Hay veces en que alguien te daña tanto que deja de doler completamente. Hasta que hay otra cosa que te hace sentir de nuevo. Y luego todo regresa. Cada palabra. Cada dolor. Cada momento.
Nada debería haber sido como fue.
Advertencia: (Trigger Warning) El capítulo expuesto a continuación incluye contenido adulto de violencia gráfica y puede resultar cruel, perturbador y afectar la sensibilidad de algunas personas. Léalo bajo su propia responsabilidad. Se recomienda discreción.
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—Aléjate de ella.
Masculló, Jun, con una voz tan firme que no parecía la suya, incluso después de que lo habían estado golpeando sin piedad.
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Al oírlo hablando de esa forma los aldeanos se aterrorizaron, más aún al notar que Jun tenía una expresión de profundo de odio y vacío en su rostro, y que los observaba, fijamente, con unos ojos que ya no tenían rastro de vida.
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—Es gracioso...—murmuró Jun, con una mirada agonizante, dirigida a los hombres que lo habían estado golpeando —es...tan gracioso... —continuaba, mientras reía amargamente y lágrimas bañaban su rostro —ahora... que estoy sano... ya... ya no...
—¿De qué rayos está hablando este imbécil? —reclamó uno de los asesinos, mientras observaba a Jun con desdén.
—Ya no quiero oír al viento...
—¿Q...Qué mierda?... Este cabrón me está asustando...
—¿Saben? Creo que ahora puedo entenderlo... Sí... puedo escucharlo incluso si ya no lo siento...
—¡Échenlo al asador junto a ese par de perras, a ver si el fuego logra que se calle de una puta vez! —gritó uno de los hombres, mientras le indicaba a otros dos que tomaran al niño y lo arrastraran a la fogata.
