Jimin lo veía cada maldito día de la semana. Se despertaba por la mañana y YoonGi estaba fuera trabajando en el patio, limpiando el camino o charlando con los demás vecinos. Llegaba a casa del trabajo y YoonGi entraba o salía en ese momento. Se lo encontraba en la tienda de ultramarinos, y una vez cuando los dos salieron a tirar la basura. YeonWoo charlaba con YoonGi cada vez que lo veía, como si fueran amigos de toda la vida. Y YoonGi estaba de lo más atento y dulce... Pero con YeonWoo.
Lo irritaba, sobre todo porque cada maldita noche se tumbaba en la hamaca. Antes de acostarse, se acercaba a la ventana y lo miraba como si le fuera la vida en ello. Todo su cuerpo empezaba a cantar al ver a YoonGi allí tan relajado. Cada vez que lo miraba, se excitaba. A veces YoonGi leía hasta que se ponía el sol; a veces tan solo se balanceaba en la hamaca escuchando música con unos cascos. A veces dormitaba y a veces silbaba, pero ni una sola vez se había quedado profundamente dormido.
Casi deseó que lo hiciera, para así tener una excusa legítima que le permitiera acercarse a él. YoonGi ya no se mostraba entrometido. En realidad, parecía haber perdido interés en él. Siempre se mostraba cordial, los saludaba con la mano y luego continuaba con lo que estuviera haciendo. YoonGi lo trataba como trataba a otros vecinos, y eso no le gustaba.
Jamás se había dado cuenta de que fuera un hombre veleidoso. Pero lo cierto era que echaba de menos a YoonGi. Apenas lo conocía y ya se había acostumbrado a él. Igual que YeonWoo. Su hija se sentaba a menudo a la puerta de la cocina y se quedaba mirando la casa de YoonGi con expectación. YeonWoo lo echaba de menos.
No lo satisfacían ni las breves y amigables charlas ni los saludos con la mano, y eso era algo con lo que Jimin no había contado. Se le partía el corazón.
—Woo —llamó a su hija—, ven a comerte el sandwich.
Dos segundos después, YeonWoo se asomó a la puerta. —Me lo voy a comer aquí fuera.
Normalmente a Jimin no le hubiera importado, pero no quería que su hija se pusiera triste.
—Woo...
—Yoon también querrá un sandwich.
Jimin se quedó inmóvil y lo invadió una extraña emoción, algo que se negaba a analizar.
—¿Está ahí fuera?
—Está con un grupo de hombres muy grandotes.
Antes de que su cerebro pudiera darle la orden a sus pies, estaba a la puerta de su cocina. Sin duda, allí estaba YoonGi, rodeado de tres culturistas; todos ellos enormes, todos guapos. Todos adulándolo.
Frunció el ceño y pensó en meterse dentro antes de que ninguno de ellos lo viera, pero de nuevo su hija lo traicionó. YeonWoo avanzó dos pasos por la pendiente cubierta de césped y agitó los brazos como un molino.
—¡Eh, Yoon!
YoonGi levantó la vista y sonrió a YeonWoo con aquella sonrisa deslumbrante. Le dio unas palmadas en el pecho a uno de ellos y a otro un golpe en la espalda, antes de acercarse a YeonWoo.
Jimin notó que se le aceleraba el pulso. Hacía ya una semana que había hablado con él, una semana que había estado cerca de él. Por mucho que quisiera negarlo, lo había echado de menos. Tal vez incluso más que su hija.
Se sorprendió al ver que YeonWoo echaba a correr a los brazos de YoonGi. Claro que, YoonGi no lo sorprendió cuando se agachó y abrazó a su hija con afecto.
—¿Qué haces, diablillo?
—¡Puedes comer manteca de cacahuete y gelatina conmigo!
YoonGi miró a Jimin, lo vio con un sandwich en un plato y dijo: —Me encanta la manteca de cacahuate con gelatina. ¿No te importa compartir?
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𝐔𝐧 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐚𝐯𝐢𝐥𝐥𝐨𝐬𝐨 [JimSu]
FanfictionQuizá los opuestos se atraigan... pero quizá no. El bombero Park Jimin estaba buscando pareja, pero no le valía cualquiera; quería la persona perfecta que pudiera además cuidar a su pequeña. Cuando Min Yoongi se mudó a la casa de al lado, él pensó q...