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Los días pasaron tranquilos y bastantes curiosos, aventuras para la pequeña flor que, a decir verdad, había aumentado unos centímetros desde su nacimiento lo que para un humano duraría en crecer tres o cuatros años.

Aunque la pequeña estaba descubriendo muchas cosas del mundo que ahora era su hogar, empezó a pensar que quizás las personas podían ser buenas como lo era su amiga Azul y le contaba ciertas historias cada tarde que la iba a visitar –detalle que extrañaba a Azul era que viviera en el bosque y nunca se haya dado cuenta–, como esa tarde que estaban sentadas bajo un gran árbol con una hermosa sombra, para Flor era su madre cuidándola desde muy cerca y quien las cubría del sol.

¿Y tus padres? Nunca los he visto. —pregunto la niña de ojos azules

¿Mis...padres? —susurró y los nervios –que ella llamaba cosquilleos raros en sus manos– hicieron su aparición, no tenía respuesta para esa pregunta ni siquiera tenía idea de que eran "padres" —No, tengo. ¿Dónde se consiguen?

¿Qué? —la vio extrañada por su reacción, sus ojos se abrieron desmesuradamente y pensó que se le saldrían ¿Es posible, no? —¿No tienes padres? —Flor negó sin una pizca de entendimiento, vaya que había muchas cosas que ella no sabía.

Su amiga no era la única que estaba en shock por tal cosa sino también algunos animales que pasaban por ahí viendo que todo anduviera en orden escucharon aquella pregunta, dos aves fueron volando al árbol y le preguntaron qué hacer, ellos podían alejar a la niñita para que no se la llevarán, pero la madre tierra les negó y con simples palabras respondió: «Ella sabrá que responder.»

Eso...no puede ser cierto. —el impacto con el que seguía era impresionante, quizás no había respondido bien a su pregunta ¿Había cometido un error?

Bueno, tengo a mi madre y... —se quedó en silencio pensando que más decir, claro que no le iba a decir que su madre era el árbol en dónde estaban recostadas, no. Tampoco le podía decir que sus demás amigos eran los animales ni mucho menos que los lograba entender la mayoría de veces. —Solo somos las dos. ¿Eso es padres?

El aire pasó refrescando un poco el ambiente de ambas pequeñas y dándole confianza a su pequeña flor, si bien no tenía una familia como todas las personas –al menos la mayoría–, ella no había sido concebida ni nacida de un vientre materno, había sido creada.

Uh...yo, lo siento.

¿Por qué dices "lo siento"? —sonrió

Por preguntar sobre tus padres cuando...no tienes a ambos.

Está bien, no hay problema que no tenga a ambos. —¿O es un requisito tener a ambos?

Muchos sentirían pena por saber la terrible desgracia por no tener a ambos progenitores con ella, pero la enorme sonrisa que tenía plasmada en su rostro era hermosa dejando en claro que no le afectaba. Cambiaron de tema para eliminar el ambiente incómodo que según Azul había entre ambas, la madre tierra sonrió feliz del progreso que estaba teniendo su dulce flor, avanzaba y comprendía rápido las cosas, era sin duda una flor muy inteligente.

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El tiempo transcurrió tan normal sin detenerse ante nada, ambas niñas habían crecido muy rápido –Flor aún más–, las dudas que presentaba tener cada noche antes de dormir se disiparon poco a poco. En años humanos Flor tenía ya quince años, una larga vida para una simple flor, pero una tarde tranquila en el bosque todos se preocuparon cuando la vieron llegar corriendo, un lobo la agarro de sus ropas cuando casi caía al duro suelo, la madre tierra se asustó al verla tan agitada y desesperada queriendo respuesta del porque las personas morían.

¿Por qué? —su tono de voz tenía un toque de dolor que pudo percibió y no sonreía

A las personas llega a un límite de tiempo, viven solo ciertos años...algunos más y otros menos. Nadie es para siempre.

¿Es necesario?

No puedo aceptarlo ni negarlo, pero no son dioses pequeña ni inmortales. —la abrazo de forma protectora alejando todo lo que su cabecita estuviera imaginando o pensando de más

La madre tierra había adoptado más seguido conservar su forma humana después de que su amiga pidió conocerla, desde entonces ha pasado más tiempo en esa forma siendo una madre para su hija, le daba todo el cariño y amor que necesitaba, todos eran testigos de aquello.

Estaba consciente que Flor al inico tuvo dificultades para adaptarse a las personas, pero le impresiono la rapidez con la que lo logró, era muy inteligente y perceptible de su alrededor.

¿Yo moriré algún día?

Claro que no, tú eres una flor nacida a media noche, no podrás morir de no ser que... —se separó un poco de ella y tomo una de sus manos colocándola en su pecho —Tú corazón se marchite.

¿Mar...chite? —se alejó un poco preocupada y nerviosa por lo que acababa de escuchar sin dejar de tocar su pecho —¿Eso...significa que voy a morir? —negó rápido, no quería morir

No, cariño escucha. —se acercó con una sonrisa para calmarla, debía explicarle lo que no sabía, aclararle lo que pasaría y el cuidado que debía tener —Tú corazón está lleno de amor, alegría, amabilidad, fe, de muchísimas sorpresas; pero mi niña, tú eres radiante en entre todas las personas que ahora te rodean, y el mundo está lleno de quiénes no valoran o agradecen lo que uno da u ofrece por ellos.

No entiendo. —su madre la recostó en sus piernas y le acaricio sus bellos cabellos

Tú, eres un alma tan pura en este mundo y temo que te lastimen hiriendo poco a poco tu corazón, haciendo que te marchites primero por dentro...solo trato de cuidarte, digo todo esto para que cuides lo que llevas dentro. —las caricias en su cabello la relajaban dejándolas en su burbuja

Las cosas no iban tan mal en su adaptación, llevaba tiempo conviviendo con Azul y ni decir de sus demás amigas, revoltosas, graciosas e imperativas, le gustaba estar rodeada de gente alegre y si ellas no lo estaban, hacia el intento por alegrarlas como fuera. Le gustaba ver a la gente feliz, ver esos colores en sus ojos y rostro, sin duda era lo mejor que ella veía.

Promete que te cuidarás...

Claro que lo haré, no tengo que temer de mis amigas. —sonrió feliz y su madre solo deseo que así fuera.

𝕱𝖑𝖔𝖗 𝖉𝖊 𝖒𝖊𝖉𝖎𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora