Monster Airplane series

Incubo (18+)

Al fin era el día.

Había estado vigilando a este hombre durante más de dos meses para asegurarse de que todo fuera a la perfección. Estaban hablando de su primera vez después de todo y quería estrenarse como íncubo de la forma más placentera posible. Puede que Shen Jiu estuviera respirando en su nuca desde que Shen Yuan se estrenó al tomar a una joven estrella de cine como alimento regular, dejándolo como el único de su generación que todavía no había tomado la energía sexual pura de otra criatura, pero todavía quería pasar un buen rato.

El afamado CEO de Importaciones The Abyss, Mo Jian, era un hombre en todos los sentidos de la palabra. Era joven, alto, con el cuerpo de un dios griego y un rostro tan hermoso que era casi inhumano; rodeado de un aura amenazante y sofisticada que embriagaba y aterraba a las personas por igual. Pero a pesar de ser prácticamente un adonis en la tierra, el joven CEO jamás había tenido ni siquiera un solo escándalo sobre alguna pareja, cónyuge o al menos una aventura pasajera. No había absolutamente nada.

Solo con pensar en la cantidad de deseos sexuales reprimidos ardiendo debajo de esa piel tan pulcra, sentía como sus alas y cola se agitaban de la pura emoción.

Aprendió mucho de Mo Jian durante las semanas que lo vigiló. Para los humanos, él era invisible que menos que deseara ser visto, por lo que seguir al CEO de cerca fue fácil mientras no chocase con nadie y se apresurara a entrar antes de que las puertas mecánicas se cerraran. Una vez demoró solo un par de segundos extra y su cola casi quedó atrapada en el elevador.

Era increíble verlo trabajar. Para sus empleados, era como un rey y hacía su trabajo eficientemente, con una expresión seria y dominante que le hacía soñar despierto. Aunque no se podía decir lo mismo de su orden. Dicho de forma amable, Mo Jian era desorganizado, apilaba los papeles de tal forma que de milagro no se derrumbaba, su frac azul noche era dejado en cualquier parte y lo dejaba así antes de irse.

Este desorden le ponía los nervios de punta, era peor que la cueva de Shen Yuan. Le picaban las manos por hacer algo y al final, ya no pudo resistirse y limpió el lugar de arriba abajo, organizándolo de la manera más eficiente para que Mo Jian dejase de estar tanto tiempo encerrado en esa oficina y le diera una oportunidad de atraparlo. Incluso terminó algunos de clasificar los informes según mejor le convenían al joven.

Cuando el CEO vio su oficina al día siguiente, Shang Qinghua pensó que se enojaría y exigiría saber quién fue el culpable. Pero se mantuvo en silencio y revisó los cambios con ojos pensativos, sus labios entreabiertos con una palabra atorada entre ellos. El corazón de Shang Qinghua dio un vuelco cuando los ojos de Mo Jian llegaron al sitio donde estaba parado. Por un segundo olvidó que era invisible y casi chilla del susto. Por suerte Mo Jian dejó de mirar en su dirección y continuó trabajando tranquilamente.

Desde entonces fue una pequeña rutina. Durante el horario de almuerzo del CEO organizaba el lugar y limpiaba los rincones, a veces incluso le dejaba un pequeño bocadillo humano que conseguía (robaba) de la cafetería del edificio de al lado. Un pequeño favor como disculpa por lo que le haría. De todas formas, fue ideal para averiguar el horario del CEO o al menos la dirección de su casa, pues nadie conocía su residencia. Parecía que se aparecía en las puertas del edificio en la mañana y desaparecía en ellas al salir. Intentó seguirlo, pero el humano era escurridizo. Pero por una vez en su vida, parecía que la suerte le sonreía, cuando Mo Jian decidió irse de vacaciones a una finca aislada en mitad de un bosque nevado. Él se enteró al colarse en la seguridad de la empresa. Puede que fuese débil en la lucha, pero era el mejor de los suyos en entender la tecnología humana para usarla a su favor, así fue como consiguió las coordenadas, el día y la hora.

Mo Jian se fue durante la mañana y usando su seguridad, consiguió un vuelo hasta la región y su suerte demostró que iba en buen camino cuando cambiaron su lugar a la clase ejecutiva. No más niños llorando en su sensible oído y estaba unos cuantos asientos detrás del propio CEO, por lo que siempre podía verlo de reojo, mientras llenaba su estómago con semillas tostadas.