"Así que... creo que te debo un mocca... ;)"

Es lo que aparece en la pantalla de Amaris a modo de mensaje mientras ella está recostada leyendo sobre el abdomen de su novio en su habitación.

-    ¡Noe!

-    ¡¿Qué?! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Por qué gritas?!

-    Mira esto. –dice la chica incorporándose para poder enseñarle mejor? - Pero ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo pasó esto? Creí que Val estaba furioso con Caleb.

-    Debe habérsele pasado. Me topé con Torres fuera de la biblioteca y me explicó lo ocurrido, me pidió que por favor le dijera dónde podía encontrar a Vale para arreglar las cosas con él y luego se dirigió corriendo a su habitación así que creo que se amistaron.

-    ¡¿Y por qué rayos no me dijiste?! –dice la chica golpeando al castaño en el brazo.

-    Auch –reacciona el muchacho sobándose- porque se me ha olvidado.

Luego de eso, el chico se acomoda frente a su novia, sentado al estilo indio y se dispone a relatarle su encuentro con el ojimiel y todo lo que él le contó.

***

Ha pasado un rato desde que los dos chicos han estado oficialmente saliendo y realmente ninguno de los dos sabe qué hacer, llevan al menos treinta minutos uno al lado del otro en completo silencio, tirándose miradas furtivas llenas de aprecio, sonrisas empalagosas y besos tiernos y rápidos. Cualquier persona que los vea desde fuera no podría calificarlos como nada menos que adorables, son todo mejillas sonrosadas y cuerpos casi incapaces de contener tanta felicidad.

-    Basta, se me van a congelar los músculos de la cara de tanto sonreír, necesitamos parar –suelta de repente Vale cubriéndose la cara con ambas manos al tiempo que se recuesta sobre su cama.

-    Lo puedo intentar, pero no creo poder –responde Caleb tomando lugar junto a él.

Y nuevamente, el café claro se encuentra con el negro . Nuevamente sucede ese momento único que sólo sucede con esa persona. El reconocimiento. Como dos imanes, los dos muchachos se acercan y se miran por unos segundos, solamente para volver a juntar sus labios otra vez.

***

Los días transcurren con total normalidad, exceptuando el hecho que los dos chicos han pasado cada momento que han podido juntos, el desayuno, refrigerio y el almuerzo, luego de las clases y durante la clase de educación física, a la cual, gracias a su nuevo incentivo, el menor no ha estado faltando, e incluso ha mejorado su condición física, o al menos es lo que a Vale le gusta creer; así que es esperable cuando los amigos de este se quejan con él por casi no pasar tiempo con ellos.

-    Oh Romeo, Romeo. ¿Dónde estás que ya no te vemos? ¿Será por los campos de olivo, o colgado del cuello de tu chico? –se escucha una voz femenina acercándose por las espaldas del rizado.

Es jueves por la mañana y al trio le toca clase de religión con la Hermana Carmen. A los estudiantes en este curso los sientan en pupitres de a tres, para "que compartan y comenten la palabra de Dios entre ellos" así que Harry está sentado en su mesa habitual, a un extremo de esta cuando sus amigos se acercan para tomar asiento junto a él.

-    En realidad, creo que Cal vendría a ser Romeo, por la edad, tú sabes. –responde el chico mirando a su amiga y saludándola con un beso en la mejilla.

-    Sí, sí, como sea. El punto es, que ya va ser un mes en el que casi no te hemos visto, o lo hemos hecho muy poco, mañana volvemos a nuestras casas por el finde, y no creas que se me ha olvidado que tengo un premio pendiente por cobrar.

-    Lo sé, perdón. –se lamenta el chico tirando cabeza hacia atrás.

-    Bueno, lo hecho, hecho está, lo que puedes hacer para compensarnos es llevarnos a Starbucks el sábado con todo pagado. –habla por primera vez el otro chico.

-    Está bien, me parece justo. –concuerda sonriendo.

-    ¡Buenos días estudiantes! –dice la mujer vestida de habito que acaba de ingresar al salón de clases.

-    Buenos días Sor Carmen –se oye en coro en toda el aula.

-    El día de hoy vamos a hablar sobre los siete pecados capitales.

***

Val debió saber que iba a sentirse identificado el día de hoy en clase en cuanto oyó el tema a tratar: los siete pecados capitales, gula, avaricia, ira, pereza, soberbia, envidia y... lujuria; después de todo, estudia en un antiguo internado católico y las personas de su condición nunca han sido muy bien vistas, pero, no esperaba el sentirse tan directamente atacado.

-    ¿Quién de ustedes me puede decir qué significa exactamente lujuria?

-    Es la búsqueda de la satisfacción propia por medio de lo carnal. Buscar solo el placer físico más allá de lo que está bien o lo sentimental –explica una chica desde el fondo.

-    Eso es correcto, Daniela. ¿Alguien que me pueda dar ejemplos?

-    Las personas que recurren a prostitutas –se escucha por algún lado de la habitación.

-    Los violadores –dice otra voz.

-    Homosexuales –y ahí está, la respuesta que sabía llegaría, pero no quería escuchar.

Vale no es que crea en esa imagen de Dios malvado y discriminatorio que le hayan pintado, a su forma de ver, Yavé ha de ser alguien benevolente el cual ama a todos por igual, él tiene su propia perspectiva sobre la divinidad, es por eso que no acude mucho a la iglesia o toma importancia de lo que profesan en la escuela; pero, de alguna forma, escuchar eso, que se irá a infierno y está pecando, le incomoda, así que, como ya se le ha hecho común cuando hay algo que no le hace sentir bien, se cierra en sí y deja a su mente divagar, mientras Mari  a su lado, que ha notado esto y ha visto al chico tensarse, toma la mano de su amigo por debajo de la mesa.

***

El viernes por la mañana cuando Vale y Noel se encuentran sentados en su mesa habitual peleando por quién se ha de comer el último trozo de tocino que han escogido para compartir y la chica los mira de reojo con una taza de café en la mano y un libro en la otra, que Caleb se acerca al grupo con su bandeja y toma asiento.

-    Hola chicos.

-    Hola Cal -saluda su chico mientras su amigo aprovecha para hacerse con el trozo de carne.

-    Hola.

-    ¿Qué hacen?

-    Sólo estábamos intentando barrer el sueño de nosotros. Y ¿tú qué tal? ¿Emocionado por volver a casa? -Responde la chica dejando su libro a un lado.

-    Eh, sí, algo.

-    Bueno, habíamos pensado en ir a la cafetería mañana por la tarde y a pasar el rato o, mejor dicho, me van a obligar a vaciar mi billetera para ellos mañana. ¿Quieres acompañarnos? –dice el morocho dando un sorbo al vaso de jugo que tiene frente a él.

-    Me encantaría Val, pero, no puedo, Kham llega hoy por la noche a visitarnos durante una semana y hemos quedado en ir al cine.

-    Oh, bueno, no hay problema.

Posteriormente, la rizada ha vuelto a su lectura y los tres chicos se dispusieron  a conversar hasta que ha sonado la campana indicando que el primer periodo ha de iniciar en quince minutos así que recogen sus bandejas y se ponen en marcha hacia sus salones.

Limerencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora