¿Por qué no era capaz de abrir los ojos?
Quería despertar y salir de aquí, ya no soportaba más la presión que sentía en el pecho y la mano derecha le escocía. No recordaba nada del día anterior. Su mente solo le daba pequeños flashbacks de lo que había sucedido, recordaba a una mujer en la tienda de Dally, una menuda rubia de ojos casi violetas y de extravagante vestimenta, darle unas piedras según ella, mágicas y un pergamino viejo envuelto en una tela azul suave. Luego se encontraba caminando por un sendero desconocido hacia una mansión que nunca había visto, después de eso un rápido vistazo a una habitación enorme con los muebles llenos de sabanas y luego de eso nada...
¿Qué era ese lugar y como había llegado allí?
¿Qué era lo que esa mujer le había entregado?
Quiso golpearse por haber sido tan estúpida de seguir las instrucciones de un estúpido papel y mucho más por haber recibido algo de alguien que ni conocía. Por amor a Dios, ya no era una niña.
Quería salvar su vida, no hacer la estupidez que estaba segura que había hecho.
Tenía que despertar pronto, no le gustaba sentirse tan vulnerable.
No sabía cuánto tiempo llevaba acostada, estaba cansada, le ardía la espalda por estar en la misma posición y todo el cuerpo le pesaba, sabía que había caído la noche porque todo a su alrededor se había tornado oscuro, por sus ojos cerrados no veía la tenue luz del día y su piel ya no sentía la cálida caricia del sol.
Sintió como agarraban su mano y la sobaba suavemente mientras murmuraba palabras incompresibles, ya quería abrir los ojos, no aguantaba estar un minuto más en esa posición y sin poder hablar.
Gwendolyn estaba recuperando el color poco a poco y su cuerpo no era tan frio. Desde que había regresado de su viaje, solo la había la había visto dos veces, la primera vez en el centro comercial el día anterior, y esta, contemplando su cuerpo frágil.
Faltando poco para las nueve, el doctor Spencer dio su última ronda, y las luces se apagaron alrededor de las diez, solo se escuchaba el grillar de los grillos y el suave silbido del aire al pasar por entre las ramas de los árboles. Todo resultaba inquietamente pacifico.
Desde pequeña le habían molestado los hospitales, tenían un aura muy pesada y lastimera, si fuese por ella evitaría a toda costa entrar en uno, Sin embargo, debía hacer una excepción por Gwen, no debía, no, no podía dejarla sola en un momento tan vulnerable.
La había conocido tiempo atrás cuando monto su tienda de belleza junto a la de Dolly. A partir de ese momento las 3 se habían vuelto inseparables. Si bien eran de gustos muy diferentes, conectaban de manera extraordinaria, habían sido creadas para pasar la mayor parte de sus vidas juntas. Y no podía estar más agradecida con el universo.
Por favor Gwen, despierta pronto.
Pensó mientras recostaba su cuerpo en la silla y perdía su mirada en la oscuridad.
La cabeza le comenzó a dar vueltas, como si se encontrara en esos juegos mecánicos que solo sirven para que botes todo el contenido de tu estómago, y sentía como por los brazos pasaban pequeños corrientazos que la chuzaban de vez en vez. Sintió el momento exacto en el que su cuerpo volvió a ser suyo, con suavidad se pasó la lengua entre los labios resecos y con lentitud abrió los ojos.
Todo a su alrededor estaba en penumbras, no lograba enfocar la vista para saber con claridad donde se encontraba y para ver a la persona que ahora estaba recargada en una silla a su lado mirando más allá de la oscuridad de la ventana.
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El Regreso del Guardián
RomancePara tenerlo e invocarlo solo debes seguir estas 7 simples reglas. 1. No preguntas personales. 2. Nadie sabrá como llego a ti. 3. Solo lo podrás tener una vez. 4. Una vez que el trato culmine, será olvidado. 5. Serás a la única que p...