Capítulo 10

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El aroma de la primavera se mezclaba perfectamente con el ambiente.

Sus ojos con heterocromía apreciaron el color de las flores, fue igual que observar un nuevo mundo, solo que, detrás de toda esa belleza cautivadora estaba la sombra, una sombra presente pero indetectable a simple vista.

Todo parecía seguir igual, como si nada hubiera pasado, como si el incidente de la mañana solo fuera un recuerdo vago y extraño, una anécdota de otra persona. Pero solo él sabia que bajo la capa de indiferencia algo sucedía en su interior, solo él sabia la peligrosa tormenta que se manifestaba por dentro.

Sus orbes parecían ser normales, pero si mirabas mas de cerca podrías ver una vaga oscuridad. Como si en aquellos ojos claros se mostrara la sombra de una bestia a punto de atacar. Un monstruo aterrador que abría sus fauces con un ímpetu estremecedor.

Estaba a punto de ser liberado de la jaula.

Una fuerte corriente de aire barrió las hojas de las flores de cerezo, arrastrando los pétalos frágiles. Las pequeñas flores fueron incapaces de resistir tal violencia y sus preciados pétalos se esparcieron, creando una escena que deleitaba los ojos de cualquier espectador.

De alguna forma tal escena hizo sentir representado al pequeño Todoroki. Era como ese viento violento, queriendo arrastrar a la bella flor con él. Pero no lo sabia, la estaba subestimando, se le olvidaba que detrás de la flor estaba el tronco de un árbol.

Las clases siguieron de manera normal. Todo parecía ir bien, ellos dos seguían siendo igual. Incluso durante la clase práctica no cambiaron su actitud. Pero hubo cierta sutileza. Una cierta ambigüedad en la mirada del Todoroki, quien observaba el cuerpo del alfa de ojos carmesí con mucho cuidado.

El sol salió detrás de las nubes blancas, dejando que sus rayos dorados colorearan el contorno de aquel joven intrépido, dando a su destacada figura un halo deslumbrante. Sus cabellos de rubio ceniza parecían convertirse en motas de oro. Sus ojos de carmesí adquirieron una luz fascinante. Sobre su exquisita piel clara se podía ver como gotas de sudor bajaban lentamente, casi de forma seductora. Levantó levemente su camisa para retirar el sudor de su cara, mostrando un torso musculoso lleno de energía explosiva.

Él no era delicado, tampoco paciente, sus palabras no eran amables, su actitud era comparable a cargar con una bomba de tiempo. Su cuerpo lucia muy fuerte sin mostrar un ápice de debilidad. Su sonrisa no era educada, si no muy parecida a la sonrisa de un demonio ante su víctima. Sus ojos de carmín no eran suaves, por el contrario, eran desafiantes, orgullosos, llenos de afiladas dagas, revelando un carácter difícil de manejar.

Era alguien con quien no se podía tratar a la ligera. La palabra "delicado" no se ajustaba para nada con él.

Era un alfa fuerte, totalmente distinto a los bonitos y delicados omegas. Si, es verdad, no era un omega lindo, tampoco delicado, ni con una piel como la porcelana, ni con unos ojos grandes y acuosos que te miraban con cariño, tampoco con una voz suave y dulce.

Pero no pudo evitar pensar que era la persona más hermosa que nunca haya visto. Mucho mas hermosa que cualquier omega.

Sus pupilas se dilataron, trago de forma dura mientras sentía su sangre hervir lentamente. Parece haber algo mal con su cuerpo, no podía apartar los ojos de su amigo rubio.

No comprendía ¿por que no podía dejar de mirarlo?

Y mientras mas miraba, mas sentía una oscuridad ardiendo en su interior. Un deseo destructivo y adictivo. Ante tal revelación se sintió asustado.

¿El acaso quería lastimar a Bakugō?

Tal conclusión lo hizo sentir mal y asqueado de si mismo. No podía hacer eso, no quería ser como su padre, destruyendo la felicidad de los demás. No quería lastimar a ninguno de sus amigos. Aparto la mirada con ojos caídos.

Alpha y Alpha [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora