Capítulo 4

122 4 0
                                    

En un principio no contaba con mi madre el día de mi cumpleaños, contaba con irme con mi padre... pero, si él se va a Nueva York... ¡voy a estar sola! Odio los imprevistos. Estoy bastante confusa. Es genial, voy a cumplir los dieciocho sola. Necesito que este día acabe ya. De repente unos ojos verdes se me vienen a la mente. Lo había olvidado, tengo que llamar a Luke. Subo los escalones de dos en dos y cojo mi móvil de la mesilla de mi habitación. Marco su número y espero unos segundos.

-¿Sí?

-Eh... soy... soy Chloe, hola.

-¡Oh! ¡Chloe! -noto sorpresa en su voz- ¿Cómo ha ido el día?

Bueno, si no fuera porque acabo de recibir la noticia de que voy a cumplir mis dieciocho sola, hubiera estado mejor.

-Bien, bien Luke. ¿Y el tuyo?

-Bastante bien -hace una pausa y sé que sonríe- mis amigos me han regañado por no traer la pelota de vuelta.

Los dos nos reímos. De verdad, cualquier persona en la faz de la Tierra se volvería adicta al  sonido de su risa y de su voz...

-No te preocupes Luke, el viernes te la devolveré. Más o menos, ¿donde está?

-Así que la señorita Morrison ha decidido venir, ¿eh?

-Ubicación, por favor -inquiero.

-Impaciente.

Me limito a reírme, y me dice dónde se encuentra el Irlandés y a qué hora debo estar ahí. En un principio me inundan las dudas pero me limito a despedirme de él y me da las buenas noches justo cuando escucho que mi madre y Denis están de vuelta en casa. Le pongo un mensaje rápidamente a Sab para informarle de lo del viernes y bajo las escaleras para recibir a mi madre. Cuando llego al piso inferior la noto un poco desconcertada. Mi padre la habrá llamado. Antes de que pueda decir nada la cuento mi situación. Por supuesto que no es plato de buen gusto para nadie quedarse solo en casa el mismo día de tu cumpleaños, pero no quiero que mi madre no se vaya de vacaciones por tener que quedarse conmigo. La voy convenciendo poco a poco de que ya son dieciocho años y puedo cuidarme yo sola el tiempo que haga falta. Es una forma de ponerme a prueba a mi misma. De todos modos el curso que viene voy a tener que vivir en la residencia de la universidad. Siempre he sido una chica responsable y no he tenido problemas de ningún tipo. Ya he pasado alguna que otra noche sola en casa pero nada más. Al final acabo convenciendo a mi madre, que finaliza la conversación con la condición de que cuando se vayan le llame todas las noches para asegurarle que estoy bien.

-Chloe, creces tan rápido... -las lágrimas amenazan con salir disparadas por mis mejillas cuando esas palabras salen de su boca a la vez que se acerca para darme un abrazo -te quiero muchísimo hija.

-Yo también te quiero mamá, muchísimo. Ah, se me olvidaba, mañana voy a salir con unos amigos al irlandés. Simplemente quiero que lo sepas. -Así me aseguro de que si Luke resulta ser un secuestrador buenorro y me pasa algo ella sepa dónde estoy.

-¿Vas con Sabannah?

-Sí, y unos amigos más. ¡Me voy a la ducha! -Zanjo la conversación para evitar preguntas sobre esos "amigos más" con los que voy a salir y a quienes no conozco en absoluto.

Nos volvemos a abrazar y llamo a mi padre para contarle lo que hemos hablado. Cuelgo y me meto en la ducha. Estoy realmente agotada así que decido irme a dormir directamente.

Me despierto sobresaltada. Son tan solo las tres de la madrugada. Está diluviando. Me levanto de la cama y me acerco a la ventana. Las gotas que se estrellan contra el cristal producen un sonido relajante, además, son enormes, de tormenta de verano. Me fijo en el Saab cabrio negro que hay aparcado y recuerdo a Luke y a sus amigos con la pelota. Después de estar ahí unos quince minutos decido volver a la cama. Poco a poco el sueño me atrapa y me quedo dormida.

Mil veces másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora