La desesperación de una mujer

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Habían pasado varias horas cuando a lo lejos Baldo pudo divisar una gran muralla...

- Estamos por llegar - anuncio mientras seguía llevando el carruaje

- ¿Tienes la suficiente fuerza como para asomarte a ver? - cuestionó el charmeleon

Aldo escucho muy confundido su pregunta

- Sí - respondió

- Entonces vamos - declaró mientras se dirigía a la parte delantera del carruaje

El Rowlet lo siguió por detrás

Cuando se asomo hacia afuera se dio cuenta de la impresionante vista del lugar: A lo lejos se podía observar una gran muralla que protegía la ciudadela, los rayos de sol le otorgaban a esta muralla un resplandor que jamás había visto...

- Bienvenido a la ciudadela dorada - declaró Charlie

Poco a poco fueron avanzando, hasta que estuvieron frente a los que custodiaban la entrada

- ¿Cual es su asunto aquí señor? - cuestionó uno de los guardias

- El mismo al que siempre vengo... - respondió Baldo con indiferencia

- Muéstrame tu insignia entonces

En ese momento el mago se llevó la mano a un bolsillo interior, luego del mismo saco una medalla con forma de flygon

- La insignia del reconocimiento real... - dijo el otro guardia sumamente asustado

Entonces el guardia hizo una reverencia

- ¿Es nuevo verdad? - cuestiono Baldo con algo de fastidio

- Sí - respondió el otro - ¡Deja de hacer eso Gael!

- Pero...

- Tengo cierto repudio a recibir reverencias de personas que, si no fuera por mi contribución en la guerra de hace una década, me verían como simplemente un asqueroso plebeyo, ¿Explique mi punto adecuadamente?

El soldado observó muy sorprendido y confundido al Heraldo de la magia

- Lo siento...

- ¿Podemos pasar? - cuestionó Baldo con impaciencia

En ese momento ambos soldados dieron una señal y el puente levadizo comenzó a bajar

- Gracias - dijo el humano una vez el puente levadizo bajo completamente

Luego de eso los guardias lo dejaron pasar

- Tu hermano es algo grosero me parece - dijo Aldo

- El día que hayas sido menospreciado por tu estatus social, ese día podrás venir a reclamarme - declaró Baldo con algo de molestia en su voz

- Hermano, esos días ya pasaron...

- Pero eso no significa que pueda olvidarlos Charlie

Luego de eso todos permanecieron callados pues ya habían entrado a la ciudadela y muchos ojos los observaban

Aldo pudo observar la ciudadela en todo su esplendor: había varias casas de aquí a allá de color dorado, los niños jugaban y reían, algunos iban acompañados de un Pokémon, a pesar de hacer mucho calor la gente estaba llena de energía y se saludaban entre ellos

Pero muchos ignoraban a Baldo: cada vez que alguien lo veía se hacía a un lado rápidamente, algunos medio intentaban saludarlo pero luego se arrepentian

- Buenos días Charlie - los Pokémon eran los únicos que saludaban

El charmeleon devolvía los saludos con una sonrisa, mientras Baldo veía indiferente el mundo

Los Soldados De La Eternidad: El Pergamino De Los LamentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora