Personaje: Ares Advertencia: Nop Para: Mis chizitos amados
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Hoy te encontrabas caminando se la mano con Ares, como siempre, tu riendo, el sonriendo levemente, tomados de la mano.
-Y cuando le dije Trolo, comenzó a llorar enserio-
Dijiste antes de estallar a carcajadas, Ares sonrío enternecido ante tus risas, notaba como acariciaba tu mano.
Dejaste de reír sin quitar tu sonrisa.
Miraste a Ares y depositaste en beso en su mejilla blanca.
-Espera aquí-
Dijo soltando su mano, tu lo miraste extrañada.
El comenzó a caminar hacia los rosales que habías plantado en su jardín, llenándolo de vida.
Llegó hacia el y comenzó a buscar la rosa más perfecta, la más hermosa la más digna de tí.
Cuando la encontró, la arrancó de la enredadera y la escondió en su capa negra.
Volvió hacia ti.
-¿Adivina que tengo?-
Tu sonreíste, miraste al suelo y volviste a mirarlo.
Llevaste tus manos tras de tí.
-Veamos, acabas de venir de mis rosales, así que supongo que no tienes un pan, ¿Verdad?-
El rió y dejó ver aquella flor, tu sonreíste tomándola en manos.
Aspiraste de su aroma, tan adictivo y hermoso.
Alejaste la rosa de tu nariz y lo miraste, antes de saltar a abrazarlo.
Besaste su mejilla antes de hundir tu cara en su cuello.
El te abrazó por encima de tu capa de color rosado claro, apartando al frío del otoño de ustedes.
-¿Por qué tus rosas no se marchitan?-
Tu acariciaste su mejilla con la tuya, mientras acariciabas su cabello.
-Porque crecen gracias a nuestro amor, solo se marchitarían si mi corazón lo hace por tu culpa-
El se separó de tí y depositó sus manos en tu cuello.
Se acercó a ti, dejándote sentir su aliento que se volvía una nube de humo helado.
-Entonces serán eternas-
Te besó, tu cruzaste las manos por debajo de su capa, acercadolo a tí.
Sus manos recorrieron tu cuerpo.
Te separaste del beso, abriste los ojos, y le sonreiste con amor.
-Eres muy cursi cuando intentas ser romatico-
El beso tu frente.
-Al menos lo intenté-
Se separaron del abrazo y el te unió firmemente a su costado, pasando su mano por tu cintura.
Cuando comenzáron a caminar, el divisaba todas las flores que habías dejado en el jardín, que volvían a llenarlo de vida.
-Los jazmines, las peônias, las azucenas; los corazones sangrantes, los lirios, y todas las flores que plantaste aquí, hacen de nuestro jardín un lugar lleno de vida-
Tu besaste su mejilla para después recostar tu cabeza en su hombro, la falta de su armadura hizo que pudieras sentir el calor de su cuerpo, cubierto por aquella manta negra.
El te acercó a él, acariciando la rosada capa aterciopelada.
-Dioses, eres tan tierno cuando te esfuerzas por serlo-
El sonrío coqueto.
-Cada esfuerzo merece recompensa, ¿Qué tal si me das la mía?-
Tu sonrisa se hizo boba, mientras rodabas los ojos.
