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La madre tierra miraba a su bella hija sufrir de dolor cada mañana y noche, todos los allegados a ambos preguntaban que podían hacer para ayudar, insistían seguido no queriendo ceder a dejarla sucumbir por su enfermedad, el ambiente en la montaña se palpaba desde la distancia con solo verlo, incluso el clima comenzaba a ser parecido a invierno por el frío que hacía en la mañana como cuando caía la noche dejando una leve calidez a medio dia que emanaba el sol, toda la vida silvestre y animal se veían afectados por la ausencia de su pequeña.

"Madre Tierra, queremos saber cuanto falta." Se escucho preguntar a un lobo gris

—Dos días. —hablo en un murmullo cansado

El silencio se hizo presente como se esperaba, todos los presentes sabían que forzar a la luna para adelantar su fase no era conveniente si el resultado no iba a ser satisfactorio y podía no mejorar, el par de pasos lentos provenientes de la casa los hizo estremecer sus corazones.

"Madre..." susurro una fiel ardilla en dirección a su espalda

—Mamá, ¿Qué haces aquí afuera?, hay frío —sonrió débil la pequeña flor que esperaba descalza en la puerta de su casa, su mirada se iluminó un poco cuando vio a todos sus amigos ahí —¡Señor Lobo!, deberia estar en casa y no aquí ¿Por qué siempre desobedece? —

El lobo pareció sonreír aunque lo que cualquiera vería en su lugar sería como mostraba sus enormes dientes, sin duda saldrían corriendo.

—Siento que me perdí de alguna celebración, pero me alegra verlos a todos. —con cada palabra que decía parecía aliviar el ambiente y preocupaciones de cada uno de los presentes —Ya los extrañaba —.

Los animales parecieron alegrarse por esas tres palabras aullando, cantando, moviendo sus colas y orejas, todo parecía ir mejorando. La madre tierra camino hasta ella pidiendo que volviera dentro para comer algo rico juntas dejando descansar a los animales, el sol que casi se ocultaba regalo una asombrosa vista a las personas pintando de colores rosa y naranja su cielo como regalo de buenas noches a su querida flor.

Una hora transcurrió y fue el tiempo límite que la pequeña estuvo hablando y riendo aún si estaba cansada y adolorida, sus síntomas tomaron cuenta haciéndola caer en una fiebre que no bajaba por más que la madre tierra intentaba de todo.

Sabía que estaba llegando en el paso tres, dos pasos más y no habría vuelta atrás para ayudar a su hija.

Existían cinco principales síntomas que se presentaban cuando una planta comenzaba su ciclo de marchitarse:

1. Cansancio

Flor había comenzado a sentir más sueño estando en diferentes actividades, dormir no parecía lo necesario para recargar energía.

2. Dolor en pecho

Flor tuvo ciertos tirones en donde estaba su corazón que pasaron a ser más fuertes y largos, hasta el punto de hacerla caer inconsciente.

3. Fiebre alta

Flor recién comenzó a padecer la fiebre alta sobrepasando los cuarenta grados sin disminuir.

4. Cambio de color en sangre

5. Se detiene su corazón

En los pasos cuatro y cinco eran los más difíciles de sanar, si la sangre llegaba a ser de color marrón –como las marcas de ramas que decoraban su cuerpo buscando el camino hacia su corazón– llegaría a invadir su sano corazón de planta haciendo que se marchite poco a poco con cada latido que diera comenzando así el paso cinco, esperar hasta que deje de latir, ya no había ninguna cura que le ayudara a recuperarse.

Luna quien cuidaba el cielo desde la distancia podía ver el dolor que pasaba la madre tierra que cuidaba a su hija, ella había creado un regalo a los humanos, uno que era idéntico a ellos pero con sus diferencias que la hacían única, la dejo que aprendiera como vivían los seres humanos explicando las mil y una dudas que la niña conservaba para que le fueran resueltas por su madre.

Sentía como la creadora de aquella hermosa flor se culpaba por no haberla cuidado lo suficiente del daño que le hicieron, pero Luna le decía que ella la ayudaría a salvarla, que esperara un poco más y estaría lista para dar hasta la última gota de luz si eso ayudaba a su flor de media noche seguir viva.

Existían los cinco síntomas del comienzo de marchitacion de una planta u flor, junto a eso se había descubierto un remedio para salvar ese corazón marchito, pero toda solución tenía su tiempo estimado. En este caso decía asi: "Si la madre tierra desea usar este remedio o alguien allegado lo quiere utilizar, esto deberá tener en cuenta: se debe crear un círculo grande hecho con piedras del mismo tamaño con la persona a curar en su centro, deberán hacerlo en el momento justo que fue traído a la vida su planta repitiendo la misma oración con la que invocaron su vida, no antes y no después del tiempo exacto. Si el creador de esta nueva vida no es quien recita la oración es posible que no cure por completo la planta, dejando en su lugar un retraso de veinte días como límite a su fase final."

Eran instrucciones claras y precisas que se debían seguir pero como un remedio de cientos de años tenía su propia trampa, no exigía el día exacto de su nacimiento sino solo la hora exacta donde comenzó su vida, cualquiera que interpretará esto mal sin duda no podría salvar una vida silvestre.

En este caso la trampa que los detenía era la hora justa donde nació Flor, media noche en luna llena.

Y en este mes la luna llena era en dos días, cuarenta y ocho horas para poder realizar la curación, la angustia de su creadora se palpaba en el aire a sabiendas que su hija acababa de entras en el paso tres siendo cada vez más peligroso ayudarla a seguir viviendo, estaba consciente que aun en el paso cuatro podía intentarlo y remediarlo pero no era seguro, podía ser muy tarde para cuando ella lo intentará.

Solo les quedaba esperar...

𝕱𝖑𝖔𝖗 𝖉𝖊 𝖒𝖊𝖉𝖎𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora