Sonata de Cordura

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La cogí y la observé mejor. Y, ¿qué hice en ese momento? Me reí. Supongo que por el trauma, pero me empecé a reír sin poder parar. Unas sonoras carcajadas se escuchaban, saliendo de mi boca, como si fuera una simple... ¿Obra de teatro? Supongo que es un buen ejemplo. Cuando paré de reír, coloqué la cabeza sin vida de mi madre encima de la cama, como un trofeo, y decidí seguir por lo que debería ser un pasillo. Solo veía un vacío. << Supongo que ese es el color del negro puro. >> Me dije a mí mismo. El color del vacío, de cuando no hay nada.

Avancé decidido hacia ese oscuro agujero, temiendo que no hubiera un suelo sobre el que sostenerme, o algo por el estilo, en vano. Aunque no se viera nada, era capaz de caminar. Sin embargo, la respiración se me hacía más costosa, cómo si algo me oprimiera en el pecho. Aun así, avancé por ese vacío, perdiendo de vista la puerta. Simplemente avanzaba, caminaba, aunque cada vez con más dificultad. Observaba que nada cambiaba, y estuve caminando por lo que debieron ser horas, en vano. Era un océano oscuro, frío e infinito. Pasara por donde pasara, sólo veía una oscuridad. Una oscuridad agobiante que no daba oportunidad de ver algo. Finalmente, tras lo que... ¿Cuánto llevaba ya? ¿Horas? ¿Días? Lo único que sabía es que no podía más, las piernas no me respondían, y caí. Caí en ese vacío que podía llamar suelo, pero, ¿quién sabía si eso no era el techo, o una simple pared? En una oscuridad impenetrable sin ni siquiera un poco de luz, indicando de que era de día o algo por el estilo. Jadeaba, estirado en el suelo, con ganas de cerrar los ojos para siempre. Desde que empezó todo esto que no veía a nadie. Necesitaba compañía humana. Con la sensación de que alguien me observaba, decidí levantarme pensé al cansancio que tenía, y seguí caminando. Esta vez caminé menos tiempo, lo que mi energía restante me dejó, pero lo suficiente como para ver a una persona de pie, cerca de mí. Hice acopio de todas mis fuerzas, y fui hacia ella. Tardé lo que supongo que serían minutos, pero finalmente llegué.

-Dis... culpa... - dije, jadeando por el agotamiento. Ella permaneció callada, temblando, así que supuse que estaba asustada.

-¿Estás bien? - le pregunté. Hizo caso omiso de mi pregunta, respondiendo con el mismo movimiento que anteriormente, esta vez con un pequeño ruido que podía ser un sollozo.

-¿Hola? - le dije, pensando que me estaba ignorando, cuando finalmente se giró...

"¡Muchas gracias por leer hasta aquí! ^^ Creo que aquí las cosas ya son realmente más interesantes, ¿no créeis? Y siento dejaros con la intriga de la chica pero ya sabéis, cuanta más larga sea la espera, mejor será el obsequio. Así que nada, ¡nos vemos en otras historias! ^^"

Sin sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora