Sabado

248 54 315
                                    


-SI PERDONAN SUS FALTAS A LOS DEMAS, EL PADRE QUE ESTA EN EL CIELO TAMBIEN LOS PERDONARÁ A USTEDES.
Mateo 6:14

-•••-

"Por hoy, ya no quiero ser yo"

En el inmenso cielo, se encuentra una estrella que poco a poco va perdiendo su brillo, pues esta cada vez pasa más tiempo alejada de su luna.

Sirius lleva menos de 24 horas desde que los brillantes ojos de Remus dejaron de verlo con amor y anhelo, cambiando por desprecio y odio. él siempre había sido un fiel cordero de Dios, y ahora, su Salvador lo estaba dejando morir en la soledad y tristeza. Llorando por su único y gran amor.

''La vida se va de mi, como si fuera agua libre que corre por el rio de sueños perdidos e ilusiones confusas.''

Las estruendosas risas retumbavan por toda la casa, su familia y una que otra persona mas, estaban festejando que Sirius se había curado, celebrando que su corazón yacía roto y destruido en el fondo de un baúl. Todos bailaban triunfantes sobre la tristeza de un pobre chico que amo a otro. ¿Dónde quedaba el ''Yo jamás basaría mi felicidad acosta de la tristeza de alguien''?. Una mentira mas de su familia.

El mundo no estaba listo para escuchar y aceptar que su primer amor, realmente fue el verdadero, pues era algo tan inocente y puro que nadie, mas que ellos mismos podían manchar y llenar de sangre. La estúpida idea de que algún día encontraría a alguien mejor que Remus, lo hacia enojar, pues no necesitaba a alguien mas, él ya había encontrado a su otra mitad, ya sabia quien era su destino y su final. Pero sería en otra vida, ahora, Remus era ese sueño inalcanzable que disfrazaría de príncipe de cuentos de hadas, ya deseaba narrarle sus grandes historias a los hijos de Reggie. Pues si no iba a tener una familia y un final feliz con Remus, no quería nada.

Presente, pasado y futuro, siempre seria él, Remus.

''Tal vez es mi destino quedarme aquí, sin amor y sin una motivación. Convertirme en un cascarón vacío se vuelve el futuro mas cercano''

Cuatro paredes son testigos silenciosos y confidentes de un niño que guardo sus emociones y las desecho en silencio en la oscuridad, encerrado y sin nadie con quien hablar. La almohada, su fiel amiga, aquella en la que había ahogado sus gritos emocionados cuando Remus lo miraba con amor y deceo, la misma con la que practicó besos para disfrazar su inexperiencia, y quien fingió ser Remus para su declaración de amor. Esa misma, que ahora secaba y detenía sus lagrimas, presionando su rostro sobre ella para evitar que se escapara el llanto y fuera audible para los que se regocijaban un piso abajo. 

-•••-

"Hoy mi vida se apaga, sin la luz ni el calor que me brindaba su presencia, ahora ya no tiene sentido nada"

6:30am

Sirius

Los perezosos rayos del sol entraron por su ventana, tenía que ir a recoger leche para el último agradecimiento de la semana, pero no iría, no quería hacerlo y recordar los fugaces encuentros con Remus, o incluso salir e inevitablemente desviar su camino a la iglesia, donde se suponía, Remus estaría ayudando a acomodar las velas de la iglesia junto con su madre. No es que no quisiera verlo, solo que no podía hacerlo, su dolor a cambio de la felicidad y tranquilidad de Remus, ese había sido el trato.

Sirius estaba metido en su dolor y su pereza, no tenía tiempo para notar a la persona que entró en su cuarto.

—Eres un idiota— Dijo mientras se paraba a un lado de su cama

Una sola vez. . . || Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora