Capítulo 2
Desayunar con mi madre es de las peores decisiones que he tomado en los últimos días, junto a la de caerle de sorpresa a Daniel en su casa, se pelean por el primer lugar de la lista. La culpa es mía ya que decidí platicarle sobre mi recién ocurrido drama de telenovela fatal. Otra equivocación. Y, ¿cuáles fueron las primeras palabras que salieron de su boca?
— Ay mi niña, si supieras todas las infidelidades que le he pasado a tu padre. No es el fin del mundo.
"No es el fin del mundo". Aun me duele la cabeza de recordar como traté, sin tener éxito, de hacer entender a mi madre que no tendría porque "pasarle" las infidelidades a mi papá. ¿En que planeta vive esa mujer? No pude sino sentir pena por ella. En definitiva ninguna mujer debería tener que soportar eso. Todas merecen a alguien que las ame tan incondicionalmente que no sea necesario buscar una vagina con piernas para pasar el rato. En fin. Puede que tenga una idea equivocada del amor, o un ideal demasiado ficticio sobre como debe ser una relación de pareja. Culparé a las autoras de mis novelas románticas favoritas por poner el listón demasiado alto.
Después de dejarla en su casa, pasé al supermercado para comprar la despensa de la semana y bueno he confesar que compré una o dos botellas de vino. Dios sabe que voy a necesitarlas. Con todo este rollo con Daniel y el posible cambio de plaza en el trabajo. Tengo un vacío en el estómago más seguido de lo que me gustaría admitir. Manejo de regreso a mi departamento con Adele sonando por los altavoces. Canto e interpreto la última canción mientras espero a que el último semáforo se ponga en verde. Doy vuelta a la derecha y después de unos pocos metros entro en el estacionamiento de mi edificio. Dejo el auto y saco mis compras. Subo al elevador. Y mientras sube mi teléfono comienza a sonar dentro de mi bolsillo. Lo ha hecho sin parar durante todo el fin de semana, entre las llamadas de Daniel, y los textos de Caro y mi madre. Estoy a punto de tirar la maldita cosa por la ventana, lo juro. Después de un par de tonos deja de sonar y entra un mensaje de texto. Lo saco del bolsillo de mis jeans como si fuera a explotar en cualquier momento. Es un mensaje de Daniel.
"Amor, por favor, te amo, no dejes que esto nos separe"
¡El muy cínico! Bloqueo su número y lo bloqueo también todas las redes sociales porque francamente no quiero saber más de él.
—Toma eso pendejo.— digo en voz alta. Se siente bien.
"No dejes que esto nos separe", será cabrón. Como si fuera cosa mía. Tal vez si hubiera mantenido su pene dentro de sus pantalones no estaría pasando por esto. Pero no, si le aseguro que no lo voy a ver; lo primero que hace es buscarse un par de piernas dispuestas a abrirse. Eso me pone a pensar en la cantidad de veces que hemos cancelado planes a lo largo de estos cinco años; ya fuera por mis padres, el trabajo, la escuela o porque estaba enferma... ¿todas esas veces hizo lo mismo?¿ahora como voy a confiar en alguien?, y lo que más me atormenta, ¿como es que no me había dado cuenta? Seguro hubo alguna señal, algún indicio de que él hacia este tipo de cosas. Uno no se levanta un día y decide que va a engañar a su pareja de cinco años. Seguramente no es la primera vez. Al carajo, él y de paso todos los hombres del mundo, se pueden ir a la chingada.
Dejo las compras en la barra de la cocina. Saco una de las botellas que tengo por terminar en el refrigerador, y meto las otras dos a enfriar. Jamas he sido una mujer que decide tomar más de una copa de vino y menos cuando esta sola, pero las circunstancias me han llevado a eso. Tal vez conozca mi próximo amor en alcohólicos anónimos. Uno nunca sabe.
Cuando estoy a punto de vaciar la botella suena el timbre. Mi corazón se acelera y por un momento deseo que sea Daniel para poder lanzarle la botella de vino a la cabeza. Me paro despacio como en película de terror, esperando que, quien esté del otro lado haga algún ruido o tire la puerta para entrar. Despacio me asomo por la mirilla y suelto el aliento que no sentí que estaba conteniendo.
—Puedo ver la sombra de tus pies por debajo de la puerta Mandy.— suelta Caro, cuando no hago ningún movimiento para abrirle la puerta. Saco la cadena de seguridad y la dejo pasar. Me enseña una botella de tequila y una bolsa de chetos.— Bueno, veo que ya comenzaste sin mi.
Dice mientras se sienta en el sofá y abre la botella de tequila para darle un gran trago. Caro es la única persona a quien le confiaría mis más profundos secretos, pero no creo que quiera decirle que es lo que me tiene como ermitaña desde el viernes por la tarde.
— No contestas los mensajes, ni las llamadas. Daniel no nos dice nada y Paulina esta desaparecida desde el sábado. No voy a preguntar qué pasó. Lo sabré cuando estés lista para hablar conmigo.
Me siento junto a ella y le quito la botella de la mano, le doy un trago y siento como quema mi garganta y adormece por un momento mi corazón roto. Después de un par de tragos más, prendo el reproductor de audio y ponemos canciones de desamor a todo volumen, cantamos y bebemos hasta que estoy segura que he bebido más de lo que acostumbro. De pronto me pongo sería y lo saco, como diarrea verbal.
—Encontré a Daniel con otra en la cama, y eso es lo único que hay que decir. Fue trágico y vergonzoso. Punto.
Los labios de Caro forman una O y pareciera que sus enormes ojos fueran a salirse de su cabeza, aunque podríaser porque ya esta muy ebria.— Hijo de perra, maldito.—sentencia— ¿Viste quien era ella?
— Noup, salí corriendo. Sabes que no soy del tipo que enfrenta los problemas. Pero quien fuera, ella no tiene la culpa; el que tenía una relación conmigo era él.
Seguimos bebiendo y cantando hasta que estoy segura que no puedo pasarme ni un trago más. Le ofrezco la habitación de huéspedes para que pase la noche ya que esta muy borracha para conducir. Mañana tengo una junta a las 9:oo am con mi coordinador de área. Al parecer cubro el perfil para ser jefa del área de diseño de interiores de la filial del sur. Aunque eso signifique que me tengo que mudar. Hace un par de días lo hubiera consultado con Daniel, pero que demonios. Si me lo ofrecen lo voy a aceptar.
Pongo la alarma a las 7:00am y me dejo caer en la cama. El frío de las sábanas me recibe con un delicioso abrazo. No tardo mucho en quedarme dormida. Mi último pensamiento.
A la mierda con Daniel.