— Eres una linda gatita. — comento aquel chico rubio acariciando el lomo de aquella gata blanca que se encontraba reposada en su pecho mientras él se mantenía con los ojos cerrados queriendo dormirse por una tarde agitada.
Había conseguido lo que muchos hombres y mujeres querían, tener a aquella bella gatita en sus manos para quitarle el collar con tal de casarse con esa mujer que había hecho una apuesta consigo misma: “quien logré quitarle la llave a mi gatita hermosa va a poder tener la honra de casarse conmigo.” ¿Quién podría tener el tiempo para agarrar a una gata? Pues al parecer muchas personas que siempre acababan siendo humilladas por aquel bello animal de pelaje blanco cuál nieve.
—¿Sabes? Hoy fue un día pesado, pero estar con aquella chica por fin de grandioso. La muchacha es hermosa e inteligente, precavida... Tiene tu mirada. — le comento a aquel felino con una sonrisa tranquila quien solo le miraba cerrando los ojos despacio.
La gata siguió con el ronroneo "amasando" el pecho suave del mayor para acomodarse a dormir. Se estiró y le siguió mirando, sus ojos casi brillaban por ese color oro tan hermoso que portaban con un rayo rojizo que podría volver loco a cualquiera. — jajaja... Igual podría pensar que tú eres ella, pequeña Akimitsu. — quitó sus lentes del puente de la nariz para cerrar los ojos de nuevo y apagar la luz de la vela que le acompañaba en esa fría noche de otoño.
La pequeña gata entre ronroneos terminó por acercar su hocico dando besos a los labios del rubio.
Así la noche envolvió al rubio y su compañera felina.
— Zeke Jaeger, por fin te vuelvo a encontrar. — una voz suave que se desconocía de si provenía de un hombre o mujer le susurro al oído despertando al mencionado de golpe, la figura extraña que la tenue luna apenas lograba divisar el contorno del cuerpo que esa persona le visitó.
Logro que se sentará de golpe, ¿Cuánto había dormido? Eso no importaba ahora, ¿Quién era esa persona y cómo había entrado ahí? Aquella persona desconocida solo se fue caminando de espaldas a la ventana pasa salir de inmediato.
Colocó la mano en la pequeña mesa que tenía al lado de su cama tirando algo en el proceso, busco los cerillos rápidamente encendiendo la vela para ir a cerrar la ventana. Eso fue extremadamente raro que no podía procesar lo que pasó, miro a todos lados y la pequeña gata no estaba tampoco. — Akimitsu, tuviste miedo,¿Eh? — frotó su cien cerrando la ventana por fin para dirigirse de nuevo a su cama a dormir.
Piso al estar descalzo algo que le hizo retroceder, miro que había en el suelo encontrando aquella llave que la gatita siempre llevaba. Se inco tomándola con la mano diestra extrañado, no estaba roto el cordón.
Miro de nuevo a la ventana, alguien le había quitado la llave a la pequeña gata y la había dejado ahí, esa persona desconocida.
— huele a hierba de gato.
— Huelo a hierba de gato.