El tiempo y la vida puede ser tan crueles con las vidas de las personas, poniendo a prueba al ser humano, donde el amor a veces puede doler como el más grande sacrificio.
«Me voy con la dicha y el agradecimiento brindado en esta tierra, hoy yo voy a...
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La patrulla retomaba su camino, con aquellos dos oficiales que en primera instancia habían llegado al lugar del accidente, para estos momentos, ya habían recibido las indicaciones, a ellos les había tocado informar sobre aquel joven llamado Jimin, Park Jimin; según las indicaciones vivía en Seúl con un compañero de cuarto, quien era muy cercano a él.
El oficial Kim, por alguna extraña razón se sentía desanimado, además de que no ayudaba el hecho de el silencio pronunciado el cual había sido formado por ambos.
—"Ya casi llegamos Namjoon."
—"Sí"— mencionó el monosílabo sin esfuerzo, con su mirada siempre puesta al frente.
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El auto se estacionó frente a un gran edificio de apartamentos que se elevaba a la vista del claro cielo.
Al llegar a la puerta de vidrio que se abría en su mitad, vieron que para tener acceso tenían que tener clave, por lo tanto, tuvieron que pedirle permiso al guarda del edificio, para que así les dejara poder ingresar, como todo, tuvieron que enseñar sus placas.
Caminaron hasta llegar al elevador, ya después de que las puertas se cerraron, su compañero habló.
—"Seré sincero Namjoon, tengo oprimido el pecho, sobre todo por ver eso..."
—"Soy padre Jungkook y ese joven sin duda alguna, también lo iba a ser, es difícil..., a lo mejor su esposa cuando se entere de este suceso, aunque me parece raro que no estuviera en los papeles..."— se detuvo poco a poco, hasta cerrar sus labios.
—"O bien iba a ser padre soltero"— terminó su compañero.
—"Seguro."
El panel del ascensor indicó el piso nueve y ambas puertas de metal se abrieron; salieron y caminaron hasta llegar al frente de una puerta con el número 83 incrustado.
El oficial llamado Jungkook tocó con sus nudillos gentilmente la madera.
Esperaron unos segundos hasta que escucharon unos sonidos como de arrastre.
—"Ahg, voy, voy, denme un segundo."—sonó una voz bastante profunda del otro lado.
Los oficiales como por sincronización se dieron una mirada y solo con un asentimiento, se entendieron.
El seguro del otro lado fue retirado y un joven hombre de pelo negro y piel pálida se asomó.
Su expresión gesticuló inmediatamente confusión al ver a los uniformados ahí de pie, delante suyo. Que dos policías estuvieran en la puerta de su apartamento, era extraño.
—"¿Les puedo ayudar en algo oficiales?"— Contestó servicialmente, pero nunca quitó su rostro de intranquilidad.
Por el pasillo, más allá a la derecha de los oficiales, se escuchó el sonido de una puerta cerrarse, las tres personas voltearon a ver en la dirección. Una señora los observó y empezó a murmurar para sí misma.
