uno, a algunos para decirles que debían ser más responsables.

—Bech, acérquese —llamó el docente a la muchacha de gafas—. Excelente, como siempre. Siga así que lo hace muy bien.

—Gracias, profesor.

La chica volvió a su lugar con una sonrisa plasmada en su rostro. Estaba orgullosa de sí misma.

—Madrigal, venga.

Por su parte, el joven rodó los ojos antes de pararse de su lugar y dirigirse a donde se encontraba su profesor.

—Como ya debe suponer, no esperaba mucho de usted —dijo, ojeando nuevamente los apuntes del moreno. Camilo iba a hablar pero fue interrumpido—. ¿No sabía que debía tener todo completo y al día? Bueno, ahora lo sabe. Vaya a sentarse y hágame el favor de hacer lo que debe porque si para la clase que viene no lo hizo, su calificación bajará.

El de rizos tomó su libreta y se dio media vuelta. Al pasar por el banco de la rubia, vio como esta dejaba escapar una pequeña risa y él también lo hizo.

—¿De qué se ríe, Madrigal? Puede contarnos el chiste a todos.

Al no obtener respuesta, el señor de bigote dejó de darle atención al adolescente.

Media hora después, la clase ya tenía que terminar, aunque ese anciano parecía no querer dejar de hablar.

—Luego no vengan llorando para subirles la calificación porque no lo haré.

—¿Qué pasa si no aprobamos?

—Bueno, les veré en vacaciones —afirmó antes de tomar sus cosas y salir por la puerta.

Todos los que estaban allí comenzaron a hablar entre ellos, se notaban asustados.

Al salir del salón tenían dos opciones, quedarse para esperar a la prima del castaño, o irse. Y el mejor amigo de este parecía querer largarse del establecimiento, aunque al final no fue así.

—Diosito, ayúdame —soltó repentinamente Thiago.

—Diosito no te va a ayudar, tarado.

—Y a ti no te ayudará ni Zoe.

—Pff, ¿qué dices? Estoy seguro de que lo hará con gusto —dijo con una sonrisa ladina.

—Esa chica te odia tanto como yo odio las pasas.

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⏰ Última actualización: May 17, 2022 ⏰

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