Capítulo 2

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Salgo de mi habitación y bajo las escaleras tratando de pensar qué voy a decir al chico del pelo alborotado. Cuando toco el pomo de la puerta cojo todo el aire que puedo y lo suelto lentamente. Me sobresalto al escuchar de nuevo el timbre y con rapidez abro la puerta. Sus ojos verdes se abren mostrando sorpresa y encuentran los míos. Estoy sin palabras. No entiendo por qué soy tan tímida a veces, aunque en este caso es comprensible, es realmente atractivo. Las pecas de sus mejillas llaman mi atención y le observo lo que parece una eternidad aunque solo transcurren unos segundos hasta que abre su boca de dientes perfectamente alineados y blancos. Siento que me fallan las piernas.¿EN SERIO ESTE TÍO ES DE VERDAD?

-Hola, me llamo Luke Curtis. -Balbucea- Mmm verás, estaba jugando con unos amigos al baseball y accidentalmente mi pelota ha acabado en tu casa.

Estoy bastante perdida en su sonrisa. Ni si quiera soy capaz de hacer otra cosa que asentir. Venga Chloe, vas a parecer realmente imbécil.

-La verdad es que casi me abre la cabeza -contesto algo seria- pero sí, tiene que estar por alguna parte de mi casa. No sé donde habrá caído.

-¿No te la querrás quedar verdad?

Eh, por supuesto que sí. Claro. ¿Por qué no? Yo juego al baseball todos los días. ¿POR QUÉ NARICES SE CREE MR. PERFECTO QUE QUIERO SU PELOTA?

-¡Claro que no! -Espeto.

Él rie. Se me corta la respiración. Oh, maldita sea Chloe, disimula.

-Aún no sé tu nombre.-Dice Luke.

-Chloe, Chloe Morrison. Te invitaría a entrar pero a penas te conozco. Si me das cinco minutos puedo buscar la pelota.

-Sin problema Chloe. Te estaré esperando aquí.

Cierro la puerta tras de mi y respiro como si nunca antes lo hubiera hecho. Me sudan las manos de nuevo. Tengo que encontrar esa maldita pelota.


Seis minutos y medio más tarde abro la puerta. No tengo la pelota, se ha esfumado y no sé qué decirle.

-Puedes pasar, y espero que no intentes nada o te enseñaré todas las llaves de karate que sé. -miento.

Vuelve a reírse y entra. Cierro la puerta y se pone a buscarla con aire divertido. Le escucho reírse y no sé por qué pero me encanta el sonido de su risa. Es como adictivo. Le hago un gesto con la cabeza señalando las escaleras. El asiente. De pronto un relámpago nos sobresalta. Vaya, al parecer la señorita de las curvas perfectas no ha acertado con la previsión del tiempo.

-¡La tengo! -Exclama Luke.

-Vaya...has sido más rapido que yo. Una pena, quería quedármela.

-¿En serio? Quédatela. Con tal de no devolvérsela a Tom...

-O sea, entras en mi casa arriesgándote a que no sea yo quien te abra la puerta y pasas un mal trago, ¿para salir sin la pelota?

Él me mira divertido. Sabe que tengo razón y entonces me sonríe de nuevo. De repente comienza a llover con fuerza.

-Tienes toda la razón Chloe. Imagínate que me abre la puerta un señor peludo y gruñón. No sabes cuánto me alegro de que lo hayas hecho tú.

Me ruborizo. Y de repente me paro a pensar durante un segundo. Hace unas horas estaba relajada en mi cama y ahora estoy en mi propia casa con el chico más guapo que jamás haya visto teniendo una extraña conversación acerca de pelotas de baseball y hombres peludos. Y se alegra de que yo le haya abierto la puerta.

-Supongo que, ante eso... cualquiera querría que lo hiciera yo.

Otro trueno interrumpe nuestra conversación.

-Chloe, sé que no nos conocemos de nada pero como salga por esa puerta es probable que me ahogue.-Ríe a carcajadas y yo hago lo mismo.

Joder, esto es muy raro. Y si es una especie de secuestrador buenorro y me está distrayendo mientras alguien me está robando y  luego él me secuestra y...

-Quédate. -Mierda, ha sonado a desesperada. -Pero tienes que irte pronto, no quiero que mi madre te vea por aquí, que debe estar a punto de llegar.

Mierda Chloe, mierda, mierda. Eres una jodida loca. Le abres la puerta a un desconocido y le pides que se quede en tu casa sin más. Mi madre estaría orgullosa. He quebrantado la ley universal de todos los padres del planeta: "No le abras la puerta a nadie". ¡Qué narices! Ya soy mayorcita. Además, piensa que sé karate.

Le cambia la expresión. No consigo adivinar en qué estará pensando. De pronto sus ojos verdes reflejan ternura, como agradeciéndome que le deje quedarse. Luke se asoma por la ventana de mi habitación y ve que ahí fuera no hay nadie.

-Cabrones...-Musita.

Yo me siento en la cama y le observo. Parece algo malhumorado. Saca su teléfono del bolsillo.

-Estáis muertos... No. Sí, está aquí. La he encontrado... Cuando pase la tormenta.-Cuelga.

Está cabreado, puedo notarlo.

-¿Te han dejado tirado?

Me mira y se le suaviza el rostro. Dibuja una media sonrisa y se sienta en la silla de mi escritorio.

-Sí. Así son mis amigos...

Se hace el silencio y él me mira fijamente. Es increíblemente guapo... El único sonido que hay es el de las gotas chocando contra la ventana ahora cerrada.

-Oye Chloe, siento que te haya tocado a ti esto.-Su gesto se torna un poco vergonzoso. Escucho con atención mirándole fijamente a los ojos.- Era una estúpida apuesta y... bueno, he sido el pringado del grupo. No quiero molestarte y, sinceramente no quiero que te sientas incómoda. No nos conocemos y, de verdad, no quiero asustarte.-Deja unos segundos de silencio antes de continuar.- Antes de irme quiero proponerte una cosa: este viernes vamos a ir al Irlandés que está cerca de la playa unos amigos y yo para celebrar que estamos de vacaciones. ¿Te apetecería venir? Quiero compensarte por esto. Y, si te parece raro, puedes traer a algún acompañante.

Mi cerebro procesa toda la información lentamente. QUIERO, CLARO QUE QUIERO. Tardo unos segundos en contestar y procuro hacerlo con tono despreocupado para intentar suavizar la tensión que hay en el ambiente.

-Por supuesto, no tengo nada que hacer. El único problema es que no sé donde es.

Él coge un papel y escribe algo. Supongo que será la dirección.

-Lo he apuntado aquí.-Dice señalando un papel.

¡Bingo!

-Perfecto, te acompaño a la puerta.

Ríe y asiente. Cuando llegamos, abro la puerta y sale y, en el umbral se despide con una sonrisa y unas palabras que hacen que mi corazón de un vuelco.

-Me alegro de que hayas sido tú la que haya abierto la puerta.

-Nos vemos el viernes Luke. -Sonrío y cierro. Me apoyo en la puerta y sigo sonriendo hasta que me duelen las mejillas. ¿Qué acaba de pasar?


Mil veces másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora